「11」

918 83 8
                                    

Tord se vistió lentamente, con el pelo todavía mojado después de la ducha, con los músculos gratamente doloridos después del sexo.

Tom y Katya ya no estaban en el dormitorio.

Echó un vistazo a su teléfono para comprobar la hora. No era tarde; no era de extrañar que no fueran a acostarse todavía. Ahora que los finales se habían terminado, Katya podría quedarse despierta hasta tan tarde como le viniera en gana, y los horarios de trabajo de Thomas eran irregulares de todos modos.

Tord volvió a deslizar el teléfono en su bolsillo, se puso los zapatos y dejó el dormitorio. Podía oír voces procedentes de la sala de estar.

Tord se quedó quieto en la puerta.

Tom y Katya estaban decorando el árbol de navidad, o mas bien, Katya lo estaba decorando mientras Tom miraba, viéndose vagamente divertido. Ellos estaban hablando tranquilamente; Katya estaba sonriendo y rodando los ojos. Tom parecía relajado y cómodo, con su suéter y pantalones de chándal gris de aspecto suave.

— Estoy segura de que la he visto en alguna parte —dijo Katya, excavando en las cajas—. ¡La encontré! —ella agarró una estrella en su embalaje, sosteniéndola para inspeccionarla. Bajo la luz, brillaba con gracia y arrojaba pequeños fragmentos de luz dorada en el suelo y en sus manos. Era perfecto.

Eran perfectos. Una pareja tan perfecta.

— ¡Voy a ponerla en el árbol! —Katya declaró, saltando sobre sus pies—. ¿Me levantas?

— Puedes usar el taburete —Tom dijo secamente.

Katya hizo un puchero.

— ¡Thomas!

Suspirando, Tom se acercó y la sostuvo para que ella pudiera poner la estrella en la parte superior del árbol.

Katya colocó la estrella antes de deslizarse por el cuerpo de Tom y besarlo, con los brazos alrededor de su cuello.

Tord los vio besarse. Tenía una sensación de frío en la boca del estómago, una sensación que se revolvió y lo atravesó. Sentía náuseas.

Se aclaró la garganta y entró en la habitación, poniendo una sonrisa brillante.

— Muy bien, me tengo que ir —no era como que pareciera que se acordaran de que él estaba aún allí.

La pareja dejó de besarse y se volvieron hacia él.

Katya sonrió, apoyando su mejilla contra el pecho y envolviendo sus brazos alrededor de la cintura de Tom. Su lenguaje corporal apestaba a posesividad.

— ¿Vas a pasar la navidad aquí?, quiero decir en la ciudad —añadió rápidamente, como si temiera que Tord lo confundiera con una invitación.

Tord sonrió con fuerza. No era ni estúpido ni ciego. Él notó que había comenzado a no gustarle a Katya. Se preguntaba por qué ella no le había dicho nada todavía.

— Sí, realmente no tengo ningún otro lugar a donde ir. Mis padres están en Islandia, estudiando los volcanes, así que somos simplemente la abuela y yo.

Katya asintió.

— No te veremos de nuevo por un tiempo, así que ¡Feliz navidad!

Tord casi se echó a reír. Era tan sutil como un puñetazo en la boca.

— Sí —dijo, encogiéndose de hombros en su chaqueta—. Feliz navidad a ustedes también.

Estuvo a punto de llegar a la puerta cuando Tom dijo:

— No te vayas.

Tord se detuvo.

— ¿Qué?

— No puedes irte.

★ obsessed ── tomtordDonde viven las historias. Descúbrelo ahora