—Vegetta, no sé si quiero estar aquí.
No llevaban ni dos minutos en aquella casa desconocida y Luzu ya se sentía incómodo. Bueno, Vegetta ya le había repetido hasta el cansancio que no era una casa desconocida, pero Luzu jamás había estado ahí, así que se sentía en su derecho de llamarle desconocida a la maldita casa. Joder.
—Dios, Luzu, ya lo has dicho como mil veces. Que sí, ya sé que eres asocial y que prefieres estar en casa viendo Netflix y bla, bla. Pero hombre, no te hace nada de mal salir a disfrutar aunque sea una vez en tu vida. Además, ya te sentirás mejor cuando conozcas a los amigos de Rubius, vas a ver que la pasarás bien. —Vegetta prácticamente le gritó por encima de la ruidosa música mientras lo arrastraba por la casa.
Ah sí, Rubius, el novio de Vegetta y el dueño de la "desconocida" casa. Él era la razón por la que estaban allí. Luzu lo odió un poco en esos momentos y lo maldijo en su mente. Obvio que Vegetta también era culpable de arrastrarlo a esa fiesta, pero prefería dirigir su odio hacia Rubius.
Y hablando del rey de Roma, Rubius apareció desde lo que parecía ser la cocina. Luzu sintió ganas de vomitar al notar como la mirada del castaño se iluminó al divisar a Vegetta entre la multitud de personas. Demasiado amor en su presencia.
—¡Vegetta! —exclamó Rubius mientras se dirigía a encontrarlos. En cuanto llegó hacia donde estaban, abrazó a Vegetta como si no lo hubiera visto en mucho tiempo y Luzu desvió la mirada antes de poder ver como se besaban enfrente suyo. Sí, definitivamente demasiado amor en su presencia—. Qué bueno verte aquí, Luzu, pensé que Vegetta no podría convencerte.
Luzu solo le saludó asintiendo con la cabeza, su expresión demostrando sus pocas ganas de estar ahí. Rubius se dio cuenta y miró a Vegetta con una ceja levantada.
—Te imaginarás que lo tuve que arrastrar hasta aquí, así que no está de muy buenas ganas. —Vegetta explicó, cruzándose de brazos.
—Ah, bueno, Luzu, no te preocupes, estoy seguro que la pasarás muy bien en cuanto te des la oportunidad de disfrutar. —Rubius les sonrió—. Síganme.
Rubius los dirigió hasta una habitación donde dijo que se encontraban sus amigos más cercanos. Ahora, ¿por qué Rubius hizo una fiesta tan grande si se iba a juntar aparte con sus amigos? Ni idea, eran cosas de gente extrovertida que Luzu no entendía; además, el que tiene plata hace lo que quiere. Una vez adentro, Rubius le presentó a todos sus amigos, Alexby, Sapo Peta, Willy... estaba seguro que había como cinco amigos más, pero si Luzu era honesto, jamás le habían presentado a tantas personas en tan poco tiempo, así que se le dificultaría un poco recordar sus nombres. Como si no fuera suficiente, Rubius le dice que aún falta que llegue alguien más. Luzu jamás había odiado tanto socializar como en esos momentos.
Mientras tanto trataba de mantener una actitud normal y que los demás no se dieran cuenta que no quería estar allí (porque Luzu podía ser asocial, pero no era un desubicado). Agradeció en el momento en el que se le ofreció un trago, por lo menos podría ahogar un poco su agonía con alcohol. Ni siquiera sabía qué estaba tomando, en qué estado lo dejaría... podrían estar drogándolo, pero Vegetta estaba a su lado y él lo había obligado venir, así que si luego tenía que lidiar con un Luzu borrachísimo o un cadáver, pues era su responsabilidad y lo tenía bien merecido. En esos momentos, se estaba permitiendo odiarlo un poco.
Seguía matando su voluntad con lo que sea que tuviera ese vaso, cuando él entró por la puerta. Luzu siempre le ha dado cierta importancia a las primeras impresiones de la gente, su madre solía decirle que se puede saber mucho de una persona tan solo con la primera impresión. Por eso, cuando él apareció gritando, riendo, bromeando, sin tapujos y ni una pizca de vergüenza, muy en el fondo se sintió frustrado, porque debería estar juzgándolo, odiándolo y sintiéndose terriblemente incómodo con tal contraste a su propia personalidad, pero en vez de eso, estaba sintiendo cosquillas en el estómago y ojalá fueran ganas de vomitar. Maldito alcohol, estaba manipulando esta primera impresión.
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you hate to love me [luckity]
FanfictionPor eso, cuando él apareció gritando, riendo, bromeando, sin tapujos y ni una pizca de vergüenza, muy en el fondo se sintió frustrado, porque debería estar juzgándolo, odiándolo y sintiéndose terriblemente incómodo con tal contraste a su propia pers...