Capítulo 4

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Lilah

El horroroso sonido de la aspiradora interrumpió mi agradable sueño provocando que despertara de mal humor. Quise ver el lado positivo de la situación pero el reloj a penas marcaba las 8 de la mañana. 

¿Quién carajos hace aseo a esta hora?

Exacto, doña Mercedes. Es la primera persona que se levanta en la casa y si no está usando la aspiradora, escuchamos la licuadora como despertador. Esa era su agradable forma de avisar que el desayuno estaba listo. 

Entro al baño a hacer mis necesidades y aún estando algo adormilada bajo las escaleras con Argos siguiendome, seguía sintiendo la almohada y sábanas pegadas a mi rostro.

—¡Buenos días alegria!, ¿como amaneció mi niña?

—Buen día. Creo que el haberme despertado a esta hora con ese escándalo responde a tu pregunta.

—Preparé tu desayuno favorito para que cambies esa cara, ¿tu hermana ya se despertó? 

—Y probablemente toda la cuadra —escucho como arrastra los pies y luego se sienta al frente mio—. Buen día por cierto, ¿mamá ya se fue?

—A las 7 de la mañana, para que vean que no solo yo me levanto temprano. Por cierto, Lilah, dijo que en cuanto estés lista pases por la empresa, necesita tu ayuda con algunas cosas. 

Tomamos desayuno en un silencio bastante cómodo y mi hermana solo me habla para preguntarme si puede acompañarme a lo que yo le respondo con un simple pulgar arriba. 

La ropa que pensaba ponerme dependía en este momento de mi estado de ánimo, asi que simplemente opté por un traje negro con unos tacones del mismo color. Estando ya lista, le pongo el collar a Argos, guardo unas croquetas en mi bolso, mi teléfono y mi billetera. 5 minutos después sale ella con un buzo gris completo usando las mismas gafas de sol Gucci que yo.  

A penas se sube al auto, conecta mi teléfono para poner música. Adapto la canción con la iluminación del mercedes dejándolo en un color morado. Paso por el Starbucks que está a solo unos minutos del edificio, compro un café para las dos y un agua para mi. Estaciono en la primera planta del edificio donde se encontraba el estacionamiento y lo dejo en el lugar reservado. Argos se baja en cuanto le abro la puerta y los tres entramos por el ascensor llamando la atención cuando pasamos por la recepción. Algunos dejan de hacer lo que están haciendo solo para saludarnos y ofrecernos todo tipo de cosas, hasta cuidar a mi doberman. 

LLegamos a la oficina de mamá y como temía, estaba todo patas arriba. Estaban los principales inversionistas, nuestro contador, algunos empleados y el director ejecutivo. 

Hasta aquí llegó mi paz. 

—Lo entiendo y honestamente no se como pasó todo esto, teníamos todo controlado, las cuentas iban bien y de repente, se fue todo en picada. Dejame hacer una llamada y todo quedará solucionado —se detiene cuando me ve llegar y lo único que hace es guardar su teléfono. 

—Lo que sucedió tuvo que haber sido muy grave para que el contador este aquí y sobre todo el director. Asi que hablen, los escucho. 

—Nos estamos yendo a la quiebra. 

—Y con mucha atención —me siento cruzando mis piernas dándole una galleta a Argos—. Señor tesorero si es tan amable de explicarme la situación se lo agradecería muchísimo. Con lujos y detalles sin omitir nada importante. 

—Recibimos una queja hace unos días atras de que un empleado no había recibido su respectivo sueldo, luego a las horas despues, tres empleados mas tuvieron el mismo inconveniente. Cuando revisé los fondos, no se cómo decirle esto pero, la cuenta está en 0. No tenemos ni siquiera un peso. 

Between Two SidesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora