11.

3 1 0
                                    

El día del aniversario de la muerte de mi padre había llegado, seis días habían pasado desde que Milán vino a visitarme, toda la semana estuve encerrada en mi habitación, Alesa se ocupaba en enviarme la copia de las tareas y los temas que habían visto, Milán comprendió que necesitaba tiempo sola, respetó que yo no quería ver a nadie así que me enviaba mensajes a cada cierto tiempo para asegurarse de que yo estuviera bien, estos días para mi han sido un poco difíciles, pero de cierto modo Milán lo ha hecho un poco menos duro a comparación al año anterior, ahora si podría decir que somos amigos, es viernes 14 de Diciembre de 2018 mi madre está de turno, como es de costumbre yo me encuentro sola, son las 4 de la tarde, faltan dos horas para que sea oficialmente el aniversario, he estado todo el día durmiendo, mis ojos están cansados ya de tanto llorar, me siento tan exhausta emocional y mentalmente, como es costumbre estoy sentada en la alfombra de mi habitación la música suena en el viejo tocadiscos de mi padre, que muy pocas veces utilizo, el día está helado y gris, una brisa golpea mi ventana, trato la manera de distraerme terminando de leer mi libro pero la tristeza simplemente no me lo permiten, cierro mis ojos y mis lagrimas comienzan a caer por mis mejillas .-él ya está en un mejor lugar, está en paz.- me dije a mi misma tratando de convencerme para poder calmarme, el sonido de alguien llamando a la puerta me saca de mis pensamientos, me quede unos minutos pensando en si era buena idea bajar a ver quién era, quien sea que estuviera tocando la puerta era muy insistente, decidí que era mejor ir ya que la persona podría estarse mojando. Baje las escaleras y antes de a abrir la puerta limpie mis lágrimas, al abrir la puerta un ramo de Gerberas de colores tapaban la cara del hombre. 

-Buenas tardes.-dije-.

El hombre bajó el ramo y me sonrió.- Hola pequeña, sé que no querías ver a nadie pero quise traerte estas flores-.

Milán estaba mojado, su cabello rizado mojado era largo, su nariz estaba roja, sus pestañas mojadas se veían un tono más como café, hacían resaltar sus ojos verdes.

-Pasa.-dije-.

Milán entró a casa y me entregó las flores, sus manos estaban heladas, recibí el ramo y fui a la cocina a dejarlas en agua, al regresar de la cocina vi que Milán estaba temblando de frío, se abrazaba a sí mismo para poder calentarse un poco. 

-Ven conmigo .-dije, tomé su mano y lo lleve a mi habitación-.

Abrí un cajón y saqué un pants y un sudadero gris, tomé una toalla y se lo dí a Milán.-toma, cámbiate o te hará mal, creo que te quedará un poco pequeño, pero será solo en lo que pongo tu ropa a secar.-dije poniendo la toalla y ropa sobre mi cama, salí de la habitación y bajé a la cocina, preparé dos tazas de chocolate caliente, subí a mi habitación con las dos tazas después de algunos minutos.

-Te traje una taza de chocolate caliente .-dije mientras abría la puerta, al entrar me encontré a Milán sentado en mi alfombra, al escucharme se levantó de golpe-. 

-Gracias, no tenías que molestarte.-respondió recibiendo su taza de chocolate-. 

Sonreí y dije .-no tenías que levantarte, te veías cómodo.- puse mi taza en mi mesita de noche, tomé mis almohadas y una manta calientita y las coloqué sobre la alfombra.- Ven siéntate -le dije-.

Milán se acercó y se sentó, tomé mi taza y me senté a su lado, tomé la mantita y cubrí sus piernas y las mías, suspiré y susurrando dije - bienvenido a mi lugar feliz-.

-Me gusta, es un lugar muy tranquilo, se siente como un hogar.-respondió dándole un vistazo a mi habitación-. 

Nos quedamos en silencio mientras tomábamos nuestro chocolate caliente, la música de fondo y la lluvia golpeando mi ventana me parecía una escena preciosa, voltee a ver a Milán, él se estaba quedando dormido o eso parecía -¿quieres acostarte un rato? -pregunté- Milán volteo a verme y asintió.

-Ven aquí, dije poniendo una almohada sobre mis piernas, Milán se recostó, acaricié su cabello húmedo, sus ojos se cerraron, después de unos minutos él se había quedado completamente dormido, sonreí y besé su mejilla, ¿por qué hay algo en ti que me hace sentir segura, en paz, que es eso que te hace tan especial Milán Dubois? pareciera que te conozco de toda la vida.-susurré-. 

Vi la hora en mi celular.- 6:30 marcaba el reloj-. Lagrimas volvieron a caer por mis mejillas, trataba de no hacer algún ruido, no quería que él me viera llorar. 

-Te amo papi, gracias por ser un buen hombre conmigo y mi madre, te extraño tanto, pareciera que apenas ayer te fuiste, voy a ser feliz y cumpliré mis sueños como te prometí.-dije en mi mente, un sollozo apareció y automáticamente mi mano se fue a mi boca.

Milán se despertó y al verme se levantó, se sentó frente a mí y me abrazó con fuerza .-Tranquila Ciara, todo estará bien, eres una mujer fuerte y tu padre siempre estará contigo, sé que él está orgulloso de ti, al igual que tu madre, mi madre y yo también. 

Más lagrimas cayeron por mis mejillas, abracé a Milán y dije .-lo extraño mucho, el no merecía morir, no tenía que dejarme sola-. 

Honey, it's alright

Honey, it's alrightIt's alright to be

Alone

Sonaba una canción de fondo que jamás había escuchado antes, Milán acariciaba mi espalda, mi cara enterrada en su cuello, estar con él calmaba tanto mi dolor .-gracias por estar aquí.- susurré-. 

-Aquí  estaré para ti, no te dejaré sola, yo te atraparé siempre que creas que caerás, y si caes entonces caeré junto a ti.- susurró y dio un beso a mi frente.- prometo que no te dejaré sola.

Le di un beso en la mejilla .- gracias Milán-. 

- Levántate, vamos a comer algo -dijo-. 

-No tengo hambre -respondí.- quiero dormir, me siento cansada-. 

- Esta bien, entonces yo me iré así descansas-.

-¿podrías quedarte por favor? o al menos un momento hasta que me quede dormida -dije-.

-Está bien, me quedaré contigo, no tengo prisa por irme, tranquila.

Me  levanté, tomé unas almohadas y las puse en mi cama, me quité los zapatos y me acosté, Milán se sentó en la esquina de la cama.

-¿no quieres acompañarme?.-pregunté-.

Milán se acercó y se acostó a mi lado, quedando cara a cara, cerré mis ojos y a tientas busqué su mano, la tomé y me quedé dormida.

A la mañana siguiente me desperté, Milán estaba durmiendo pegado a mí, su frente pegada a la mía, nuestras manos aun entrelazadas, acaricié su mejilla y me di cuenta que tenía temperatura, me levanté despacio, fui a mojar una toalla de manos y la puse sobre su frente, por momentos su cuerpo temblaba, lo cubrí hasta los hombros, deje un momento la toalla sobre su frente y acaricié su cabello.

- Por favor no te vayas, no me dejes solo .-dijo llorando.- No me dejes sólo por favor, tu y mi madre son lo único que tengo-.

Me quedé en silencio mientras le observaba.

-Ciara por favor no, tú no .- sollozó susurrando-. 

Me metí entre las sábanas, lo abracé y susurré - Aquí estoy Milán, no estás solo-. 

Más Que EsoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora