Narrador omnisciente - Lugar desconocido
Pasaron varios meses desde aquel suceso.
Quién había encontrado a Duxo al borde de ser devorado completamente por el whiter ahora se convertiría en su mejor amigo. Un híbrido como él, pero a diferencia suya, él era un lobo grisáceo con negro. Este se encargó de curarlo, darle refugio y mostrarle a sus demás amigos.
Duxo estaba confundido al principio, ¿más personas estaban dispuestos a quererlos y brindarle apoyo? Poco a poco la capa de hierro que había formado a su alrededor, por no querer sufrir penumbras pasadas, se derritió con el calor de su nueva cápsula de amigos.
A pesar de que su vida parecía mejorar, él nunca pudo dejar volar el hecho de que su mejor amigo no se encontraba más entre ellos.
Organizó sus horarios para dedicar tres cuartos de las horas de sus días a la búsqueda inalcanzable de Aquino, mientras pasaban los años se redujo a medio día, luego a un cuarto de este. Sus amigos apoyaron a esta causa, pensaban que con darle más tareas, llevarlo a más fiestas o pasar más tiempo con él poco a poco llenarían el espacio que quedó tras su partida. No podían estar más equivocados.
Duxo tenía una casa enorme como a él le gustaban, estaba alejada del pueblo en el que se encontraban, emanaba un aire de soledad desde donde lo vieras, aunque no por eso andaba descuidada. El híbrido se preocupó por adecuar cada espacio como a Aquino le hubiese gustado, tomó cada aspecto de su anterior mansión y la pequeña posada del castaño, quería que cuando este volviera se sintiera como en casa. Que no tuviese que preocuparse por un nuevo ambiente. Dejó todo como estaba antes de la pelea, de la confesión.
A pedido de sus amigos, como recurso para afrontar el luto, se organizó un funeral aproximadamente a unos 5 años de búsqueda incansable. Lo convencieron de ir, de darlo por caso cerrado, por muerto. Más no lo lograron.--Duxo, Duxito-- Un chico rubio de ojos heterocromáticos lo movía levemente en su cama. -- ¿Te gustaría salir a buscar flores para Mictia? --
--.. vete mierda.. -- Rodó en su lugar para alejarse de él, estaba cubierto en sus sábanas cual si fuese un gusano en su crisálida. El chico a su lado no se movía, por lo que aclaró. --Tengo sueño.. entiende.--
--Tienes sueño porque estuviste toda la noche en el cementerio .-- Dijo algo enojado, claramente en broma. Lo que más quería era levantar los ánimos de su amigo.
--Tenía que hacerlo, de lo contrario tampoco me hubiese dejado dormir.--El menor suspiró claramente dándose por vencido, salió de la habitación topándose con el resto del grupo que tenían la misma expresión de andar preocupados y, hasta cierto punto, asustados.
--¿Te dijo algo?-- Preguntó un pelinegro de gafas y piel pálida. Soaring negó. Lucasta era la tercera persona que entraba a la habitación de Duxo para sacarlo de allí de una vez por todas, igualmente fue el tercero en fallar.
--¿Alguien más quiere intentarlo?-- Locochon buscó algún voluntario más, todos se sentían igual de cansados e incapaces de lograr algo distinto. Suspiró. -- Vamos muchachos, no pueden rendirse tan rápido, se trata de nuestro amigo.--
--Locochon, él no quiere dejar ir su pasado. Es imposible ayudarlo.-- Natalan, un pelinegro con una máscara de hueso que le cubría la mitad del rostro, tenía los brazos cruzados tras su espalda.
--Tiene razón.. creo que es todo.-- Soaring lo apoyó, muy a su pesar pues uno de sus mejores amigos estaba terriblemente deprimido.
Al costado, la única mujer llamada Mictia, yacía al tope de lágrimas acumuladas en sus ojos. Ella le había agarrado un cariño especial a su amigo, lo entendía mejor que todos, pasaban más tiempo juntos y conocía más de él que todos los demás. Pero un día simplemente Duxo se alejó de ella y desde ese entonces no volvió a salir de su habitación más que de noche, con el exclusivo fin de visitar la tumba vacía de Aquino.
--¡No pueden pensar eso de Duxo!.-- Arremetió el lobezno de gafas. Ciertamente desconocía en ese momento a quienes lo acompañaban, él era el único que no se quería dar por vencido con Duxo.
--Se acabó amigo, nos vamos.-- Los demás presentes: Lucasta, Mictia y Luisardo acompañaron a Natalan y Soaring fuera de dicho hogar, entre murmureos, se pudo escuchar el llanto de Mictia y los consuelos de sus amigos.
Locochon apretó los puños y su mandíbula, dejó notar sus colmillos de impotencia y rabia. Se sentía traicionado pero sabía que no era momento de reclamar nada, su único objetivo por ahora sería Duxo.
Ingresó en su habitación bruscamente, el de menor estatura se asustó y dio un salto.