Primera

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Cuando Ash vio por primera vez a Sal en casa de Todd le pareció un chico curioso e interesante, todo un misterio rondaba ese cabello azul peinado en dos coletas y aquella prótesis que por más amable que quieras parecer, lo primero que te preguntarás es "¿Qué le pasó?". Pero una vez que lo conoces, Sal es el chico más tierno y adorable que hayas conocido en toda tu vida y eso, empezó a atraer a Ash y a llamar su atención.

Sal solía ser tímido cuando se trataba de ella, y mientras más seguía viendo a Sal más empezaba a gustarle. Algo le decía que quizás el chico de pelo azul aún no se daba cuenta o simplemente le daba vergüenza dar el primer paso, por lo que cayó en la conclusión de que ella haría lo que sea para conquistarlo. No necesariamente los chicos son los únicos que pueden mostrar interés o cortejar.
Pero, con eso una rivalidad empezó a nacer cuando se enteró de que Travis Phelps también gustaba de Sal, sabía que iba tras él sin embargo el chico de pelo azul no parecía darse cuenta, por lo que tomó aquello como una competencia ya que, Sally era bisexual y tanto ella como Travis tenían oportunidad. Ambos sin decir una palabra firmaron la sentencia de "veremos de quien se enamora primero".

Sería como un juego de supervivencia... y ojalá que la suerte esté de su lado.

Todo empezó con los cumplidos, Ash estaba tratando de saber qué podía decirle pues no quería sonar estupida al comentarle "Ah, tu cabello se ve lindo hoy" o "oye sal, me gusta tu ropa, ¿dónde la compraste?". Eran cumplidos tontos y muy genéricos, no eran el tipo de cumplido que le dices a alguien que te gusta. Sin embargo la vida le sonrió y ocurrió algo que, a pesar de ser algo un poco trágico, usó a su favor.

Sal sin querer se había lastimado parte de su sensible rostro y no se hizo esperar la sangre que corrió por debajo de la mascara, Ash era verdad que se preocupó así que sin importarle los comentarios despreocupados de Fisher ella lo acompañó al baño a ayudarlo a limpiar la herida. Esta no era la primera vez que veía su rostro y aún así le daba un poco de impresión no porque le pareciera horrible, si no de una manera empatica en la que pensaba constantemente en lo doloroso que fue la niñez de su amigo, por más que quiera no podía evitar hacer ojos de preocupación y observadores. Tomó su pañuelo y le ayudó a limpiar con delicadeza cuando vio sus ojos, por supuesto que ya sabía que eran azules pero uno en particular tenía un brillo hermoso, como de muñeca de porcelana, y mientras desinfectaba sus heridas una bombilla imaginaria se encendió en su cabeza.

–Sal, ¿ya te había dicho lo hermoso que son tus ojos? Sobre todo el derecho.

Sonrió y gritó victoria para sus adentros por su halago improvisado pero significativo, pero supo que algo que dijo quizás no había sido lo mejor al ver a Sal confundido.

–Es de vidrio.

Comentó y Ash hubiera sido capaz en ese momento de correr al patio de la escuela y enterrarse para que se la tragara la tierra. Cerró sus ojos fuertemente y soltó su pañuelo para taparse la cara.

–Lo siento, no lo sabía.
—No te preocupes, no me molesta. Travis empezó a decir cosas similares, esta mañana me dijo: "Que entre él y yo hay más química que en una tabla periódica." Y creo que no le entendí, ni siquiera tomamos química juntos.

Ash río por la inocencia de Sal y siguió ayudándolo con su rostro. Aún después de su mal comentario, se sentía ganadora, al parecer Travis no era bueno con las palabras o los halagos, siempre llamaba a Sally "chico raro" pero... no era de mala manera a su vista.

Esta conquista iba a ser más sencilla de lo que esperaba.

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Sal pasaba casi todas las tardes con Larry una vez terminaba la escuela, hacían muchas actividades junto, entre ellas ir a la casa del árbol del castaño, pintar, tocar la guitarra y, como justo están haciendo ahora, mover violentamente la cabeza al ritmo de Sanitys Falls.

Quizás no se libren del dolor de cabeza o mareos que aquello les pueda provocar pero sin duda la pasaban fenomenal, y usualmente aquello no era peligroso más allá de que su cerebro estaba constantemente en movimiento. Hasta hoy, pues la prótesis de Sal sin querer salió volando e impactó fuertemente en la cara de Larry, haciendo que gotas puras de sangre salieran de su nariz.

–¡Larry!

Gritó Sal tan preocupado que el miedo podía notarse a larga distancia. Larry por otra parte masajeaba su cara mientras revisaba que la prótesis no estuviera rota y sonrió para que su pequeño amigo no se sintiera culpable.

–Estoy bien Sal, solo fue un accidente.

De todas formas Fisher se molestó en revisar para asegurarse de no haber lastimado tan horriblemente a Larry y fue entonces que cayó en cuenta de algo.

No tenía su prótesis.

Larry no lo había visto sin ella antes, ni cuando le acompañaba en los momentos en los que Sal tenía revisión médica o al viejo Oswald Asylum para ver si reducían su ingesta de medicamentos psiquiátricos. Y aún así el castaño no había hecho un gesto diferente a lo usual, no había fruncido el rostro, ni lo había mirado con lastima o asco, tampoco usó un tono diferente en su voz (siempre le hablaba muy cariñosamente a Sal) y mucho menos hubo comentarios de sorpresa al respecto. Lo miró exactamente igual que si hubiera llevado la prótesis.

No había mirado a otro lado.

Y eso hizo que Sally face se rompiera en llanto sin querer. El castaño era ahora el que lo miraba completamente asustado preguntándose si había dicho algo malo o también había salido herido.

–¿Viejo, estás bien?

Se acercó al peliazul y lo abrazó cuando Sal tapó su rostro con sus manos, este no iba a decir una sola palabra hasta que el quiebre en su voz pasara y Larry en parte cree entender el sentimiento porque, ahora también se daba cuenta de que era la primera vez que miraba el rostro de su mejor amigo. Sonrió mientras seguía acariciando la espalda del más pequeño.

–Sabes, tu rostro es súper cool, deberías usar menos esa prótesis, al menos no deberías conmigo.

Sal seguía callado pero aún apegado a su amigo, podía ver desde arriba como las orejas del peliazul estaban rojas, y no hizo falta palabras para que Larry entendiera que lo había hecho sentir normal. Y en cierta parte, muy especial.

–En un concierto de Metal serias la sensación, deberías acompañarme a uno, sería la envidio de todos los mugrosos.

Casualmente, ahora también se daba cuanta que le gustaba hacerle halagos a Sal, tomó nota mental para hacerlo más a menudo.

Tu Atención [Salarry]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora