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Solo escuché algunas voces a lo lejos mientras veía cómo muchas personas del personal médico se acercaban, una de las enfermeras me sacó de ahí, me sentía desorientada y con ganas de vomitar.
Era horrible la sensación de familiaridad que había tenido en ese momento, no pude evitar regresar a algunos años y el accidente.
Me sentía tan adolorida y no sabía cuánto más podía soportarlo.
—Wandita ¿Estás bien? Toma bebé algo —La enfermera me acerco una botella de agua pero en cuanto intenté tomarla mis manos temblaban perdiendo la fuerza para hacer cualquier movimiento—
No puede, ella no... Ella no podía irse así, solo eso rondaba por mí cabeza.
De pronto Nathaniel se acercaba con una cara bastante afligida.—¿Que te pasa Wandita? Estás pálida ¿También enfermaste? —No pude responder en absoluto solo negué—
El niño pareció ser una punzada más en mi pecho ¿Cómo le dirían a aquel pequeño que la única persona que tenía en este mundo estaba en peligro?
Las horas pasaron eternamente, Nathaniel dibujaba en el piso sin estar enterado aún de lo que pasaba, movía ansiosamente mis piernas.
La mujer de mediana edad se acercó después de un par de horas bastante nerviosa.
—Wanda... —Levante mí vista, estaba segura que mis ojos yacían hinchados por lágrimas que había intentado ocultar fuertemente del menor
—Me llegó el reporte del médico de Natasha —El más pequeño se levantó rápidamente al escuchar ese nombre——¡¿Nati?!¿Ella está bien? ¿Se mejorará pronto? —El dolor estaba ahí de nuevo, la voz infantil y esperanzada del pequeño me rompía un poco más
—Nate... Lo siento ella... No soporto más su cuerpo estaba muy débil y ya no pudieron hacer nada —Esas palabras se clavababan como un cuchillo en mí—
Volvía a pasar, una vez más perder a alguien de esta forma.
—El niño no pudo más, era demasiado pequeño, lo lamentamos —Mi madre me sostuvo en ese instante para después alejarse como cualquier otra persona—
Quería que fuera una mala broma todo esto, quería verla otra vez, que me pidiera que le trajera galletas a escondidas o mostrarle los dibujos de Nathaniel.
—¿Qué? No, es una muy fea broma ¿Verdad? Wandita dile, Natasha está bien estoy seguro, ella... Ella —La voz del niño temblaba
Me arrodillé a su altura con mí labio temblando
—Nate... —Intente calmarlo pero no parecía funcionar—
—No no, ella lo prometió, Nati siempre cumple sus promesas dijo que saldríamos de aquí y que se sentía bien —Alegaba el menor con lágrimas rodando por sus mejillas—No pude más, lo abracé sintiendo como el pequeño dejaba ir toda la fuerza que estaba haciendo y se dejaba sostener mientras sentía su pecho hipar por los sollozos, dejé correr mis lágrimas.
No sabía que parte de mí dolía más solo sabía que no se podía comparar con ningún dolor que yo haya sentido, ella no era comparable con nadie que yo hubiera conocido.
Habían pasado ya un par de horas más, Nathaniel se había quedado dormido en mis brazos, como sí hubiera gastado las fuerzas que le quedaban hoy para simplemente llorar.
Estaba decidida a cumplir lo que le había dicho a Natasha, cuidaría muy bien de ese pequeño, sabía que el no era Natasha y tampoco era Pietro, no me podía dejar llevar por recuerdos que lastiman el corazón, simplemente era Nathaniel un niño que había perdido lo único que le quedaba aquí.
El día siguiente llegó, dormir fue todo un reto para mí pues siempre que intentaba conciliar el sueño la veía ahí, sabía que su imágen y su tacto nunca se desvanecerá de mí, mis labios aún parecían tener esa sensación de hormigueo que tuve al besarla... La última vez que la ví.
Llegó el momento de papeleos y de más cosas, tuve que firmar algunos documentos para que se me hiciera la entrega de objetos de Natasha pues no había nadie más que fuera.
Recibí una caja no muy grande con varias cosas, Nate estaba muy triste y no quería ver la caja o salir de habitación era difícil para el hasta que con esfuerzo lo convencí.
—Ella se fue que sentido tiene conservar sus cosas —Hablo el niño en bajito sentado con sus rodillas dobladas—
—Entiendo que te sientas así pero tú la querías mucho por eso es bonito conservar su recuerdo —Explique calmada——La quiero, la quiero mucho
Dijo el pequeño, yo asentí y abrí la caja, no había tantas cosas, un cambio de ropa que tenía un olor fuerte a ella que con el tiempo guardado se empezaba a desvanecer, unos cuántos dibujos de Nathaniel que había guardado, habían fotos con las que el menor quería quedarse y hasta el fondo, una carta.
Estaba escrita para mi, en la primera cara del sobre tenía mi nombre y el de ella, lo abrí con especial cuidado.
"Hola Wandis, soy Natasha bueno eso ya lo sabes, escribo esto por qué soy muy cobarde para decirtelo en persona. Y es que, me haces tan feliz me gusta ver tu sonrisa cuando llegas a verme, la forma en la que siempre intentas estar cerca aunque no nos dejen, también cuando me traes galletas.
Eres diferente y me encanta haberte conocido, pero también se que no tengo mucho tiempo bueno eso dicen los doctores pero de todas maneras estoy segura de que existen otras vidas y nuestra historia no habrá acabado aquí.
Me gusta todo de tí, me gustas y me encanta esta sensación en verdad, gracias por todo y te amo Wanda"
—Octubre del 2019Una lágrima recorrió mi mejilla quedando marcada en el papel, tomé algo de aire pues no quería derrumbarme estando Nathaniel a mi lado.
Existen cinco estapas del duelo, negación, irá, negociación, depresión y al final llega la aceptación.
Eventualmente aceptamos que no podemos hacer nada más, no esta en nuestras manos pero aún así siempre queda una espina clavada en el corazón dejando una marca que siempre es imborrable.
Ambas dejaron una marca en la otra sabiendo que en otras vidas tal vez podrían volverse a encontrar.
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White Blood |Wandanat|
FanfictionEl dolor físico no fue nada comparado con el dolor de mi pecho al sentir como mi vista se nublaba, alejándome de lo que más amaba, de tí y una vez más te tenía que dejar ir... Teníamos que dejarnos ir.