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" ¿Eryn? ¿Que haces aquí a estas horas? Pensé que Bad no te dejaba salir hasta tarde" El rubio de ojos morados preguntó mientras veía al demonio sentarse en una de las sillas con un rostro bastante malhumorado.

" ¿que tomas cuando tuviste un mal día?" Preguntó el moreno mientras secaba sus lágrimas con la manga de su sudadera.

"uh, suelo tomar un ice coffee con caramelo, supongo"

" ¿Puedes prepararme uno? Lamento la hora, es bastante complicado explicarlo"

" no te preocupes, después de todo atiendo 24 horas" Purpled alzó los hombros mientras se retiraba a preparar el pedido del joven demonio.

El de cabellos rizados no pudo soportar las lágrimas, no era muy masculino o valiente de su parte, pero sinceramente esa noche había sido una mierda. Había huido y su mente solo repetía la misma imagen a cada segundo. Estaba cansado, sus piernas temblaban a un ritmo exagerado y los pequeños chillidos que soltaba eran signo para que Purpled se percatara de que esto no era para nada normal en el demonio.

Purpled salió de la cocina con una toalla en mano, viendo al moreno con su rostro tapado, como si fuera un niño de 7 años tratando de ocultar que estaba llorando. Los sollozos bajos fueron lo que hizo que el corazón de piedra de Purpled se ablandara un poco, suspirando mientras se acercaba a Eryn y ponía la toalla encima de los hombros del demonio.

El chico menor bajó sus manos para así ver a Purpled, quien simplemente con una terrible inexperiencia para consolar a alguien, puso su mano en la cabeza del otro. Creía que tenían un botón ahí que los calmaba.

Purpled le dio pequeñas palmaditas en la cabeza a Eryn, quien en cambio intentó limpiar su rostro aún cuando más lágrimas caían. El rubio suspiró, y ayudó al demonio a levantarse de la silla, para así dirigirse junto a él y llevarlo al sofá más cercano. Ya ahí, se sentaron los dos juntos, esta vez Purpled no dejo de lado su asco por la existencia humana, es decir, Eryn no era humano, no contaba.

Hizo que Eryn fácilmente estuviera junto a él en un semi-abrazo, donde la cabeza de Eryn estaba recostada en el hombro del rubio, Eryn tenía el hombro de un amigo para poder llorar si lo necesitaba, tenía el calor exterior del suéter de Purpled por si necesitaba algo cálido a su lado. Era bastante extraño, pero Eryn lo dejaría pasar, y Purpled también.

Eryn volvió a soltar otro sollozo, esta vez un poco más fuerte que antes, mientras tapaba su rostro llorando nuevamente, pero está vez, Purpled acariciaba su brazo mientras veía a la pared, dejando que Eryn pudiera soltarlo todo. Luego le daría la bebida, ahora el demonio necesitaba esto.

Toda la madrugada fue así, hasta que llegó el punto donde Eryn se quedó dormido en aquel sofá, como un vagabundo que consiguió refugio.

Pero está vez, con el suéter de Purpled como cobija encima.

Purpled's Coffee ShopDonde viven las historias. Descúbrelo ahora