Reiko frenó junto aquel corcho donde se colgaban noticias y cosas interesantes al ver que alguien había intentado arrancar su cartel el cual había colgado hacia solo un par de días atrás.
Tuvo que quitarlo pues prácticamente estaba roto y no era lo que quería, así no llegaría a nadie.
– Salvemos a las abejas. —Leyó una persona la cual no pudo evitar soltar una carcajada al leer aquello.— Miyake esas cosas tuyas están tapando los carteles del club de volleyball.
Se giró encontrándose con Bobata, uno de los bloqueadores de aquel club que acababa de mencionar.
– ¿Por qué lo tapas? —Aquella voz le hizo estremecer. No le hacía falta girarse para saber que se trabajaba de Yuji Terushima, el capitán del equipo.
Y como siempre, cada vez que estaba junto a él, su voz era incapaz de salir.
— ¿Salvar a las abejas? Mejor que se mueran, lo único que hacen es molestar.
Arrebató el panfleto que Terushima acaba de arrancar del tablón y lo volvió a colocar mientras que ambos chicos soltaban un tks quejándose por la acción de la chica.
A esta le fue indiferente y sabía que lo volverían a quitar pero pasaba de tener que seguir relacionándose con aquellos dos.
Antes de que pudiese entrar en clase, la profesora de educación física le hizo frenar el paso señalándola.
– Recuerda que mañana tienes que venir. Que hayas liberado a todas las ranas de la clase de biología no te saldrá barato. —La adulta cruzó sus brazos sobre su pecho.— Nos veremos todos los sábados durante un mes.
Le recordó antes de irse. Simplemente asintió a sus palabras mientras entraba en el aula. Aún estaba bastante vacía, apenas había personas. Los típicos que siempre querían llegar los primeros y poco más.
Caminó hasta su asiento y sacó sus cosas en silencio. Revisó su teléfono un par de veces antes de que el profesor llegase a aquella primera clase.
El día transcurrió sin más. Lento como siempre y la hora del almuerzo no fue demasiado distante.
Simplemente solo quería que aquel día terminase y cuando finalmente sonó aquel timbre, Reiko casi gritó de alegría.Recogió sus cosas rápidamente y salió como alma que lleva el diablo de aquel lugar.
Al llegar a casa, todo estaba a oscuras. Imaginó que su padre aún no había regresado del trabajo y si lo había hecho, estaría dormido como siempre que estaba en el hogar.
Soltó su mochila sobre el sofá y fue hacia la cocina solo para servirse un bol de cereales por el simple hecho de que se le había antojado en ese instante.
Observó las notas que había en la nevera pegadas y supo que su abuela había pasado. Era lo más común en su día a día.
Observó los platos de comida tapados con papel film manteniéndose para que pudieran cenarlo.
Decidió subir a la planta superior y frenó en el cuarto principal de la vivienda. Golpeó un par de veces la puerta y al no obtener sonido alguno, decidió entrar.
La única luz que iluminó el lugar era la que el pasillo le ofrecía pero aún así pudo distinguir las latas de cerveza y el cigarro aún encendido entre sus labios.
Con sigilo, quito aquello de la boca de su padre para evitar algún posible incendio y aún en silencio, recogió las latas que yacían vacías por el lugar.
Después de aquello, decidió darse una ducha y luego hacer la tarea que aquel día habían mandando o eso intento pero no fue capaz de concentrarse y finalmente no pudo realizar absolutamente nada.
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The Loneliest || Yūji Terushima
Hayran KurguEl sentimiento de ser invisible era el único que Reiko sentía cada día que pasaba aunque lo que no sabía, es que para una persona en concreto ella nunca había sido invisible...