"Duxo era un chico al cual la vida lo abandonó, Aquino se convertiría desde el inicio en su mano derecha y, a su vez, en su soporte. Lamentablemente el destino tenía preparado algo peor que solo dragones y enemigos para la dúa.
Sus mayores miedos fueron expuestos. Jamás imaginaron que serían ellos mismos."Werland. P.o.v de Duxo
Por los caminos artesanales de un pueblo apenas naciente, volaba surcando edificios y personas con mis preciadas alas grisáceas con toques morados. Lo hacía a gran velocidad, avisando entre gritos de un peligro inminente.
--¡FUEGO! ¡¡FUEGO!!-- Predicaba sin ser oído por nadie, estaba acostumbrado al rechazo en ese lugar pero ¡joder! ¡Les intento salvar la vida!. -- ¡Les digo la verdad pedazo de imbéciles! ¡Viene un dragón y ya quemó los cultivos de maíz!--
No fue hasta que el humo cubrió el cielo que se dieron a la tarea de correr por sus vidas. En cuanto a mí, había huido lejos para ese entonces, con solo una mochila de cosas básicas que alcancé a robar entre el desespero de la gente. Ya no podía volar pues los escombros de una casa me apisonaron, dejándome mal herido. Solo me quedó cubrirlas con mi chaqueta aunque resultaba incómodo y la tela que rozaba lograba sacar partes de piel cual si fueran escamas.
Mis preciadas plumas, mi verdadero orgullo y única herencia de mi madre, fueron cayendo una a una dejando un rastro infinito que se perdía tras la neblina de la noche.
Cuanto tiempo habré caminado, no lo sé. Solo recuerdo que caí hambriento al lado de una roca y bajo un árbol de cerezos. Ahí fue donde me encontró aquel chico.
Cuando desperté solo pude ver una base hecha de madera muy fácil de desmontar. Asimilé que había sido alzado solo para protegerme de la helada, resultaba ser el mayor detalle que había recibido en estos años. Estaba cubierto con un abrigo blanco y el hollín de mis manos y rostro había desaparecido.
Me levanté y salí, no notando a nadie cerca. ¿Habrá sido todo una pesadilla? Pensé, pero el abrigo que me cobijó toda la noche no me dejaba concluir aquello. Me quedé a esperar, cuando regresó, lo hizo con tanta comida como para formar un festín. Le agradecí enseguida pero confesé que me tenía que ir.
--¿A dónde?-- Me preguntó fríamente, bajando la comida de sus brazos sobre una manta en el suelo. Pude ver incluso que arrugó sus cejas en el centro.
--Con.. a.. a mi pueblo-- Mentí, lo que quedaba de eso ahora sería probablemente cenizas y agonía. Pero no podía seguir quedándome y abusar de la confianza de aquel sujeto. No quería, por orgullo, recibir ayuda de alguien.
--¿Te refieres al que se incendió ayer?-- "Mierda" pensé. Agaché la cabeza presionando mis labios entre sí. -- ¿Quieres saber como di a parar contigo? Por el camino que dejaste con tus plumas. Al principio las seguí en sentido contrario y por eso pude ver lo que pasó antes de recogerte.-- No supe que responder en ese momento. -- Necesitas comer, hazlo.--
-- No puedo, gracias enserio por tu ayuda pero tengo que partir.-- Me alejé de inmediato, buscando una excusa más.
-- ¿No estás cansado de huir? Siempre corremos de los dragones, de las criaturas de la noche, de las fortalezas. ¿No quisieras enfrentar esos miedos?.-- No entendía de qué estaba hablando, lo miré con extrañeza, él lo notó y rió. -- Perdona.. acabo de descubrir que hay tierra más allá de las montañas y me entusiasmé mucho con ello.. -- Hizo una pausa para agarrar mi mochila y meter de su comida dentro, iba a quitársela pero me la entregó antes. -- Haz lo que quieras, espero no te arrepientas después.--
Hubo un silencio incómodo e interminable, al menos para mí, en el refugio. Algo me revolvía la cabeza, una frase suya: "hay tierra más allá de las montañas". ¿Cómo podía ser eso posible? Yo, que tengo la capacidad de volar sobre las nubes, que lo he visto y explorado todo de día en aquella isla, jamás contemplé la idea de otras laderas cruzando el agua.
-- Lo de las montañas... Ehm, ¿cómo estás tan seguro de que hay otro lugar?-- Articulé la pregunta torpemente, aún tratando de asimilar lo que dijo este desquiciado.
-- Este bebé me lo dijo -- Y sacó un libro morado con toques dorados, algo antiguo y pesado, y lo colocó sobre el suelo. Me miró con una sonrisa amplia, quizá pensaba que era el mayor descubrimiento de la historia.
Luego de un silencio más. -- Un.. libro viejo. --
-- ¡No es cualquier libro! ¡Me enseñó a estudiar las estrellas y tiene recetas increíbles! Un viejo amigo mío me lo entregó.. antes de morir, desde ese entonces, el viento no ha parado de susurrarme. Diciendo que tengo que estudiar sus secretos. Sin embargo.. aún me falta una pieza, algo que es básico para toda esta magia. --
-- Amigo, no te entiendo nada.-- Y era verdad. -- Pero si crees que hay otros lugares por explorar, cuenta conmigo.-- Puse mi mano en su hombro con una sonrisa definitiva, el brillo en sus ojos se intensificó. Era claro que él necesitaba mi ayuda y yo la suya. Fue eso quién nos unió desde un principio.
He de admitir que no confié en su palabra las primeras noches, no hacía más que conseguir madera y trasnocharse observando las estrellas. Decía que necesitaba cierto cristal que solo se consigue en cuevas, las cuales le resultaban muy peligrosas y poco profundas -hasta donde llegaba a explorarlas-.
--¡DUXOOO! ¡¡Mira, veo tierra!!--
-- No jodas, ¿enserio?--
Tantas horas remando, el enorme esfuerzo había dado sus frutos. No podía creerlo. Me eché a reír y a celebrar junto a él. Aunque mi alegría era vasta, quién se encontraba verdaderamente realizado era Aquino.
Desembarcamos y así comenzó nuestra primera gran hazaña.
Yo cazaba y él juntaba materiales en cuevas poco profundas, he de admitir que avanzamos bastante rápido, prácticamente teníamos para armar una base provisional esa misma noche, hubiese sido un éxito de no ser por el ataque de un dragón al cual no pudimos ahuyentar y acabó por arrasar nuestro avance. Aquino jamás se rindió, juntó lo poco que estaba en buenas condiciones y dio el primer paso hacia el anochecer.
Yo aún estaba tosiendo, sin aliento. Cuando una sombra me cubrió alcé la mirada temiendo lo peor, no obstante recibí todo lo contrario. Una hermosa imagen de un aventurero misterioso y nómada como los hay pocos. Fue entonces que me dio un golpe de inspiración.
Descubrí que era su capacidad de levantarse en las peores condiciones lo que me brindaba la confianza que en mí no encontraba. Su sonrisa se encargaba de ser la calidez en los días lluviosos. Siempre estaba tan enfocado en sus propósitos, ignorando el resto del mundo y las adversidades que lo golpeasen constantemente. Mierda, ¡cómo quisiera ser así de fuerte! Él me hacía feliz, pronto lo comprendí y me quedé a su lado sin importar cuantos pueblos más encontrásemos en nuestro camino. Permanecí a su lado infinitamente.
Montañas de Birmhan. P.o.v de AquinoBy
Estaba muy ansioso a decir verdad. Habían pasado unos cuantos años desde que nos conocimos por primera vez, pero la conexión seguía tan avivada y presente hasta estos días.
Solamente él pudo sacar la verdad de mí, es por eso -entre tantas otras razones- que me decidí en dejar de preocuparme tanto por cumplir un objetivo que ni siquiera me pertenecía para abrir mi mente a más posibilidades. Más caminos de vida.
Este día especialmente hicimos varias cosas a los alrededores de la casa. Por ejemplo:
Le llevé el desayuno a la cama, adornado con flores y rosas que recogí un día atrás. Agarrados de las manos paseamos por nuestro lugar idílico que habíamos construido desde cero. Para mí eso tenía un valor agregado solo porque él me había ayudado entre risas y juegos.
Absolutamente todo el día estuve para complacerlo, no me importaba cuantas cosas pesadas me pidiese, o que material imposible quería que le traiga. Lo hice todo por hacerlo sentir como un rey ese día.
-- Aquino, basta. Estás muy atento y cariñoso, eso asusta ¿sabes?-- Oh no, creo que lo abrumé finalmente. Aunque seguía viéndose lindo con esa expresión de confusión, si tan solo sospechase de mis sentimientos.
-- Bueno.. es que yo.. t-tenía una sorpresa para ti preparada.-- Le confesé que quería que me siguiera. El aceptó pero luego tuve una mejor idea que consistía en vendarle los ojos y guiarlo al pequeño lugarcito donde sería mi declaración.
-- ¿Falta mucho..?-- Podía ver en su cuerpo que estaba asustado, sus manos perdidas me buscaban en varios intentos fallidos palmando el aire.
Reí -- No, es aquí.-- Le quité la venda y me hice a un lado para que viera bien el panorama.
Se trataba de nuestra alcoba, lo había arreglado colocando una mesa de madera con un mantel rojizo. Sobre esta yacían dos copas de vino y cubiertos, de fondo: nada más que el vasto territorio del cual nos habíamos proclamado reyes, el regalo de Dios fue una noche despejada con una luna intensa y grande en su máximo apogeo. También coloqué flores para que no se sintiese tan vacío, estaban por el suelo y en un florero en medio de la mesa.
-- ¿Que.. que es todo esto?-- Estaba atónito, lo sé.
-- Permíteme, primero, invitarte a cenar.--
-- ¿Lo preparaste todo tú? ¡JA! ¿A donde tan romántico Aquinito? -- Lo acompañé a sentarse, mientras llevaba los platos a la mesa me sentí más que nervioso, paniqueado.
-- ¿Te gusta?.. -- Me limité a preguntar, no quería que supiera que era para él hasta estar completamente seguro de cómo hacerlo. Por lo mientras, nos dispusimos a comer tranquilamente.
-- Ah. Es.. acogedor. Supongo. ¿Porqué debería gustarme solo a mi?.-- Su última pregunta me hacía creer que ya lo sospechaba todo, solté mis cubiertos hecho una locomotora. Mi rostro estaba caliente y probablemente echaría humo.
-- D-Duxo.. yo, tú, ahg... Desde hace tiempo un pensamiento me aqueja y no me deja descansar. Cada vez que me acuesto te veo reflejado en mi techo, te encuentro en mis sueños, en mis suspiros y tu sonrisa cada vez se asemeja más a las constelaciones que surcan el infinito universo. Quieres saber porqué hice todo lo que me pediste hoy.. porqué preparé esta cena y porqué estoy ahora diciéndote todo esto...-- Hice una pausa larga para recuperar el aliento. Él seguía callado, no me atrevía ni siquiera a mirarlo a los ojos, simplemente veía mis piernas temblorosas y mis puños apretados sobre estas. -- Por que.. ¡por que te amo! Es un amor que va más allá de palabras y demostraciones cariñosas.. te amo como amigo, como amante y como compañero de vida, d-de nuestras vidas.--
Todo iba de perlas, prontamente obtendría su respuesta. Vivía sumergido en la posibilidad de que aceptase y no contemplé en ningún momento un rechazo de su parte. Mis razones: No tenía motivos para hacerlo, literalmente, habíamos confesado nuestras orientaciones sexuales hace ya mucho tiempo y -según yo- él también se veía atraído hacia mí. Lo sabía por cómo me miraba.
-- Aquino.-- Después de, calculo, unos 5 minutos en completo silencio, me llamó. -- Agradezco tu sinceridad, bro'. Pero.. yo no te veo con los mismos ojos... -- Él mismo estaba inseguro de sus palabras, no entendía nada.
¿Qué pasa? ¿No éramos la dúa perfecta? Debíamos permanecer juntos siempre, ¿porqué ahora me estaba alejando?
-- No sé.. que hice que te creó una realidad alterna a la nuestra, amigo. Por eso me disculpo profundamente contigo, no quiero que nuestra relación se quiebre a raíz de.. esto.-- Me miró con una sonrisa, la misma que me hacía suspirar, ahora solo me apuñalaba el corazón. -- Entonces.. ¿todo bien?.-- Quiso tomar mi mano.
-- ¡¡NO!! ¿¡Qué te pasa!?-- Me levanté de inmediato, a lo mejor eso fue lo que te hirió más que cuando salí de la sala dando pisotones y me encerré en la casa que estaba a las afueras de esa mansión.
--¡¡Aquino!! ¡Escúchame! ¡No sabes lo que quieres!.-- Tus intentos por hacerme o convencerme de entrar en razón eran inútiles y me hartaban. Yo sé lo que quería: te quería a ti. Y eso jamás supiste valorarlo.
Durante toda la noche escuché tus súplicas para que te abriese, no podías poner un solo pie en mi hogar por la protección mágica que le di. Mojé la almohada por primera vez con mis lágrimas, me abracé y aferré a ella sin encontrar consuelo alguno. Te odié, te aborrecí por no escucharme, por creer que tenías la razón por sobre mis sentimientos, por rechazarme, por llevarme hasta el extremo deplorable en el que me veía.
En mis horas de soledad puse todos tus mil y un defectos sobre la mesa. Es cierto que nunca fuiste considerado conmigo, que mientras yo lo daba todo por ti, tú me abandonabas cuando más lo necesitaba. Pero también es cierto que los momentos buenos que pasé contigo eran más que las peleas.
Ese día, ese maldito día fingí que nada había pasado al igual que tú. Varios meses más pasaron y nuestro lazo se fue quebrantando más. Te tenía miedo y repudio, tú solo miedo de que en algún momento fuese a explotar de alguna forma. Pero jamás, nunca en mi vida, te toqué cómo tú lo hiciste en esa mazmorra.
Ni siquiera me acuerdo cómo inició nuestra pelea, ha de ser por algo insignificante. Solo sé que me diste donde más me dolía, sacaste los trapos sucios de mi confesión, mis orígenes como "vagabundo" y "loco".
-- ¡¿Olvidas que me debes la vida?! ¡Si no fuese por MÍ, serías comida para los monstruos de la oscuridad!.-- Gritaba con la voz quebrada, estaba al borde de las lágrimas otra vez. Las discusiones entre nosotros siempre me afectaban de sobremanera.
--¡No me jodas Aquino! Sabes perfectamente que puedo defenderme solo, ¡Siempre quisiste tenerme controlado! Pero ya me harté, todo este tiempo, ESTOY HARTO DE Ti.--
--¡¿ASÍ?! ¡Entonces vete a la mierda! ¡NO QUIERO VOLVER A VERTE NUNCA MÁS EN MI VIDA! ¡LÁRGAT- .-- Luego de un aplauso en seco vino un silencio.
Me pegaste, me diste una cachetada directa a mi mejilla. Simplemente decidiste tirar a la basura años de amistad y diste el primer paso.
--... Oh por Dios Aquino yo- .-- Esa reacción típica de ti, me viste como no si no supieras lo que acababas de hacer.
-- Te odio.. no debí confesarme, NO DEBÍ ENAMORARME DE TI JAMÁS. ¡TE ODIO, TE ODIO DUXORETHEY! ¡Y TE CONDENO AL OLVIDO!.-- Salí corriendo en una dirección que ni siquiera estaba trazada en el mapa. Ignoré por completo tus intentos por alcanzarme, sabía que tus alas estaban destrozadas, yo me encargué antes de amarrarlas para que sanasen.
P.o.v de Duxo
No sé porqué hice eso, fue un arrebato de ira, no soporté que él siguiera jurando a diestra y siniestra que todo lo de nosotros fue un error y no encontré mejor forma de callarlo. Estaba profundamente arrepentido, dispuesto a dejar que ahogara todo su rencor y tristeza sobre mí. Me sentía culpable, por primera vez, caí en cuenta sobre mis acciones.
Gritaba su nombre, él ya no estaba para mí, no me prestó atención.
Sin imaginar nada similar, el piso bajo tus pies se desmoronó y caíste sobre una zona de ladrillos rojos como nunca habíamos visto. En medio, yacían tres spawns de esqueletos negros más altos que los convencionales y por ende más poderosos. Aparecieron muchos al mismo tiempo, disparados, te rodearon. Yo no sabía que hacer.
-- ¡Toma mi mano! ¡Aquino!.-- Me tiré sobre el suelo y te extendí la palma. Me miraste y el miedo te obligó a correr hacia mí.
Saltaste, más nunca hicimos contacto. La misma mano que te azotó previamente ahora se quedó tendida al aire mientras veía cómo un esqueleto tras otro se abalanzaban sobre ti. Te destrozaron. Te perdí de vista y a los segundos algo más me empujó al mismo abismo.
Nuevamente, al borde de la muerte, todo se hizo oscuro.