Capítulo 1

21 0 0
                                    


Alva

Despierto sintiendo un ligero dolor de cabeza que se hace más fuerte a medida que avanzo por el pasillo tratando de llegar a la nevera y tomar una botella de agua.

Mi cuerpo parece recuperarse al 100% con un simple sorbo pero se que necesitaré más que eso, así que me sirvo una taza de té cargado y con dos de azúcar. Tuve que acostumbrarme a tomarlo todo el día o al menos la mayor parte de el ya que no bebo café y aquí es lo que más consumen.

Me doy una ducha bastante corta para poder llegar al trabajo a tiempo pero claramente mi día no comenzó de una buena manera al intentar encender mi auto más de tres veces seguidas y al ver que ya no iba a correr, pido un taxi el cual gracias a dios llega rápido a mi destino.

Pude sentir el regaño en cuanto entré al hospital a pesar de que no hubiese nadie a la vista.

—Llegas tarde, Alva —me reclama Romy—. Esta vez no te daré una sanción asi que date prisa, que acabamos de empezar la junta con todos los médicos.

Caminamos hasta la oficina y en silencio me siento sin mirar a absolutamente nadie. Al cabo de una media hora, nos ponen al tanto de todos los nuevos pacientes que debemos atender y a quién le asignarán cada caso.

Noto que dos carpetas quedaron apartadas de las demás y aprovecho de levantar mi mano.

—Quiero tomar el caso de esos dos pacientes.

—No.

—¿Por qué razón los apartó entonces?

—Se le asignarán a la nueva psiquiatra —deja a todos con un gran signo de interrogación en el rostro y algunos simplemente le restan importancia—. Estará aquí pasado mañana así que espero que le den una cálida bienvenida.

Da por finalizada la reunión y cada uno se va a trabajar. Para cuando termino las 4 sesiones, es Romy quien viene por mi para ir a almorzar.

—Oí un rumor por ahí que la nueva doctora es muy bonita —me sonríe y toma un sorbo de café—. Pero no te preocupes, que hay Romy para todas.

Me hace reír y termino mi almuerzo para atender a mi último paciente. Dejo todas mis cosas en su lugar y cierro mi oficina. A las 6 de la tarde visito a mis padres, los pongo al tanto de mi ajetreada vida, ceno con ellos, quedo en visitarlos de nuevo el fin de semana y con el estómago lleno de comida, me despido de ambos. Tomo un taxi y alrededor de las 9 de la noche, llego a mi departamento.

Preparo la tina al mismo tiempo que pongo Friends y me sirvo una copa de vino blanco. Permanezco más tiempo debido al cansancio así que solo me dejo llevar por unos minutos más.

Salgo envuelta en una toalla y aplico loción sobre mi cuerpo para ponerme el pijama e ir a dormir.

Durante los dos días repito la misma rutina, me levanto a la misma hora y para variar, llego atrasada. Tengo que aguantarme el regaño ambos días prometiendo que no volverá a pasar cuando todos saben que claramente se volverá a repetir.

Jamás sería una persona madrugadora.

Aquél día nuevamente había llegado 10 minutos tarde así que me apresuré para llegar a la reunión en la sala de juntas.

Media hora nuestro jefe estuvo hablando poniéndonos al día con todo y de la mejoría de todos los casos. Da el alta de algunos y es en ese momento, donde la puerta se abre dándole paso a una mujer despampanante. 

Su cabello rojizo ondulado le llegaba hasta la cintura, si era más observadora debía medir aproximadamente 1.73 o podía sumarle más ya que llevaba tacos en ese momento. Pero no fue la altura lo que me llamó la atención, fue su belleza.

Between Two SidesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora