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— Charlie, tienes helado ahí

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— Charlie, tienes helado ahí.

— ¿Dónde?

Él se acerca demasiado a mí, invadiendo  mi espacio, toma una servilleta y la pasa por mis labios con suavidad, dios, este chico, no lo conozco, pero, nunca es tarde para conocer nuevas personas, ¿no?

— Listo, ya está. — Vuelve a sentarse en su lugar y sigue comiendo de su helado como si nada hubiera pasado.

Mi cara es un desastre ahora mismo, la siento arder como nunca, es evidente que él lo ja notado, no puedo sentir más vergüenza en este momento.

Tomo una cucharada del helado y agacho la cabeza para ocultar mi rostro de la vista de Nick, quien me mira atento y con las cejas alzadas, solo está provocando que sienta más vergüenza.

— Estás rojo, Charlie. — Puedo observar claramente como intenta no reírse en mi cara.

Enrollo una servilleta y se la arrojé, pero solo provoco que salga su risa estruendosa llenando todo el lugar, ganando las miradas de algunos de los clientes que esperaban sus helados en el mostrador, otros estaban en las sillas, todos mirando a nuestra dirección.

— Vale, los estamos molestando, vamos a la terraza, vamos. — Antes de que dijera algo ya me había tomado del brazo, solo pude tomar mi helado con una mano.

Al llegar al lugar antes mencionado por Nick, puedo ver con claridad, era un pequeño patio trasero, lleno de césped y adornado con muchas flores, todo esto parece una fantasía, es como esos escenarios ficticios que usan para las películas, como esos que salen en los jardines reales que salen en la caricatura de La bella y la bestia, pero esto se ve incluso más real y llena de vida, es simplemente hermoso.

Bajo un pequeño árbol vi un perro de pelaje marrón y blanco, este parece estar en su sueño profundo, será mejor no molestar.

— ¿Te ha gustado? — Me pregunta, estando justo detrás de mí, puedo sentir su respiración chocar contra mi nuca.

— Es muy hermoso, pero, ¿Para qué es?

No recibo respuesta alguna, algo que me puso muy nervioso, ¿Qué mierda estaba tratando de hacer este chico?

Siento que voy a morir, él toma la cuchara del helado y la lleva a su boca, separándose al instante de mí.

— Creo que el de fresa es mejor que el chocolate, sí, será mi sabor favorito desde ahora.

Un gran suspiro y me volteo hacia él. Mi semblante estaba serio, pero intento disimularlo, su comportamiento a veces es muy raro, creo que solo lo hace para joderme.

— Me quiero ir a casa. — Su cara pasa de estar sonriente a confundido.

— Oh, pero, ¿Por qué te vas? aún es temprano, mmm... ¿Te incomodé?

— No, es eso, es sólo que mi abuela debe de estar preocupada por mí, no le he dicho nada antes de salir y pues...

— Está bien, Char, no te preocupes, yo te llevaré y de paso me iré a mi casa. — Me sonrie, o al menos eso trató de hacer.

...

Caminábamos por las solitarias calles, las que antes habían estado repletas de personas, ahora parece una especie de apocalípsi en donde los zombis acaban con la existencia del ser humano, supongo que es por el clima, está totalmente nublado.

— ¿No eres de aquí, cierto?

— Sí, solo he venido de vacaciones a casa de mi abuela.

— ¿Estás seguro de que este es el camino?

— Sí, ¿por qué? — Paré de caminar, ya que él también lo había hecho.

— Es que yo vivo allá también... ¡¿Espera, la señora Spring es tu abuela?!, mi casa queda justo al lado, no sé como no logré verte antes.
— Sonrie amplio y se acerca a mí con real entusiasmo.

El destino a veces era bueno, otras veces no tan bueno, pero esta vez, es un gran hijo de puta.

— Oh, vaya, supongo que somos vecinos. — Finjo estar emocionado, cuando aparentemente no lo estaba, se supone que estás vacaciones iban a ser tranquilas y serenas, no con un grandulón hiperactivo respirando en mi nuca.

— Sí, estamos muy cerca, pero sería mejor si entráramos ya o nos caerá un diluvio encima. — Él toma mi mano sin previo aviso y me lleva casi a rastras a la entrada de mi casa.

Intento zafarme de su agarre pero el me sujeta con más fuerza, impidiendo que me fuera.

— Mira, tienes algo en el cabello, Charlie. — Se acerca a mí y deja un beso rápido sobre mi mejilla, separándose de mí al instante.

— Eres un descarado.

— Nos vemos luego, Char~

Era broma lo de conocer personas nuevas, esto es un infierno, no soy nada sociable.

Corro rápidamente hacia dentro de casa, las gotas de agua empezaban a caer sobre mí, no quiero enfermarme y no disfrutar de mis vacaciones, no estaba en mis planes, tomo los resfriados con mucha facilidad.

Entro a casa y lo primero que me recibe es el rico olor chocolate de mi abuela, ella hace las mejores galletas y chocolates de todo el mundo, le encanta mucho la cocina, se la pasa inventando nuevas recetas, pero debe descansar, también tiene una cafetería cerca de aquí, mis tíos la atienden por ella porque no puede estar de aquí para allá. Vivir aquí sería algo magnifico.

— ¡Charlie! he hecho chocolate para los dos ya que está haciendo frío y veo que va a llover pronto. — Me siento sobre la mesa y ella pone delante de mí dos tasas de chocolate bien caliente y unas galletas recién horneadas.

— Gracias, abue, por eso he entrado, el clima está muy mal. — Tomo una galleta de el tazón, son de vainilla, están bastante ricas y suaves.

— ¿Qué hay de los vecinos? ¿Has conocido a los vecinos?

— Algo así, un chico rubio me invitó a su heladería, al parecer es de su familia, me lo encontré cuando estaba probando la comida italiana en un restaurante, fue todo muy raro. — Tomo un sorbo del chocolate después de soplarlo por un largo rato, Nick se veía agradable, pero era muy raro.

— Oh, has conocido al nene Nick, cariño, ese chico es una dulzura, ya verás, deberías salir con él, es un buen muchacho.

Mi cara se tornó roja en cuestión de segundos, ¿Qué ideas pasaban por la cabeza de mi abuela?

— Pero abue, ¡Nick no me gusta, además, nos acabamos de conocer! — Ella solo suelta una carcajada mientras se lleva una galleta a la boca.

Sweet Kisses; Charlie y Nick Donde viven las historias. Descúbrelo ahora