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Habían pasado exactamente dos meses desde aquel día. La relación de ambos había mejorado muchísimo. Podría decirse que se habían vuelto casi inseparables y las notas de Reiko habían mejorado muchísimo desde que asistía a aquellas clases particulares.

La situación con la apuesta seguía adelante aunque el hecho de que ella supiese sobre esta sólo causaba risa entre la pareja de adolescentes.

Reiko cerró la puerta de su casa después de llegar de clases. Escuchó ruido en el salón y se extrañó por aquello pues eran risas lo que se escuchaban.

– ¿Papá? —Se inclinó hacia el salón y se sorprendió al ver a su padre con una mujer.

El hombre se levantó al ver a su hija allí. Era consciente de que últimamente había estado llegando mucho más tarde por lo que pensó que aquel día sería igual.

No supo que decir cuando la mujer se levantó con una sonrisa y levantó su mano hacia ella.

– Encantada Reiko, soy Ame.

La chica estrechó su mano sonriendo levemente. Quería una explicación de su padre pero el hombre ni siquiera seguía mirándole.

– Tu padre me ha hablado mucho de ti.

– ¿De mí? Vaya, yo no sabía ni siquiera de tu existencia. —No quería sonar borde con aquella mujer pues no tenía derecho a tratarla mal.

– Oh si comprensible... mis hijos supieron de él hace solo unos días. —Comentó entre risas.

Reiko asintió separándose un poco de la pareja.

– ¿Has cenado Reiko? Hemos pedido comida a domicilio.

– Gracias Ame, he cenado ya. —Aunque no era cierto pues había rechaza la oferta de cenar en casa de Terushima y ese había sido el motivo por el que llegó antes.

Con educación se despidió y comenzó a subir corriendo hasta su habitación donde se encerró.

¿Por qué se sentía tan mal? No entendía sus pensamientos en ese momento pero realmente se sentía muy mal. Sus lágrimas comenzaron a descender por sus mejillas cuando se fijó que aquella ultima foto que tenía con ambos progenitores. Sin duda, aquel había sido su última vez siendo completamente feliz.

Al cabo de un rato, su puerta comenzó a sonar. Suponía quien era, sabía que era su padre por lo que no quiso abrir. Ni siquiera quería hablarle.

– No seas infantil Reiko... ¿acaso no quieres que sea feliz? —El hombre apoyó su cabeza sobre la puerta de su hija.— Quizás debería de habértelo dicho antes pero nunca se como llegar a ti...

Aquella gota fue lo que colmó el vaso de la adolescente la cual se levantó de la cama y abrió la puerta con fuerza sorprendiéndose cuando su padre casi se cae hacia ella.

– ¿Qué no sabes cómo llegar a mi? —Comenzó a reír mientras lloraba.— ¡Debes de estar bromeando!

Se alejó de su padre dándole la espalda. Su cuerpo había comenzando a tener espasmos debido al llanto.

– ¡Yo! ¡Yo era la que nunca ha sabido cómo llegar a ti papá! ¡Desde lo de mamá me volví invisible! —Gritó mirándole.— ¡Ni siquiera me dejaste despedirme de ella! ¡Te olvidaste de mi!

– ¡No fue mi culpa eres igual que ella! Aún sigo viendo su rostro en ti... —El hombre cayó de rodillas en el suelo llorando.— Déjame ser feliz Reiko, no me culpes... yo me merezco ser feliz.

– ¿Y yo no me lo merezco? —Ella le miraba de manera fría.— ¿No me lo he merecido todos estos años?

El hombre se quedó en silencio... a sus ojos el no había sido un mal padre... solamente necesitaba algo de tiempo para fortalecerse de nuevo.

The Loneliest || Yūji Terushima Donde viven las historias. Descúbrelo ahora