Uno.

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El sol interrumpía la habitación del hospital, como si se tratase de un invitado no deseado, haciendo que frunciera sus ojos debido a la molestia. Deseaba levantarse y cerrar la cortina, dejando la habitación en una oscuridad dónde no pudiese verse y recordarse que estaba vivo, que él estaba allí y ella no.

Intento apoyarse con sus brazos para levantarse pero su cuerpo se lo impedía, si tenía que ser sincero no le dolía demasiado pero le pesaba, con cada respiración que daba sentía piedras dentro suyo. Como si fuese el lobo en Caperucita Roja, con la diferencia que el precio que él estaba pagando era por dejar morir a su compañera. Mordió su labio intentado contener las lágrimas, sentía como la fuerza de sus dientes iban aumentando lastimando su bezo pero poca importancia le dio, cada daño que recibiera sería aceptado, era su castigo.

Escucho dos toques en la puerta y, antes de que pudiese responder, se abrió mostrando a tres trabajadores con su mismo uniforme. Por un lado sintió un alivio, si bien se había comenzado a llevar con el muchacho rubio no quería verlo en estos momentos, su ignorancia había terminado de generar sus dolores de cabeza esta semana y ya suficiente tenía con él mismo.

- Venimos en nombre de la Señorita Makima, se te consiguió un nuevo compañero y, si bien siente la pérdida, no podemos darle más tiempo de reposo.- sentir la pérdida pensó, no pudo evitar cerrar los puños contra la sábana blanca al escuchar eso. Todos le habían dicho lo mismo para luego seguir con sus vidas, como si el decir eso fuese más para aparentar empatía y no que realmente la sintieran pero esta vez quiso pensar diferente, la pelirroja había estado para él desde sus inicios con dulces palabras y quería creer que esta vez eran una de esas. Sentía algo de consuelo al imaginarse que ella también sufría la pérdida como él, quizás desde un modo más racional pero lo hacía.

- Entiendo, esta tarde me dan el alta así que mañana a primera hora estaré en su oficina.- respondió sin mirarlos, estaba seguro de que sus miradas tenían un aire superior debido a lo vulnerable que se encontraba en aquel cuarto. Si eres débil eres cazado, fue lo primero que le enseñaron cuando entro al trabajo y se le había terminado de confirmar luego de lo sucedido.

Al escuchar el ruido de la puerta cerrada soltó un suspiro que termino en una especie de quejido, haciendo que las lágrimas que trataba de reprimir terminarán por salir. Como si fuese un niño llevo su cabeza a sus rodillas para enterrarla allí, sentía que de ese modo estaba resguardado de los demás, que nadie lo iba a ver llorar aunque él fuese el único habitante allí.

[⌛]

Habían pasado algunas horas desde su salida al hospital pero recién se encontraba regresando al departamento, les había tomado cariño al chico motosierra y a la demonio pero prefería estar en silencio y con aquellos dos era imposible, así que decidió esperar hasta al anochecer para volver. El viento de la noche lo terminaba de despeinar, desde que volvió a tener consciencia había notado que su cabello ya no se encontraba peinado pero poco le importo en el momento y al final termino olvidándose de pedir algo para recogerlo. Se tocó uno de los mechones con nostalgia, Himeno solía cortarle las puntas luego de tomarse algunas cervezas, al comienzo le molestaba porque se lo dejaba desparejo pero con el tiempo se termino volviendo un hábito, uno que ya no tenía más.

Se detuvo frente a la puerta para tomar una última bocanada de aire fresco antes de entrar, todo se encontraba tranquilo debido a que ya se habían ido a dormir aunque, para su desgracia, la casa era un desastre. Estaría mintiendo si dijera que no se lo esperaba pero estaba demasiado agotado para encargarse de los envases y paquetes de comida chatarra del suelo, tratando de no llevarse ninguno puesto camino hacia su habitación para hundirse en su cama. Algunas gotas volvieron a caer por su rostro cuando lo enterró en la almohada, aunque fue más el ardor de sus ojos que las lágrimas. Sentía que toda la angustia la había terminado de soltar en el hospital, dejando ahora un vacío lleno de oscuridad en su pecho.

Cerro los ojos con fuerza, intentado olvidarse de todo para luego abrirlos y estar en otra realidad, una donde todo hubiera resultado diferente y ella todavía siguiera con él pero, con miedo de que esto no sucediera, los siguió manteniendo cerrados.

My beloved darkness.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora