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Las clases terminaron por aquel día y mientras Miyake terminaba de recoger sus cosas, Terushima le esperaba en la puerta para irse juntos.

Aunque para la chica fue raro, de repente, aquellos chicos que únicamente sabían fastidiar las cosas que hacía estaban siendo... ¿amables? Con ella.

Pensó que quizás el rubio había hablado con sus amigos así que aquello le hizo sonreír levemente.

– Toma. —Uno de los chicos le entregó un trozo de papel con un número de teléfono.– Avísame cuando llegues a casa.

El teñido observó aquella escena desde la entrada y soltó un leve gruñido para después gritar el nombre de la chica.

Está alzó su rostro hacia la persona que acababa de llamarle y guardando aquel papel se excusó ya que no quería hacerle esperar y menos cuando iba a ayudarle a estudiar.

Corrió hacia el y con una sonrisa en los labios comenzó a caminar esperando que el contrario le siguiera.

– Oye Terushima. —Está se giró un poco mirando al teñido con una sonrisa.– Gracias.

Aquel no entendía a que venían aquellas palabras. No había hecho nada, es más, está mañana cuando vio la escena tendría que haber intervenido pero aún así no lo hizo.

– ¿Qué ponía en el papel que te ha dado? —Preguntó con curiosidad.

– Su número de teléfono. Me ha dicho que si necesito ayuda en clases puedo llamarlo.

– ¿Me dejas verlo?

La chica asintió mientras le entregaba aquel trozo de papel que claramente había sido arrancado de algún cuaderno y cuando Terushima tuvo aquello entre sus manos, lo hizo bola y lo lanzó a la papelera que estaba junto a ellos.

Reiko miró la escena sin entender nada por lo que simplemente frunció el ceño frenando en seco su paso.

– ¿A qué ha venido eso?

– Ya tienes a alguien que te ayude con las clases, a mí. —Dijo intentando ocultar la irritación.

– ¿Tienes celos? —Preguntó con una voz algo cantarina mientras emprendía de nuevo el camino hacia la salida.

– ¿De quién? ¿De ese estúpido? Jamás. Además... —Terushima se puso a su lado pasando su brazo sobre los hombros de ella. Esta fue una acción que tomó desprevenida a la fémina haciendo sus mejillas sonrojar.— ¿A casa de quién te estás dirigiendo ahora?

– ¿Qué tiene que ver eso, Terushima?

Pero este no contestó pues simplemente miraba sobre el hombro de ella observando la mala cara que uno de sus compañeros le ofrecía en aquel momento.

El camino hasta la vivienda de el fue bastante en silencio. Ninguno sabía que tema de conversación sacar realmente pero no llegaban a estar incómodos.

Reiko observó el cartel de peluquería que iluminaba sus rostros y miró a su acompañante esperando que le contase.

– Vivo arriba, la peluquería es de mi madre. —Le explicó mientras se adentraban en el callejón que estaba justo al lado.— Vamos a entrar por aquí por si tiene clientes y así no molestar.

Ella simplemente asintió siguiendo al mayor hasta el interior de aquella humilde vivienda. Sin duda era una casa acogedora y eso se notaba nada mas entrar.

Terushima siguió su camino hasta su dormitorio y pensó que aquella sería la primera vez que una chica entrase en lo que era su santuario. No se avergonzaba, simplemente era raro que además fuese ella la primera en entrar en aquel lugar.

The Loneliest || Yūji Terushima Donde viven las historias. Descúbrelo ahora