Kamado Tanjiro, una joven, bastante inteligente,hermosa y con un corazón que no le cabe en el pecho. Esta vive son su familia y gana dinero vendiendo carbón. Pero todo cambia cuando su familia es atacada y asesinada
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Lo había logrado, corto la piedra por la mitad, Urokodaki estaba impresionado de lo que había logrado la chica.
Tanjiro escuchaba atentamente lo que el mayor le comentaba, la "selección final" era el siguiente paso para hacerse una cazadora de demonios, Urokodaki se comportó como si fuera su padre, para luego dejarla ir con la promesa de cuidar a Nezuko.
Les dieron las indicaciones, siete días de supervivencia en aquel bosque lleno de demonios que no habían comido en meses, estaba asustada claro, pero al menos ya estaba lista para enfrentarlos sin titubear.
Al poco tiempo se encontró con un demonio, enorme y fuerte, estaba atacando a otro chico, ella se interpuso y descubrió cosas muy curiosas y a la vez escalofriantes, Sabito y Makomo, ambos siendo almas, estaban muertos, atacados por ese mismo demonio.
Algo asustada intento detenerlo, pero terminó siendo aventada contra un árbol, golpeándose la cabeza, todo parecía perdido, pero una voz en su cabeza hizo despertar.
"Hermana"
"Hermana"
"¡Hermana!"
Y despertó, atacando de nuevo a ese demonio hasta matarlo, olía la tristeza en él, juro ver a los antiguos chicos de Urokodaki, entre ellos, Sabito y Makomo, ambos felices de que ella lograra hacer lo que no pudieron, Makomo le dio un dulce beso en su frente, mientras que Sabito se acerco a ella, tomándola del mentón y viéndola fijamente, quitándose la marcará, para está vez acercarse más y más, hasta darle un dulce y corto beso, suave y delicado, al separarse susurro sobre sus labios un fino "bien hecho" y con eso se fueron, Tanjiro muy sonrojada solo negó con su cabeza, para luego seguir su camino, con esa imagen aún en su cabeza.
Los días pasaban, estaba muy cansada y mal herida, corría de ellos como podía, intentaba encontrar información de como volver a su hermano un humano de nuevo, pero nada más nada, todos lo único que querían era comerla, literalmente, sin información y con pocas fuerzas, el séptimo día llegó y toda esa tortura termino.
Había llegado al final de todo, le habían dado una venda para su cabeza, su cuerpo temblaba levemente de lo cansada que estaba, miro a los pocos que aún seguían vivos, eran cuatro y ella era la única chica entre ellos.
Había un chico de cabellos amarillos y ojos ámbar, se veía nervioso y decía constantemente "me voy a morir, lo sé" miro a aquel junto a ella, un chico de yukata morada, una cicatriz fea y su cabello rapado, tenía el seño fruncido, luego miro al último, un chico alto de cabellos negros, en su mano tenía una mariposa y mantenía una sonrisa, parecía no tener más expresión que esa, confundida vio a las dos chicas del principio, hasta que el chico a su lado hablo.
- ¡¿Y mi Katana?! - grito alterado, ambas chicas le dijeron que ese día solo elegirían el material del cual sería hecha, eso no le gusto en lo absoluto.
Las chicas les comentaron que en ese momento eran del rango más bajo del equipo de cazadores, a ella no le interesó mucho, estaba cada día más cerca, las chicas antes de que escogieran sus minerales, llamaron a unos ciervos, el chico de cabello rubio se asustó por ello, tres cuervos se acercaron, uno se puso en su brazo, ella lo miro curiosa, el chico de la mariposa también recibió uno, él lo veía con tanto cariño, mientras que el chico de cabello rapado lo desecho por completo, el rubio no recibió un cuervo, más bien era un gorrión.
