Capitulo 19

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Mía estaba en pleno ataque de nervios. Marizza lo supo en cuanto Franco le abrió la puerta de casa, después de recogerla en el aeropuerto esa mañana, y oyó un grito agudo. Y por si fuera poco, parecía que Sonia tampoco hacía mucho para ayudar. La madre de Marizza revoloteaba por la casa dando gritos a diestro y siniestro, encargándose de los últimos preparativos para la boda, que se celebraba dos días después. Cuando vio a Marizza se abalanzó sobre ella llenándola de besos, pero estaba tan ocupada con lo de la boda que tuvo que dejarla enseguida.

Franco dejó la maleta de Marizza en su habitación y, por el suspiro y la mirada desesperada que le dirigió cuando volvió al salón, ella supo que el pobre hombre hacía días que aguantaba los nervios de su hija y su esposa. Él aún conservaba un poco de paciencia pero en cuanto Luján y Flor aparecieron como un terremoto junto a ella para darle la bienvenida, supo que ellas ya habían perdido la paciencia.

- ¡Está loca Marizza! ¡Más loca que nunca! –le dijo Luján después de abrazarla.

- ¿Dónde está? –preguntó Marizza riendo mientras cogía en brazos a Flor.

- En su habitación.

Poco tiempo después Luján y Marizza estaban haciendo una de las cosas que nunca hubieron pensado que harían: abanicar a Mía para darle aire en uno de sus ataques, mientras ella respiraba con dificultad estirada en la cama (rosa).

- Todo va a salir mal, Marizza, lo veo, lo veo… Mamá no puede venir hasta el día de la boda… le surgió trabajo, vos sabés… ¿Y si llega tarde? Yo no me pienso casar sin ella. La familia de Manu vino, pero su hermana se puso enferma… Y Feli dice que la tarta que yo quería puede que no esté lista para el día…. ¡Me voy a morir!

- ¡No Mía no! –se apresuraron a decir sus hermanas, incluida Flor, que le acariciaba su largo y rubio pelo.

- Y con estos nervios seguro que me sale un grano…

- Mía, pará de decir boludeces… -dijo Marizza.

- Vos no entendés… esto es muy importante para mí.

- Sé lo importante que es… pero todo va a salir bien, tengo un buen presentimiento…-dijo Marizza con una gran sonrisa.

- ¿Y vos porqué estás tan contenta? –preguntó Luján con una ceja levantada.

-Por nada en especial…-se apresuró a contestar ella. Sus hermanas la miraron suspicaces pero no dijeron nada. –Ché, Mía… porqué no dejás de lamentarte y salimos un rato… así te relajás… Podríamos ir a la playa… hace mil que yo no voy.

- Si, es verdad, a mí también me apetece ir. –dijo Luján.

- Ok. Me irá bien ir. Necesito tomar el sol. –dijo Mía muy seria, que en realidad se moría de ganas de ir.

- Dale, pues vamos. –dijo Marizza sonriente.

- Voy a llamar a los chicos. –dijo Luján.

Una hora más tarde Marizza se estiraba en su toalla después de un buen chapuzón en el mar, donde seguían Roco y Fran. Mía y Vico estaban estiradas en unas hamacas, tomando el sol muy tranquilamente. Feli y Manu jugaban con Flor y Carlitos (el hijo de Feli), y Luján acababa de marcar un gol a Marcos en el partido de fútbol que se había organizado en la playa. Marizza observó como Pilar y Laura se abrazaban a Luján y Tomás y Guido metían bronca a Marcos por ser tan patoso en la portería (al parecer estaban perdiendo). Marizza sonrió y se puso boca abajo para secarse con el sol mientras escuchaba música.

Se estaba tan bien allí, con sus amigos, el calor y la voz de Pablo cantando en sus oídos. Se sentía en casa.

Vagamente fue consciente de que Mía hablaba con alguien por su teléfono móvil. Poco después supo de quien se trataba.

• Partido en dos || Pablizza •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora