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Cuando el lunes llegó, las notables ojeras en el rostro de ella no habían desaparecido aún. Sus ojos seguían rojos e hinchados. Desde la noche del sábado no había sido capaz de parar de llorar por lo que cuando entró aquel primer día en el instituto evitó hacer cualquier cosa que solía hacer en su rutina diaria.

Ninguna confrontación con algún alumno que arrancase sus carteles, no culpó a nadie cuando vio como las pertenencias de su taquilla estaban esparcidas por el suelo. Simplemente se mantuvo en silencio sabiendo que si abría la boca lo único que saldría de ella sería el comienzo de un nuevo llanto...

Terushima veía todas las acciones desde la lejanía. Escuchando el ruido de las risas de sus compañeros al ver a la chica de aquella manera y quería ayudarla, ir con ella. Preguntarle qué tal. Pero sabía que no podía hacer aquello.

Reiko caminó a clases cabizbaja y antes de entrar tropezó con alguien haciendo que casi cayera si no hubiese sido por la velocidad del contrario al agarrarla ni siquiera se fijó en quien había sido. Agradeció con un susurro y se escapó hacia su asiento haciéndose más pequeña en aquel lugar.

Antes de que la clase empezara, no paro de sentir aquella mirada sobre ella. Movió su cabeza sutilmente hacia la izquierda observando al chico con piercings mirándola pero una voz adulta le hizo apartar su mirada de él.

El profesor se encontraba frente a ella con una postura "amigable" y "cercana".

– Siento mucho lo de tu abuela, Miyake... Si en algún momento necesitas salir de clase solo levanta la mano y te dejaré irte.

Esta asintió sintiendo sus ojos aguarse al pensar en aquello. El adulto le dedicó una última sonrisa antes de volver a su puesto y comenzar su clase.

Terushima había escuchado aquella conversación. La única distancia que separaba su pupitre de él de ella era el espacio que se quedaba para poder andar con libertad por la clase.

Rápidamente y mientras el maestro hablaba, el rubio arrancó un pedazo de papel de su libreta y con su pésima caligrafía comenzó a escribir en este para acto seguido lanzarlo con sutileza a su compañera.

Esta observó el papel caer y miró al chico el cual le miraba con una sonrisa triste.

Recordó los acontecimientos del sábado por la noche y sintió náuseas al pensar que había sido él la causa de que ella siguiera ahí, viva.  No es que se sintiese mal, pero era extraño.

Abrió lentamente el papel pensando en cualquier cosa que podría poner para burlarse de ella, quizás una advertencia de lo que se le podría venir.

Ni siquiera ella sabía porque tenía aquel pensamiento de su compañero. Este nunca le había molestado como tal, igual que para todos, ella siempre había sido invisible y más para él. El chico más atractivo de toda la preparatoria Johzenji.

" ¿Podemos vernos en la azotea en el almuerzo? Me gustaría hablar contigo."

Releyó aquello otra vez mientras escribía para devolverle el papel.

La respuesta que había obtenido era negativa. El pensamiento de ella era pasarse la hora del almuerzo llorando en el baño y nadie iba a impedirle aquello.

Terushima volvió a insistir lazándole de vuelta el papel en el cual había vuelto a escribir.

"Entonces no lo preguntaré. En el almuerzo nos vemos en la azotea o cargaré contigo hasta allí arriba."

Reiko le devolvió aquel trozo mientras susurraba un leve "vale" dándole a entender que aceptaba aquella quedada express.

Las primeras horas pasaron bastante lentas para ambos jóvenes aunque para el muchacho fueron mucho más eternas que para ella pero eso era algo normal.

The Loneliest || Yūji Terushima Donde viven las historias. Descúbrelo ahora