Final

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Guió a ChanYeol dentro de la habitación y rápidamente cerró la puerta detrás de él.

Soltó los cabellos del hombre y le dio un pequeño empujón, sin ni siquiera preocuparse porque ChanYeol pudiera tropezar. Tenía cosas más importantes de qué preocuparse, como convencer a ChanYeol que se pertenecían hasta el día en el que se murieran, e incluso después de eso.

KyungSoo se apoyó contra la puerta y cruzó los brazos sobre el pecho. —Desnúdate.

Era una orden sencilla, una sola palabra, pero pareció aturdir a ChanYeol. El hombre se volvió hacia él, con la mandíbula colgando casi hasta el pecho.

—¿Qué? —ChanYeol susurró.

—Ya me has oído, ChanYeol.

—¿Aquí? — ChanYeol extendió sus brazos para abarcar toda la habitación—. ¿Ahora?

—En este momento.

—Pero-

—ChanYeol. —Una vez más, una simple orden, una palabra simple. Pero esta vez, puso a ChanYeol en movimiento. Vio, con gran satisfacción, como ChanYeol lentamente se desabrochaba la camisa y luego los pantalones. Se quitó toda su ropa y cuidadosamente las dobló y las puso sobre la mesa antes de volver a colocarse delante de KyungSoo, con las manos colgando a los costados.

—Asume la posición, ChanYeol.

ChanYeol se mordió el labio, mirando indeciso los cojines del sofá.

KyungSoo se acercó, cogió uno y lo arrojó al suelo. No se perdió la mirada que le dio a través de sus pestañas mientras se colocaba sobre el cojín, asumiendo la posición de reposo.

Sólo cuando ChanYeol se había establecido, con sus muslos extendidos y las manos apoyadas en ellos, KyungSoo se apartó de la puerta y empezó a dar vueltas alrededor del hombre. Una vez que estuvo detrás de ChanYeol y fuera de su vista, cogió un condón y dos de los paquetes de lubricante, los metió en su bolsillo y se arrodilló en el suelo detrás de él.

Sintió como ChanYeol se agitó cuando colocó sus manos en la parte superior de los delgados hombros del hombre y comenzó a acariciarle los brazos. Dioses, amaba sentir esa suave piel debajo de sus manos. Era como tocar seda, seda caliente.

—Tú eres mío, ChanYeol —dijo con una voz, mucho más suave, de la que había usado antes —. ¿Sabes por qué eres mío, ChanYeol?

—N-No, Señor.

—Tú eres mío porque eres perfecto para mí. —Disfrutó al ver como el pequeño cuerpo se estremecía, sabiendo que había sido provocado en parte, por sus palabras y en parte por la forma en la que acariciaba su piel—. Cuando pienso en ti, no lo hago en términos de unos días o unas semanas. Lo hago en términos de toda una vida a tu lado.

—¿Toda una vida, Señor? —murmuró ChanYeol.

—Sí, ChanYeol, una vida —sonrió cuando este se apoyó sobre la mano con la que le acariciaba la mejilla—. Te quiero para toda la vida, con torpeza y todo.

—Soy muy torpe, Señor. Eso no va a desaparecer repentinamente.

KyungSoo se echó a reír. —Sospecho que no, pero vas a mejorar con el tiempo.

—Pero- —ChanYeol se mordió el labio de nuevo, sus ojos vagando lejos—. ¿Y si no es así, Señor? ¿Qué pasa si sigo siendo torpe para siempre?

—Aún te querría, ChanYeol. Siempre te querré. —Envolvió sus brazos alrededor del cuerpo del hombre y lo apretó contra su pecho. Extendió la mano y agarró la barbilla de ChanYeol, inclinándolo hacia él, y luego esperó hasta que, por fin, su mirada se levantó para encontrarse con la suya—. Te amo, Park ChanYeol.

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𝑒𝑛𝑡𝑟𝑒𝑛𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑎 𝑐ℎ𝑎𝑛𝑦𝑒𝑜𝑙 || 𝘴𝘰𝘰𝘺𝘦𝘰𝘭Donde viven las historias. Descúbrelo ahora