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El denso aire del edificio llenó mis fosas nasales al dar la primera respiración dentro, el blanco de las paredes y muebles no lograba iluminar suficiente el lugar para conseguir un ambiente más acogedor.
Miré al rededor, el personal de enfermería iba de un lado a otro junto a doctores y demás personal médico.
El área de Oncología siempre parecía ser la más silenciosa del hospital, exceptuando los momentos en los que las alarmas de emergencia en alguna habitación o algo por el estilo empezaban a sonar.
Apesar de ser el área pediátrica el ambiente pesado no desaparecía del lugar, los dibujos coloridos y algo gastados en las puertas de las habitaciones no le daban comodidad al lugar en absoluto.
—Wanda, ya estás aquí —Una enfermera de cabello levemente gris debido a las canas y con aspecto amable se acercó a mí—
—Claro ¿Los niños como están? —Dije con el tono más tenue y calmado posible recibiendo un suspiro de la mujer——Bueno, están luchando aún, aunque todos están felices de que hoy vayas a verlos —Asentí y miré al pasillo preparándome mentalmente—
Siempre fue difícil para mí estar en las áreas más duras de ver del hospital pero aún así me gustaba ir ahí a darle algo de color a un panorama tan gris.
Al entrar a la nueva habitación nada parecía haber cambiado, exepto por las risas dulces de algunos niños sentados jugando animadamente.
—¡Wandita! —Un niño de no más de 5 años con la piel pálida y un gorrito rojo me abrazó dulcemente
Acepté su abrazo con una sonrisa viendo sus ojos verde que aunque se notaban cansados, eran brillantes. La forma en la que sonreía me recordaba tanto a él, siempre aparecía como flashes en mi cabeza, Pietro.
—Si que me extrañaste Nathaniel —Le dije con una sonrisa— El sólo asintió y se sentó junto a los demás niños frente a una silla
Unas horas cómodas pasaron, entre lectura y juego con los niños algunos más energéticos que otros.
Cuando pude terminar fuí a una de las clásicas máquinas expendedoras que tenía barras saludables, bebidas energéticas, dulces y demás cosas para saciar el hambre momentáneamente.
Elegí una fritura y una bebida para pasar el momento y después de un rato regrese a la habitación infantil esperando ver a los niños antes de irme.
Al entrar noté a una chica, estaba sentada en una silla frente a Nathaniel pero algo alejada de el, además de tener puesta una mascarilla especial. Me parecía curioso no tenía idea de que nadie más hiciera voluntariado en esta área además de mí.
El pequeño parecía conocerla pues jugaba con ella felizmente lo cual no era común en el pues solía ser algo más tímido.
La chica tenía ojos verdes que se notaban algo cansados pero aún así eran muy brillantes, era lo único que se podía ver de su rostro a causa de la mascarilla.Su cabello era de un tono rojizo, sus manos eran algo delgadas lo que las podía hacer parecer rudas.
Ella me miró un momento y ladeó la cabeza sin dejar de mirarme.
—¿Eres enfermera? —Negué con la cabeza ante mí repentina dificultad para hablar al escuchar su voz algo profunda pero femenina —¿Entonces? — La mirada de la pelirroja divagaba pero aún así hacía firmemente sus preguntas
—Me llamó Wanda Maximoff, vengo aquí cada semana, desde hace un mes —Explique cómo pude——Soy Natasha Romanoff
Ella estaba de alguna manera aislada del resto de la habitación, estaba a poco más de un metro de Nathaniel pero jugaba con el. En ese momento una enfermera entro algo apurada.
—Natasha, no deberías estar aquí, te lo hemos dicho, vamos ya
Dijo de forma autoritaria aquella enfermera, la pelirroja solo suspiro y se despidió a la distancia del pequeño que jugaba en la alfombra para después salir de ahí.
No pude evitar pensar en esa chica hasta después de que había salido de ese lugar pues únicamente sabía su nombre y de sus brillantes ojos verdes.
No tenía idea quien era en realidad ni que provocó en mí que no podía describir pero sí sabía que quería descubrirlo.
La siguiente semana no cambio demasiado mi rutina, no hacía lo mismo en el hospital cada semana, a veces ayudaba a otro tipo de pacientes.
Siempre se sentía ese ambiente pesado que no era agradable y esta vez me pareció que sería más pesado pues tenía que ir con pacientes terminales.
Cada habitación era como un mundo diferente, una historia diferente por contar y un sufrimiento de diferentes sentidos.
—Señorita Wandita —La voz infantil que reconocí al instante me hizo sonreír
—Nate— Lo abrace cuidadosa y sonriente
—Oh, antes de que lo olvide, tengo algo para tí —Me dijo de forma dulce y me entregó una hoja —Me dijo mi hermana nati que te lo diera —El niño se balanceaba jugetonamenteMí rostro tenía una expresión totalmente confundida, la hoja entre mis manos no resolvía ninguna de mis dudas.
—¿Hermana, Nati? —Cuestioné en voz alta—
—Sí, nati —El niño no dijo más y se alejó de ahí dejándome aún más dudasMe senté en una de las sillas del hospital y abrí la pequeña hoja doblada sin mucha dificultad revelando una caligrafía bastante limpia.
"Me gustaría poder verte de nuevo, soy Natasha, espero que me recuerdes."
Mi mandíbula pareció caer tan pronto leí esas líneas, era la chica que había visto la semana pasada.
Mis mejillas subieron de temperatura y mi corazón pareció desbocarse sin una razón aparente.Tiempo después de haber salido del hospital aún me encontraba sorprendida leyendo una y otra vez aquellas palabras plasmadas en ese papel.
La recordaba, claro que lo hacía y me dí cuenta que yo también quería volver a verla.
"No me dí cuenta que siempre supe que serías tú y solo tú pero tal vez no era en esta vida o en este momento pero aún se que serás tú de cualquier forma" -WM
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White Blood |Wandanat|
FanfictionEl dolor físico no fue nada comparado con el dolor de mi pecho al sentir como mi vista se nublaba, alejándome de lo que más amaba, de tí y una vez más te tenía que dejar ir... Teníamos que dejarnos ir.