8. Buscando respuestas

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Cuando mi madre murió y mi padre se volvió a casar yo apenas tenía ocho años

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Cuando mi madre murió y mi padre se volvió a casar yo apenas tenía ocho años. Mi madrastra era una buena persona, no puedo quejarme, ella siempre me trató como si fuera su propio hijo e incluso estaba más pendiente de mí que de New, mi hermanastro. Mi padre siempre viajando y dedicado a sus negocios nos dejaba solos mucho tiempo. Me encerraba en mi habitación y lloraba hasta quedarme dormido porque las fuerzas me abandonaban. Después de todo, yo era tan solo un niño que había perdido a su madre y necesitaba desesperadamente el afecto de la única persona importante que quedaba en mi vida —mi padre— y él no estaba.

A pesar de todo, nunca fui uno de esos niños que se deprimían y cohibían, al contrario, yo comencé a sonreír, no permitía que nadie me viera triste. Siempre mostré una sonrisa —no era fingida, siempre fue muy real—. Con el paso de los años, mi papá dejó de viajar y pasó más tiempo en casa. Siempre nos llevaba a reuniones y eventos donde podíamos compartir con los hijos de sus amigos y socios. Fue así que conocí a Lynn, ella era preciosa, un año mayor que yo, pero me gustaba mucho. Tenía doce años cuando la conocí y quince cuando le dije que me gustaba, claro que ella me rechazó, no solo una sino tres veces, pero tan persistente como era, no me rendí. Durante mi último año de escuela el día que cumplí diecisiete años volví a pedirle ser mi novia —ella ya estaba en la universidad—. Pero me sentí el chico más feliz del planeta cuando me dijo que sí. Fuimos a la playa con nuestras familias —a uno de los hoteles de su padre— y me ausenté del colegio casi una semana.

Habíamos pasado unos días maravillosos, pero al regresar, las cosas cambiaron.

Cuando entré al salón aquella mañana con Arm y Lee, estaba muy contento porque tendría mi primera cita a solas con Lynn. En dos días ella se iría a la universidad y habíamos planeado encontrarnos en el café que estaba junto a la escuela, porque ese día yo tendría una competencia en el club de natación y no podía ausentarme. El ruido de un grueso libro azotándose contra el piso llamó mi atención, giré a ver hacia el lugar donde se originó el ruido y te vi, me miraste sonrojado y no pude evitar sonreír, me pareciste un niño lindo, nunca te había visto así que asumí que eras nuevo. "Oh Gun eras tan lindo entonces y sigues siéndolo, aun". Faltaba una hora para mi cita con Lynn, pero estaba tan ansioso que no pude aguantar más. Me dirigí al lugar, pensando en pedir algo y esperar a mi novia allí, pero grande fue mi sorpresa cuando vi que un hombre le abrió la puerta de un lujoso auto y ella lo besó. Ella lo abrazó del cuello, él apretó su cintura, atrayéndola más a su cuerpo y se besaron por varios minutos. Me acerqué un poco más con la idea de enfrentarlos —pero no lo hice— tomé mi celular y les saqué una fotografía. Volví a la escuela y fui a la práctica, eran las siete de la noche cuando terminó. Había comenzado a llover, así que me senté en las gradas del pasillo que daba al patio y saqué mi celular, lo encendí y los mensajes llegaron uno tras otro —eran como cien— la mayoría de ellos de "mi novia". Leí algunos al azar, ella me reclamaba por haberla dejado plantada, me llamaba inmaduro y decía que había sido un error aceptar salir con un chiquillo inexperto como yo. Decidí responder a ese enviándole la foto que tomé de ella besando a Joss, el estudiante de tercer año de medicina, alto, inteligente, guapo y millonario, el sueño de cualquier chica, besándola a ella que supuestamente era mi novia. Sí, claro, lo conocía muy bien porque nuestros padres eran socios. Lynn vio el mensaje y acto seguido me bloqueó.

Reencuentro con el amor (Libro #3) - HP4.2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora