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Porchay siempre estaba en una batalla mental, terminar o no terminar.

Ahora comprendía a Kim, una vez que empiezas no puedes parar y Porchay tampoco podía hacerlo.

Pensaba en Kim, pensaba en Hansa y aun así su lado débil terminaba cediendo y tomando parte de aquel juego de roles.

Ahora no solo había fotos y llamadas también se grababa cuando se masturbaba, siempre esperando un mensaje de regreso en forma de alago.

—Ahhh... Ahhh... My Daddy.

Terminaba haciendo lo que Macau le pedía por muy morboso que fuera aquello y el no podía decir que no. No podía y no quería.

+

Macau le hacia sentir increíble, especial, tocarse mientras aquel hombre al que nunca le había visto el rostro ni había conocido en persona
le hablara a por el teléfono o por la pantalla del computador, gimiera su nombre y le dijera lo mucho que lo deseaba, era mucho mejor que cuando lo hacía solo.

Y estaba tentado a subir de nivel...
Quería conocerlo en persona hacer realidad lo que decía.

Y cuando estaba apunto de decir que si, volvía a la realidad. La realidad de su vida. Donde estaba casado y tenía una hija.

Una hija a la que amaba mucho y sino fuera por ella, hace mucho que hubiera mandado todo al carajo.

Si también a Kim.

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