No hay ningún otro lugar...

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Se observaba al frente de aquel espejo de cuerpo completo emitiendo un largo suspiro. Se veía muy bien de traje, demasiado a su parecer y aunque ya lo sabía, no estaba muy entusiasmado.

Solo sería otro evento al que asistir.

–Wow se ve muy bien alteza– halagó Ewen entrando al dormitorio vestido formal– perfecto para la ocasión.

– Gracias.

–Bueno, si ya estamos listos creo que deberíamos bajar al salón– añadió Emile entrando al lugar– los demás ya están llegando.

Miraron a través de las ventanas para percatarse de la presencia de algunos de sus compañeros quienes caminaban en dirección al lugar asignado, todos vestidos decentemente para la ocasión. Se armó nuevamente de confianza, solo era un baile, nada que no haya visto antes. Podía hacerlo y entre más rápido saliera de eso más tranquilo estaría.

–Entonces, vamos– asintió saliendo del dormitorio seguido de sus amigos– terminemos con esto.

Bajaron las escaleras saliendo del edificio y siguiendo el camino que los llevaría al salón reservado. A medida que caminaban podía notar las miradas de sus compañeros sobre ellos al darse cuenta de su presencia. No era necesario que lo dijera pero podía escuchar los murmullos y susurros cada que avanzaba mientras que los ojos fisgones no sé hacían esperar. Llevó su mano izquierda al bolsillo continuando con su caminata, estaba acostumbrado a la atención por lo que esto, no era nada nuevo a su parecer. Llegaron a la entrada del salón mirando cada detalle con asombro.

No esperaba que todo se vería tan bien, claro, nunca estaría a la altura de otros eventos a los que haya asistido pero debía reconocer que el resultado no estaba para nada mal. Caminaron recorriendo el sitio mientras conversaban y veían como más estudiantes llegaban al salón, algunos de su clase y otros de la clase contraria. Platicaron por un tiempo hasta que notó una cabellera de color rosa entrar acompañada de Blackbell.

No pudo evitar mirarla entrar, literal, era la única que destacaba entre todos por el color de su cabello. Llevaba un vestido color rojo de aspecto liviano y simple que concordaba muy bien con su personalidad, su cabellera estaba arreglada y aunque no podía ver los adornos que llevaba todos los días, si podía notar la forma de estos en su peinado. Miró sus ojos verdes deslizarse por todo el lugar con emoción. Jamás esperó verla de esa manera tan...bonita.

Negó rapidamente con la cabeza al venir ese pensamiento.

Ya está aquí– pensó siguiéndola con la mirada hasta que notó como miraba en todas direcciones encontrando sus ojos. De inmediato giró el rostro sintiendo su corazón acelerarse en cuestión de segundos– ¡Rayos! Espero que no se haya dado cuenta.

Se reprendió a sí mismo, eso había sido una tontería ¿Notó que la miraba? Qué idiota en quedarse observándola fijamente, de seguro ya se percató de su presencia. Un ardor intenso se posó en sus mejillas siendo un invitado indeseable y solo esperaba que no lo hubiera notado.

–¿Está bien alteza?–preguntó Emile al verlo comportarse tan extraño–¿Se siente mal?.

– Estoy bien solo...-

–Segundo.

Escuchó su voz llamarlo levantando la mirada de inmediato. Estaba frente suyo con una sonrisa torcida y una mirada extraña, difícil de deducir, cómo las que siempre solía ofrecer antes de querer llamar su atención con alguna tontería.

–¿Qué mirás?–preguntó dando un paso hacía atrás– ¿Se te perdió algo o que?.

Intentó sonar lo más seguro que podía pero sus pensamientos le estaban jugando en su contra.

Misión: Baile.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora