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4. 2. 1. La cubierta o portada

Aunque técnicamente se denomina cubierta a la imagen exterior que recubre un libro por la parte delantera, entre autores nos solemos referir a ella como portada y así lo voy a hacer a partir de ahora. Como curiosidad, te diré que portada, en realidad, es la hoja interior en la que figura el título del libro y el nombre del autor.

Aclarado esto, ¿qué buscamos para conseguir que nuestra portada venda? Te lo voy a explicar con un ejemplo gráfico. Imagina que llamas a uno de tus mejores amigos para que vaya a tu casa y, cuando llega, le extiendes cien libros en el salón de tu casa y le dices: «Quiero regalarle un libro a mi padre por su cumpleaños». Luego le das tres minutos para que elija uno de entre los cien que has colocado.

Es evidente que no va a mirar todos, ni va leer todos los títulos, ni siquiera alcanzará a fijarse en cada portada. De entre esos cien, se centrará en tres, cuatro o, a lo sumo, cinco de ellos para tomar en la mano, fijarse bien en el título y leer la sinopsis.

Esas son las buenas portadas y eso es lo que buscamos.

¿Y qué provoca que de entre cien libros alguien elija cinco portadas para fijarse en profundidad en el título y leer la sinopsis?

¿Una portada muy elaborada?

No.

¿Una muy compleja?

No

¿Una muy bonita?

No, porque en esa pasada rápida no le dará tiempo de centrarse en ella.

¿Qué la portada resuma a la perfección la trama del libro?

Por supuesto que no. Es más, esta es la segunda gran mentira que puede creerse un autor, y también muchas editoriales: creer que la portada y el título tienen que estar en función del contenido del libro. Pues no, mentira, y eso hará que gocemos de mayor libertad a la hora de diseñarla.

Si lo piensas bien, puedes elegir para tu portada una referencia a un objeto que salga en el libro, a un lugar, a una escena o a cualquier situación. Y por si todavía no has caído en la cuenta, eso abarca casi cualquier posibilidad. Porque a todo eso le puedes variar algún detalle y ya tendrás una nueva posibilidad. Hay un cocinero muy conocido en televisión, y aunque tampoco lo nombre estoy seguro de que se te ocurre quién es, que un día en una entrevista contaba que en un inicio lo habían contratado para hacer un número de programas que abarcaban unas 200 recetas. Después le fueron ampliando el contrato hasta llegar a las 6000. Y él decía que no le había supuesto ningún problema, porque si a un plato le cambiaba uno o dos ingredientes por otros similares, en realidad, ya estaba cocinando otro plato. Hoy calculo que va por cerca de los 20000.

Esa es la idea. De las seis, ocho o diez mil cosas que puedes colocar en la portada de tu novela, piensa cuál y en qué posición y distribución puede generar las expectativas necesarias en esas víctimas que son los lectores. Dicho de otro modo, ¿cómo puedes conseguir que tu amigo escoja el tuyo entre los que va a elegir para leer la sinopsis?

Para empezar a explicarte esas claves, voy a contarte una anécdota. Hace unos años un autor, con el que no tengo mucha relación, pero me cae muy bien, publicó su primera novela. Era una buena novela. Como supongo que no quería invertir mucho en la portada, deduzco que la diseñó él mismo. Colocó el título en grande en un lateral, su nombre debajo, también grande, pero algo más pequeño y un objeto en concreto en el otro lateral, coordinándolo con el espacio que dejaban las letras del título. Era una portada muy sencilla, con un fondo blanco y que bien podía haber hecho cualquiera con el Paint más básico. ¿Vendió? Sí, bastante bien. Tanto fue así que, pasado el tiempo, debió de pensar que bien podía invertir en una portada mejor. Supongo que la contrató a un diseñador gráfico y aquello ya era otra cosa. Constaba de una foto de fondo algo difuminada, con otra foto superpuesta en primer plano y más enfocada. Tanto el título como su nombre se coordinaban bien con las imágenes, aunque eso sí, estaban mucho más en pequeño. ¿Vendió? No, se fue cayendo poco a poco desde el cambio.