𝟎𝟓; 𝐃𝐄𝐂𝐎𝐑𝐀𝐂𝐈𝐎𝐍𝐄𝐒

182 29 1
                                    


Los primeros días, Mirabel buscó a sus tíos por todo el pueblo, con la esperanza de encontrarlos y tener algo de consuelo por parte de ellos. Luego de su ceremonia y no haber obtenido un don como sus hermanas y primos, éstos empezaron a alejarse cada vez más de ella; ya no eran los mismos niños unidos que eran antes de su cumpleaños.

Incluso llegó a esperarlos en la entrada de Casita, para poder ser la primera en ver si aparecían, pero no todo salía como uno deseaba.

Le preguntó a los adultos de su familia, dónde estaban ambos varones, pero siempre obtenía la misma respuesta por parte de su abuela.

[- Está prohibido hablar sobre alguno de los dos.]

Aquello le dolía mucho, tanto a ella como a los otros. Eran sus tíos y ahora que no estaban, los extrañaba demasiado.

Conforme pasaban los días, que se convertían en semanas y de eso a años, empezó a esperar en silencio que en algún momento llegaran a volver, y decidió intentar encajar en la familia aunque no tuviera un don mágico.

Ella era especial con o sin don, a palabras recordadas de Renato.

A eso llegaba hasta el presente, que Mirabel con quince años, en otro día más, se despertaba y se alistaba en compañía de Casita para ayudar al pueblo junto con los demás, con su falda azul y flores bordadas. Gracias a que las baldosas del piso se movían, caminaba más rápido, saludando a la fotografía de su abuelo mientras se deslizaba en la escalera que arregló Casita para que quedara lisa.

- ¡Buen día, abuelo! -dió los mismos brincos que siempre hacía en los escalones cada mañana.

Bajó a la cocina para acomodar la mesa con lo necesario. Mientras lo hacía, volteó a ver la pintura del árbol familiar, sabiendo que faltaba alguien más en ella.

Ya habían pasado años desde que se fueron sus tíos y no recordaba mucho de ellos, sólo pocas cosas. Quienes debían poder recordar más serían su prima y hermanas, aún así no hablaban sobre los hombres por órdenes.








Como cada mañana después de almorzar, se iban todos al pueblo a cumplir con sus trabajos, igual Mirabel aunque no tuviera un don para ayudarla.

Allí unos niños al verla cerca del mural con toda la familia pintada, sin excepción, le preguntaron de los dones de todos. Con gusto les explicó sobre cada uno, incluso con los de sus tíos desaparecidos.

- Mí tío Bruno podía ver el futuro-...

- ¡No se habla de Bruno y Renato! -aquí la interrumpieron los adultos diciendo que no podían hablar sobre ellos, y eso no le importó a Mirabel-. Mí tío Renato podía hacer varias cosas con su don; movía la tierra, atraía vientos e incluso rayos, hacía fuego, creaba espectáculos con la lluvia y también viendo su baile que te alegraba gracias a él con sus ojos brillantes todo el tiempo, pero yéndose con Bruno; desapareciendo ambos sin razón.

Siguió con los demás miembros, mostrandolos en sus puestos.

Su tía Pepa controlando el clima para ayudar en los cultivos, su mamá dando comida para curar a los enfermos, su papá Agustín y su tío Félix que no tenían dones, pero se casaron con las hijas de la matriarca, haciendo a ésta abuela.

Dolores escucha cualquier sonido, Camilo cambia su apariencia, Antonio recibiría su don el día de hoy. Sus hermanas, Isabella que era considerada la perfección y Luisa con súper fuerza.

Dió por terminado su trabajo ahí orgullosa, queriendo irse cuando los niños, que ahora eran más sin percatarse, le preguntaron el suyo.

La incomodó un poco eso y quiso huir, pero los niños parecen ratas, apareciendo en montones y sin aviso, así que comenzó a correr luego de explicar de nuevo los dones de su familia y que el señor Mariano se podría casar con Isabella.

CUARTO HERMANO MADRIGAL; encantoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora