CAPITULO III.- GADREEL

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Al inicio

Me quede paralizado.............. ¿Qué es lo que ha pasado?, ¿por qué se está cayendo?, ¿la han herido?, no, no no, .... no puede ser, ¡!!!NOOOOOOOOOOOOOOOOO!!!! Grité, fue solo un segundo lo que demore en llegar donde ella estaba, la vi caer, aferrarse a la túnica del Arcángel Miguel y perder el conocimiento, me aterré, me arrodillé y la jalé hacia mí, colocándola sobre mis rodillas, no sabía qué hacer, nunca nos habían herido y no sabía cómo actuar, solo podía pensar que la estaba perdiendo y yo sin ella no podía seguir existiendo.

No quería perderla, no lo soportaría, mire la Lanza Clavada en ella, y me asuste, ¿qué hago? Pensé, a mi mente vino la historia de una leyenda muy antigua que decía que el Ángel que sea herido por la Lanza del Protector puede escoger nacer como humano y así preservar su esencia, y me aferré a eso, miré La Lanza Azul y Trate de sacarla lo más suavemente posible, concentrándome en no dañar a Uriel, cuando de pronto ella abrió los ojos y empezó a gritar, cerré los míos y jale La Lanza lo más rápido que pude, tratando de no prolongar más su sufrimiento, cuando sentí el arma libre en mis manos, la miré fijamente, el dolor se notaba en sus facciones, pero aún así me pude dar cuenta de lo hermosa que era, sus cabellos eran de un tono rojo cobrizo y caían desordenados sobre mis rodillas, sus ojos celestes llenos de lágrimas me miraban aterrados.

Sólo pude decirle, que no se preocupara, que aún había una opción, que si ella quisiera podría vivir como humana solo tenía que desearlo de corazón estaba desesperado no sabía que más hacer, ella me sonrió, cerró los ojos lentamente, y se desvaneció, desapareció en una bella luz dorada, a su costado La Lanza Azul también desapareció en un bello brillo celeste. Me quedé en la misma posición por un buen rato, Chidriel Ariel y Araziel que habían regresado de la batalla y estaban más atrás viendo todo, se acercaron a mí.

Chidriel puso su mano sobre mi hombro y Ariel me jaló hacia arriba, yo me dejaba guiar, incapaz de oponer resistencia, no dejaba de pensar en ella.

Lo siento mucho me dijo Araziel, sé que era tu mejor amiga.

No, respondí molesto, ella era más que eso, no sé cómo explicarlo, pero no quiero seguir aquí sin ella, no quiero ser un Ángel inmortal sin ella, prefiero desaparecer como ella lo hizo, se quebró mi voz; tape mi cara con mis manos para ocultar mi rostro, no quería ver a nadie, no quería estar con nadie, déjenme solo por favor, suplique.

Fue mucho el tiempo que me costó superar su pérdida, con la ayuda de mis amigos viví un día a la vez y por primera vez sentí la eternidad, tal como era ¡ETERNA!.

Pasaron miles de años, vi pasar cada una de las edades del hombre, los vi superar la edad de piedra, la de bronce y del hierro, vi nacer imperios y caer, sufrí con las guerras y catástrofes, me maravillé con la irrupción de la tecnología, pero todo sin ningún ánimo, solo hacía mi trabajo, proteger el reino de los cielos, hasta que un día sentí su esencia, muy leve, muy sutil, casi imperceptible.

Busque desesperadamente al Comandante, El Arcángel Miguel, viaje más rápido aún que el pensamiento y cuando lo encontré le dije lo que había sentido, se puso rígido como una piedra su impactante figura parecía más imponente aún.

Tenemos que comprobarlo me dijo y si es cierto tendré que hablar con Nuestro Padre.

Fuimos directo a la sala del trono donde había una pileta junto al árbol de la vida, introducimos en ella uno de sus brillantes frutos para ver el alma o esencia de los humanos, pasamos horas, días, meses, buscando una señal de Uriel, revisamos ciudades, poblados, aldeas, hasta que la encontramos en una ciudad de Perú llamada Trujillo, su esencia era muy débil, casi igual que la de los humanos solo que un poco más brillante.

La Lanza AzulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora