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Habían pasado meses desde aquella última vez que Xiao Zhan se había saltado una comida. Era una rutina que estaba trabajando con constante atención, la terapeuta nueva le estaba ayudando mucho. El apoyo de su nutriólogo con dietas no tan cargadas le había sido útil. Su hermano mayor apoyándolo cada momento y su, ahora novio, Yibo mostrándole amor en cada una de sus facetas había sido lo mejor que pudo pasarle.

Si bien no era un proceso fácil, hubo altos y bajos, hubo noches llorando mientras se aferraba a su novio y le reclamaba el porqué tenían que ser las cosas así; ahora podía decir que lo estaba superando.
Se deshizo de las pastillas que usaba para evitar las náuseas, así como también cambió sus vitaminas por comida. Sus vasos de agua por jugos artificiales, su cosa favorita del mundo.
Y aquellas tardes viendo vídeos de comida por citas a restaurantes.
Superar aquel trastorno alimenticio era un proceso largo y duro, casi un año desde que Yibo lo comenzó a ayudar.
Pero no fue gracias a Yibo, y eso fue algo de lo que se dio cuenta después.
El amor no puede curar una enfermedad mental.

Pero si puede hacerte sentir acompañado. Zhan, con ayuda de Yibo y su hermano pudo comenzar a ver mejor las cosas. Se cambió de escuela junto a su novio, ahora estudiaban los dos en un instituto distinto al anterior.
Había iniciado de cero, nadie lo insultaba, nadie le decía apodos sobre su peso. Estaba en paz.
Su mayor logro y algo que el atesoraba mucho era el recuerdo de su pequeña familia yendo a comprar su primer espejo en 3 años. Se sintió tan libre y bien consigo mismo.
Ahora un espejo tamaño de cuerpo completo estaba en una de las paredes de su cuarto, tenía stickers decorando las orillas; ahora se sentía bien mirándose al espejo.

Estaba trabajando la confianza en sí mismo y estaba recuperando su peso perdido, ahora estaba en el peso promedio. Y aunque esto aveces le hacía sentir inseguro, un abrazo de su amado le recordaba que no estaba solo.

Ya no era Xiao Zhan contra el mundo.
Ahora eran Wang Yibo y Xiao Zhan junto contra el mundo.

Las tardes de película pasaron de ser un hobbie a ser su tradición favorita. Todas las tardes pasaban al rededor de 7 horas viendo películas, para luego preparar una cena rápido y dormirse escuchando música.
Sus citas en el parque también se habían convertido en una bonita tradición.
Se sentían tan cómodos en uno con el otro que nunca hizo falta un 3ero.

Durante las cenas familiares era la familia de Yibo la única que acudía, Zhan no culpaba a su familia, había aprendido a vivir lejos de ellos.
Pero había momentos en que extrañaba en tacto de los abrazos de su madre, o las caricias de su padre.
Los extrañaba más que a nadie.
En unos meses volverían. Las cosas estaban mejor, así que ya podían darse el lujo de volver.

Todo estaba tan bien, las cosas en la vida de un chico que sólo conocía la desgracia y tristeza estaban mejorando.
Por primera vez en mucho tiempo era feliz.

—¿Ves?—, susurró en su oído mientras acariciaba su cintura—¿Ves tu reflejo?—, musitó dando un beso en su mejilla. Las mejillas de Xiao se llenaron de lagrimas, con sus manitos trato de tocar el espejo, su reflejo era delgado, bonito. 

—Yibo..—, susurró de vuelta.

—¿Ves lo hermoso qué es? ¿Puedes verlo, amor?—, sonrió al ver que después de tanto tiempo, Xiao podía apreciar su verdadero reflejo.

—Sí..—, susurró.

—¿Ves? Yo te dije que era hermoso—, besó su mejilla—Gracias...

—¿Por qué?—, habló sorprendido.

—Por permitirme amarte—, beso la comisura de sus labios y le abrazo más.

—Gracias a ti, por todo...

Ahora una flor rojiza intenso reposaba en el buró a un lado de su cama, era artificial, estaba en una pequeña maceta de plástico y a su lado había un pequeño peluche de una tortuguita.
La flor había sido dada bajo una prueba de amor.
Yibo le regaló esa flor en su octavo mesiversario.

Zhan, cuando la última rosa de este ramo se marchite, entonces dejaré de amarte.

Después de haber observado las rosas durante unos instantes pudo darse cuenta de que había una que no era igual a las demás, una rosa artificial.

Conservaba aquella flor como la muestra de amor más pura que le habían dado. A su lado había un joyero, solía coleccionar anillos y collares, pero había uno en específico que era su favorito. Uno que usaba diariamente y lo cuidaba como si fuese oro, porque lo era.

—Ten, Yibo. Tú lleva el Sol, yo llevaré la Luna. No importa que tan lejos estés, siempre encontraré una forma de verte —. Su sonrisa sincera hizo que el contrario también sonriera. Ambos usando un collar complementario de la Luna y el Sol.

Sin duda de sus días favoritos, ¿qué podía decir? Adoraba y atesoraba cada recuerdo con Yibo como si fuese el último.

Tenía la pared de su cama llena de cartas, cartas escritas a puño por Yibo, decenas de estas. Las amaba, eran su tesoro más grande.
Yibo era su tesoro más grande.
Había sido la única estrella que iluminó su cielo, la única estrella que nunca se rindió con él. Por eso era su Sol, era la estrella más grande y brillante de su sistema solar; y la única en su corazón.

Con eso me despido de Anorexia, espero les haya gustado esta corta historia.💗
Doy gracias a mi mejor amiga por haberme sacado del TCA en el que había caído tan bajo hace unos meses, y también le doy gracias a los lectores que leyeron parte de mi vida en esta historia.
Gracias a todos, de verdad.💗

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⏰ Última actualización: Dec 14, 2022 ⏰

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Anorexia - Yizhan [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora