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Estaba tratando de conciliar el sueño hace dos horas, pero la maldita música que tenía el chico de la habitación 10 no me lo permitía en lo absoluto, bufé, molesto.

Agarré mi móvil con las pocas fuerzas que tenía y le mandé un mensaje.

Ésta vez sí reí genuinamente, —pelotudo— rodé los ojos y finalmente pude descansar, tenía que estar con las energías renovadas para la visita de Valentina

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Ésta vez sí reí genuinamente, —pelotudo— rodé los ojos y finalmente pude descansar, tenía que estar con las energías renovadas para la visita de Valentina.

Era la única que me había visitado estos días, y estaba feliz por eso. Pero me desanimaba que mis padres no se dignaran a enviarme siquiera un mensaje.

Entendía que se distanciaran de mí por no ser como ellos esperaban (heterosexual y obsesionado con el manejo de empresas), pero estaba muriendo. ¿No podían ignorar eso por un momento y pasar los últimos meses a mi lado?

Era difícil, y doloroso.

diez.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora