Cuando todos duermen © [PAUSADA]

Ch 10. 🍭

Avertencia: este capítulo incluye contenido +18. Leer bajo su propia responsabilidad.

Grace.

A pesar de tener una buena copa de Martini en mis manos, no le prestó atención a la bebida. Mis ojos se encuentran observando cada rincón del lugar, claro, después de vigilar la entrada, con la esperanza de verlo cruzar el umbral de la puerta.

Yo sé que vendrá.

Dejo la copa en la barra. Olivia sentada a mi lado, me inspecciona con curiosidad. Es evidente que no estoy disfrutando mucho del ambiente del lugar, lo cual es contraproducente ya que fue mi idea el venir.

—¿A quién esperas con tantas ansias que no dejas de observar a la entrada?—pregunta.

Medito un momento si hacerle saber a Olivia o no. En algún momento se dará cuenta de lo que intento hacer, y además, necesito hablar de esto con alguien.

Al final me decido por contarle.

—¿Recuerdas al amigo de mi padre?—cuestiono, acercándome para que pueda escucharme a través de la música—. ¿El rubio que estaba con Eric en mi casa antes de venir?

Olivia medica unos segundos hasta asentir con la cabeza.

—¿Vladimir?

—Sí.

Permanezco en silencio con la mirada fija en ella, Olivia hace lo mismo, al menos hasta que procesa mis palabras y así al fin poder entender a lo que me estaba refiriendo.

Sus ojos se abren con exageración, apoya su copa con champagne en la barra y lleva una mano a su pecho. La reacción que está teniendo es demasiado graciosa.

—Exacto—confirmo a sus dudas.

—No.

—Sí.

—¡Grace!—chilla. Mira en diferentes direcciones antes de continuar—. Ese hombre está casado, y es el amigo de tu padre.

Rio por su reacción, más no por lo que dice. Es cierta cada palabra dicha, pero no pienso dar marcha atrás o sentirme culpable por algo.

Ni por nadie.

Pienso en Theresa.

—Aún sabiendo todo eso continuaré con lo que quiero, Olivia. Solo te cuento ya que en pocos minutos te enterarías, no quería que te sorprendieras tanto.

—Pero Grace, eso está muy mal.

—Y lo sé—juego con mi bebida—, pero no retrocederé, no es mi estilo.

Ella permanece en silencio, dándose cuenta que no cambiaría de opinión.

—¿No podías buscarte uno que no estuviera casado?—cuestiona en modo de regaño.