2. Traitement fraternel

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El vuelo a Mónaco fue rápido, un vuelo de dos horas más el viaje en auto. Volver a la ciudad en las fiestas era algo maravilloso, el Principado nevado y con las luces navideñas era digno de cualquier otra ciudad, para Charlotte era el mes del año en que podía ver a su familia.

El auto llegaba al palacio estacionandose en la puerta principal, siendo recibidos por su hermano, cuñada y Antoine.

Jules salió corriendo a abrazar a su tío y la pequeña Amélie hizo lo mismo pero de forma más lenta.

El rey los agarró a ambos, los abrazo y besó, cosa que no había hecho durante todo el año por sus deberes y sin poder visitarlos tan seguido.

—Les tengo regalos.

—Siiii— grita Jules contento.

El rey junto con su prometida, saludaron a Charles y Charlotte con un cálido abrazo para luego entrar al palacio.

Charlotte noto que el palacio había cambiado, su hermano cambio algunas cosas de lugar y solamente un poquito la decoración.

—Cambiaste algunas cosas.

—Si, las cortinas eran azules y ahora las cambie a rojas— señala. —Hice cambios mínimos, algunas cosas las cambie de lugar como el cuadro enorme de la sala principal, lo moví a esta pared de aquí.

—Hiciste buenos cambios— le dice sonriendo.

El piloto monegasco estaba impactado por la casa real y no era que no hubiese entrado, si no que cada vez que entraba, se sentía pequeño y no perteneciente, ver esos cuadros gigantes con bordes de dorados, los techos con terminaciones en oro, era muy majestuoso.

Charles estaba tan embobado mirando todo que no se percataba que Antoine le estaba hablando.

— Su alteza serenísima, permítame llevar las maletas y bolsos a sus aposentos.

—Antoine, dime Charles— sonríe. —No te preocupes por las maletas, yo las llevo.

Y así lo hizo, llevo las maletas subiendolas por las grandes escaleras, arrepintiendose en cada escalón hasta llegar a la habitación, dejo las maletas y abrió las cortinas dejando apreciar el hermoso mar Mediterráneo.

Luego bajo para ir con su esposa a la sala principal, los hermanos estaban sentados enfrentados en los sillones, el rey se sentía nervioso por pedirle el favor esperado a su hermana y Charles estaba escuchando.

—Mira, de verdad me cuesta pedirtelo porque sé que ya no estás con el asunto de volver al palacio y que nunca fue tu cometido, pero no tengo a nadie más y tu conoces todo esto— sostiene.

Charlotte suspira y mira hacia la ventana por unos instantes, si era por pocos meses tampoco sería un problema.

—Okey, ¿Cuantos meses?

—¿De verdad, aceptas?— la abraza y sonríe. — Son solo tres meses, nada más.

—Si, solo muéstrame que cosas hay para hacer y todo el itenarario que te queda pendiente aquí...Charles ¿Que pasa?

El monegasco se acerca y la mira ante la decisión que tomó su esposa.

—¿Nos quedaremos aquí?

—Si, son solo tres meses— agarra su mano. —Charly, no te preocupes yo te enseñaré todo, no hay nada extraño.

—Si, es que habrá días que tendré que irme a Italia, a Monza y Maranello por pruebas— explica.

—Las tendré en cuenta, prometo que estos meses pasarán rápido.

Un silencio incómodo inundó la habitación, los tres monegascos se miraban sin decir una palabra.
El silencio se corta con Camille entrando a la sala.

The Royal Family || Charles Leclerc Donde viven las historias. Descúbrelo ahora