QUINTO CAPÍTULO.

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Cuando era pequeña mi madre siempre me contaba una leyenda, la leyenda más conocida y popular del país y el mundo.

La leyenda vampírica.

Se decía que el rey era un ser oscuro y temerario el cual gobernaba de la mano con su esposa, una humana.

La mujer más hermosa que había nacido en la faz de la tierra.

Se decía que ella fue secuestrada por los vampiros como tributo hacía su rey, pero este al ver la belleza de la joven humana decidió hacerla su reina.

Su mujer.

Procrearon a sus descendientes con lo mejor de cada uno de ellos.

Mezclando la fuerza con la belleza.

Crearon a dos seres únicos y perfectos.

Los príncipes del reino vampírico.

Se decía que eran dos, el mayor; el primogénito y con derecho a la corona de los vampiros.

Mientras que el otro siempre sería el fiel consejero de su hermano mayor.

Había algo en los vampiros que era indiscutible; su lealtad.

Eran leales hasta la muerte y por proteger a los de su raza eran capaces de dar hasta su propia vida.

Seres chupa sangre evolucionados.

Se decía que podían salir a la calle sin temor al sol, que podían manifestar sentimientos como llorar y reír, podían sufrir daño físico pero sin llegar a morir y que cada uno de ellos poseía un poder único a parte de los conocidos por todos, como la velocidad, fuerza o resistencia.

Llevaría años, siglos tal ves.

Pero pronto llegaría la elegida para ser la esposa del primogénito al trono, y nuevamente la elegida debía de ser una humana, la más hermosa de todas, superando incluso a la actual reina.

Una nueva humana en el trono.

La humana lo amaría y se quedaría con él en los mejores y peores momentos, y juntos procrearían a dos gemelos que serían los nuevos herederos del trono.

Pero para que el joven príncipe reine, él debe casarse con la mujer elegida.

Y la mujer elegida había llegado.

Era la representación de la luna y la oscuridad.

Siempre solitaria pero no por eso menos hermosa.

Ella era descendiente directa de la primera reina y la profecía marcaba que solo ella podía reinar de la mano del príncipe, si no, todo el reino vampírico se vendría a bajo, trayendo ruinas y destrucción a toda su raza.

Pronto, muy pronto llegaría su futura reina.

¿O ya la habían encontrado?

Solo los suyos conocían esa respuesta.

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