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Un fuerte llanto de bebé se hizo presente nuevamente en medio de la madrugada, acabando con el silencio

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Un fuerte llanto de bebé se hizo presente nuevamente en medio de la madrugada, acabando con el silencio.

Chan se removió en la cama, frunciendo el ceño por un momento, ya ni siquiera sabía cuántas veces su hijo lo había despertado con el característico llanto de los bebés. Sintió como la mano de colocaba sobre su brazo y lo removía.

—Es tu turno... —dijo Jeongin somnoliento y con la voz grave. Chan suspiró cansado.

Se paró de la cama y fue a la minicuna, el cual fue uno de los tantos regalos de Hyunjin, que estaba al lado de la cama matrimonial. Tomó en brazos al bebé, revisando si era tenía hambre o era hora de un cambio de pañal, pero al verificar que estaba en perfecto estado, empezó a mecerlo en sus brazos. Poco a poco el llanto fue disminuyendo, hasta que solo se escuchaba la respiración tranquila del pequeño. Volvió a dejar a su hijo en la minicuna, se fue a sentar en su lado de la cama y miró el reloj que estaba en la mesita de noche, donde marcaban las seis de la mañana. Con sus manos desordenó su cabello.

Desde que le dieron el alta a Jeongin y a Minho, los mayores no podían dormir más de dos horas recorridas, y las ojeras se iban marcando mucho más.

El estómago del rubio empezó a hacer ruido, tenía hambre y podría aprovechar de darse una ducha rápida.

Se levantó y se fue a la cocina, empezando a hacerse un café y unas tostadas. Estaba más dormido que despierto, tanto fue que ni siquiera se dio cuenta que le echó sal en vez de azúcar a su café, o que a las tostadas le puso yogurt en vez de dulce. De cualquier forma, aun sin darse cuenta, masticó un pedazo de la tostada, e hizo una mueca al sentir la rara combinación. Para quitarse el sabor, le dio un buen sorbo a su café, el cual escupió en el lavaplatos.

—¿Pasa algo? —preguntó Jeongin entrando a la cocina. Tenía su cabello desordenado, apenas y abría un poquito sus ojos.

—¿Uhm? No, nada... —bostezó. Se pasó sus manos por su cara, intentando despertarse completamente— ¿Por qué estas despierto? Anda a la pieza y duerme, In —se acercó al omega, acariciando la mejilla de este.

—Lo haría encantado, pero debo hacer la leche para Minho —empezó a tomar las cosas para hacer la leche para su hijo, comprobando más de tres veces si había puesto las cantidades correctas. Hizo un puchero cuando tenía en su mano la mamadera lista con la leche—. Tengo tanto sueño... —Chan lo abrazó, rodeando con sus brazos la cintura del pelinegro. El omega escondió su cara en el cuello de su esposo, descansado un par de segundos. La tranquila burbuja en la que estaban se rompió cuando escucharon el llanto de su hijo. Jeongin lloriqueó y Chan soltó una risita cansada.

Ambos estaban con licencia paternal, así que tenían tiempo para adaptarse y cuidar a su hijo, ya que descansar era lo que menos hacían.

Ambos estaban con licencia paternal, así que tenían tiempo para adaptarse y cuidar a su hijo, ya que descansar era lo que menos hacían

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Chan y Jeongin estaban doblando la ropa que hace poco había salido de la secadora. Estaban sentados en el sofá mientras dejaban la ropa doblada a un lado. Debían aprovechar que Minho estaba durmiendo.

—No puedo creer como hemos aguantado hasta ahora, con suerte y dormimos —dijo Chan, dejando su parte de la ropa doblada a su lado.

—No me sentía así desde nuestro internado, aunque creo que esto es peor —hizo una mueca—. ¿Así hice sentir a mis mamás? Ah... las llamaré luego para disculparme con ellas —sacó del canasto más ropa seca, empezando a doblarla—. Por cierto, debemos ir al supermercado a comprar comida, si no vamos esta semana, lo único que tendremos es la leche para Minho y sería lo único que nos alimente... ¿Chan? —frunció el ceño al no recibir respuesta. Cuando miró a su lado, estaba Chan recostado con la boca semiabierta, durmiendo plácidamente. Jeongin no pudo evitar sonreír.

El omega dejó a un lado la ropa, se acomodó junto al alfa, el cual pronto rodeó con sus brazos la cintura del pelinegro. Ya cómodos, se dispusieron a dormir lo máximo que pudieran.

Ser padres primerizos no era fácil, pero con el paso de los días iban aprendiendo más cosas, ayudándose mutuamente. Y aunque no pudieran dormir más de dos horas, dejaban de lado su sueño para hacer sentir cómodo a su hijo cada vez que este despertaba, buscando cualquier cosa que estuviera haciendo llorar al pequeño. ¿Cómo no se habían vueltos locos a estas alturas? Ni ellos mismos lo sabían.

 ¿Cómo no se habían vueltos locos a estas alturas? Ni ellos mismos lo sabían

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Sweet And Cold Baby² ☘ ChanInDonde viven las historias. Descúbrelo ahora