CAPITULO II.- Luana

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Nací en Trujillo una ciudad de Perú, país hermoso y de gran cultura, vivo en un distrito de clase media, tengo 17 años y no me va mal en los estudios, en realidad me va muy bien, me gusta mucho leer, ya que los libros logran desconectarme del mundo, vivo las obras como si fuera la protagonista, creo que me tomé muy a pecho lo que mi mamá me repetía desde pequeña, "no hay belleza sin inteligencia", creo que eso se debe a que ella me tuvo de muy chica, casi a la misma edad que tengo yo ahora y aunque mis abuelos nos ayudaron, ella tuvo que trabajar muy duro para sacarme adelante.

Ahora vivimos solas, y es como vivir con una amiga o una hermana mayor tenemos casi los mismos gustos, ambas somos muy alegres aunque físicamente somos diferentes, mi mamá es pequeña y de contextura mediana y le cuesta mantener su peso, así que la pobre vive a dieta, que muchas veces no le dan mucho resultado, tiene un hermoso cabello castaño que se ondula en las puntas y sus ojos son dorados como la miel

mientras que yo soy más alta y de contextura delgada, ojos color celeste, mi nariz es recta y pequeña, tengo los labios gruesos y llevo el cabello cobrizo en dos trenzas que llegan casi a la tira de mi brasier.

Estoy en mi último grado del colegio y se supone que este año tengo mi baile de graduación, yo todavía no tengo pareja ya que es muy complicado conseguirla dentro del colegio casi no nos dan tiempo entre clases y para remate mi mamá siempre quiere que la acompañe a visitar a mis abuelos cada vez que tengo tiempo libre fuera del colegio, y eso empeora las cosas ya que entre las tareas y las visitas a mis abuelos no socializo mucho, yo la verdad prefiero quedarme en casa, no es que no los quiera el problema es que viven muy lejos. Cuando era chica vomitaba mucho porque me mareaba en el carro, ahora aunque no vomito, me sigo mareando y mañana sábado tenemos que ir y no sé cómo escaparme.

¡Vamos Lu! No te demores tenemos que ganarle al tráfico.

Voy mamá, es que no encuentro mi celular.

Está sobre el microondas ¡ah! y no te olvides de sacar las llaves de la casa

Si, ya las metí en la cartera.

El camino fue aburridísimo, mis abuelos viven en Chiclayo una ciudad más al norte de Trujillo; todo el viaje iba muy calmado, mi mamá manejaba tarareando una canción de Juanes, hasta que de pronto el bus que iba delante nuestro empezó a zigzaguear, mi mamá se puso rígida agarrando el volante muy fuerte, haciendo que sus nudillos se pusieran blancos por la presión, disminuyó la velocidad, pero de pronto apareció otro carro en nuestro carril que venía en dirección contraria y que había sido obligado por el bus a salirse de su lado y pasarse al nuestro, mi mamá hizo una maniobra rápida sacando al auto de la carretera, pero perdió el control y el carro salió dando vueltas de campana. Todo se nubló, vi destellos dorados y después una completa oscuridad, no recuerdo nada más.

Cuando desperté estaba en el hospital, tirada en una cama muy dura, intenté reincorporarme, pero lo único que conseguí fue un mareo y un gran dolor de cabeza.

OH no, no mi amor, no te puedes levantar aún, mi mamá corrió hacia mí.

No es nada solo me maree.

Es mucho más que eso, te diste un buen golpe en la cabeza, quedaste inconsciente, has dormido casi 2 días. Afuera están tus abuelos, se preocuparon cuando nos demoramos en llegar y cuando llamaron no tuve más remedio que contarles, ya te imaginarás que no han parado de decirme lo mal que manejo, y yo no he tenido fuerzas para refutárselos.

¡Ay mamá! no ha sido culpa tuya, ha sido culpa del conductor del bus que parecía que se había quedado dormido.... Me senté en la cama, y dije: mmm Mamá tú crees que nos podamos ir a casa, no quiero quedarme aquí, no me gustan los hospitales.

La Lanza AzulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora