Sintió un peso inusual en su abdomen, abrió los ojos parpadeando un par de veces hasta que la imagen se clarificaba en el plano general, estaba Cristopher encima de ella roncando muy fuerte, estaba algo confundida, hasta mirar la botella tirada en el piso y todo tuvo sentido, porque él estaba en la cama y porque empezaba a tener dolor de cabeza, se levantó rápidamente sin preocuparse mucho por Cristopher, aunque estaba tan dormido que ni notó que se levantó, de su pantalón del sofá sacó su teléfono y es cuando empalideció estaba a quince minutos de llegar tarde a la reunión, se puso sus pantalones, la camisa de tirantes y la chaqueta de corte colegial, entró al baño y de su cartera empezó a sacar el maquillaje, hace unos años le costaba tanto y ahora utilizaba el rímel con la mano firme y de un solo trazo las pestañas estaban bien, logró hacer un trabajo más que decente con la base y dándose algo de color en las mejías, rápidamente pasó por el bar de la habitación hasta sacar del frigorífico una hoja de menta, empezó a morderla y luego se cepillo los dientes, tenía que irse rápido así que sus tacones rojos los llevaba en la mano, salió hasta llegar al pasillo, dio una pequeña carrera hasta llegar al ascensor, estaba algo lleno había de todo, señores de corbata alta con pelo blanquizco, chicos córenos que ella se aventuraría a decir que eran de alguna banda de Kpop, un chico moreno de unos dos metros con gafas oscuras y ella bueno, no tenía que ser adivina para saber que pensaban de ella con sus miradas, estaba tardando más de lo que ella quería, sabía que el hotel era grande, pero quizás el alcohol hizo la subida más ligera, terminó llegando a la planta y fue la primera en salir del ascensor cuando sintió los rayos de sol, cerró fuertemente sus ojos y es cuando se notaron los primeros síntomas de la resaca, el dolor de cabeza se empezaba a ser molesto, se aproximó rápidamente a la calle y estuvo unos minutos esperando Taxi, hasta que uno se paró y casi gritando dijo.
- ¡Al Trade Center lo más rápido que pueda! – y terminando la frase dándose cuenta de su tono dijo- Por favor.
El trayecto se sintió lento, aunque sabía que lo percibía así porque no dejaba de ver el reloj de su muñeca, aprovechó el viaje para ponerse los tacones y a cepillar su cabello, casi lo vuelve a recoger en sus coletas de secundaria, después de tantos años la memoria muscular es muy difícil de perder, ahora solo saco un peine pequeño con el cual dio un retoque a su cabello corto que llegaba apenas un poco más debajo de sus orejas. Dio un vistazo a la ciudad desde la ventana en palabras de Anna "siempre las reuniones antes de las ocho, antes que la selva de cemento se revuelva", ya habían pasado dos años desde que estaba en New York y todavía no se acostumbraba era una ciudad cuanto mucho psicodélica y cuanto menos curiosa, personas vendiendo marihuana en cada esquina, cantantes ambulantes, famosos y conspiranoicos, era una muestras de personas totalmente heterogenias, los edificios eran más altos que en parís, pero donde se notaba la mayor diferencia es que cada persona en New York parecía estar luchando con el de al lado en todo, por un puesto de trabajo, por un espacio en el autobús, por tener la razón, su flujo de pensamientos fue cortado cuando el taxi llegó al edificio, pagó rápido y corrió al edifico con aún más velocidad, sacó de su bolso un carnet de pasantía en Vogue y se dirigió al ascensor, era totalmente distinto al del hotel aquí las personas por lo general tenían de costumbre vestir Hermès, Chanel, Louis Vuitton o Prada, también los perfumes eran más reconocibles y si las miradas en el hotel juzgaban las miradas en este ascensor crucificaban, ser la pupilo de Anna Wintour era estar en el centro de la mira, la gurú de la moda mundial en sus setenta y tres años no había tenido una sola protegida a su nombre, así que las miradas estaban puestas en ella. Las puertas se abrieron y ella llegó al piso donde se hacían las reuniones, estaba totalmente lleno, no pudo contar, pero apostaría que había más de cincuenta personas, aunque solo las más importantes tenían asiento, por suerte la reunión no había empezado, se hizo paso entre las personas hasta llegar a la par de Anna, estaba envuelta en un gran abrigo negro y sus icónicos lentes oscuros, cuando la vio hizo un gesto con su mano para que se acercará, Marinette se acercó y escuchó como susurrándole le dijo.
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Adrien-Marinette: Una historia del después
RomanceToda la problemática de los Miraculous es resuelta, aunque las consecuencias serán duras, hay que seguir una vida después de todo, Adrien tiene que lidiar con el peso de saber que su padre era un psicopata. Es la historia de alguien que tiene que re...