Viernes
El sol iluminaba mi cara y la brisa fresca mecía mi pelo corto a medida que caminaba por la plaza alejándome de la escuela. «¡Qué se vayan a cagar!» Pensé a medida que caminaba sintiendo la impotencia por no haber podido entrar al taller de música. «¡Qué se vayan a cagar! ¡Todos!».
Ya había tenido problemas el lunes por escaparme de la escuela, estaba actuando como una pelotuda malcriada, pero no pude evitar huir; esta semana había descubierto que eso me venía de familia, porque David había huido de sus responsabilidades de padre después de divorciarse.
Aunque según él había seguido en contacto, pero no me importaba, yo nunca lo había visto mientras crecía.
«¡Oh! Basta de pensar en David», me dije a mí misma frunciendo el ceño. Estaba enojada y abrumada por todo lo que había pasado esta semana, por eso no quise quedarme más en la escuela.
Caminaba por la vereda rumbo a mi casa y a mitad del camino me rescaté con que mi mamá sabía que tenía que estar hablando con la Licenciada, por eso no podía volver a la casa tan temprano, porque si ella llegaba a venir también, se enteraría de que no estaba en la escuela. Entonces me desvié hacia otro lado sin rumbo y en el camino recordé el comentario que hizo el Abuelo: «Dicen que el domingo van a abrir "El Cerrito"».
El Cerrito era un cerro que tenía unos tres miradores donde se podía ver el pueblo, la ruta provincial y el valle donde estaba el Lago Grande. Los últimos meses había estado cerrado al público porque lo estaban arreglando, ya que las plataformas de los miradores estaban viejas y había que renovarlas.
Pero el Abuelo dijo que iban a abrirlo el domingo, no me iba a pasar nada si le daba una vuelta el viernes, ¿no?
Entonces caminé decidida por la calle que me llevaba hasta el camino de entrada para subir ahí y como siempre encontré todo solitario. ¡Este pueblo siempre parecía desierto! Pero todos se enteraban de todo. Nunca supe si era una ventaja o una desventaja de vivir en un lugar así...
El camino de entrada al Cerrito estaba obstruido con unos conos que pasé e ignoré sonriendo con picardía por estar metiéndome en un lugar que supuestamente no estaba abierto al público.
«¡Me importan tres carajos los conitos!».
Rodeado por árboles y plantas estaba el sendero por donde caminaba para adentrarme al pie del cerro, había unas pequeñas cercas que indicaban por donde tenía que pasar para no estropear nada de la naturaleza.
Olía a hierbas y tierra mojada en todo el lugar, las aves revoloteaban entre las ramas de los árboles deshojados. Todo era tranquilo y solitario. Debí haber esperado a venir con los chicos para compartir unas cervezas por acá, pero no me importaba, disfrutaría sola y luego el domingo lo haría con ellos.
El primer mirador daba para el pueblo, no era el más alto, pero se podía ver absolutamente todo nuestro hogar. Desde ahí noté el hospital, la escuela y el campanario de la iglesia, que era el más alto del centro. Más al oeste estaba mi barrio y los edificios podían verse con claridad, como las vistas eran lindas, decidí sacar algunas fotos.
Mi celular no era la gran cosa, pero a diferencia del anterior que tuve, este tenía una cámara mejor que sacaba buenas fotos, por eso aproveché de inmortalizar mi pequeño pueblo que ya estaba dejando de ser tan pequeño.
En la pantalla vi que tenía un mensaje de Matías: «Andá a la psico... Te veo el domingo, estamos hablando». Estaba por responderle, pero noté que no tenía señal.
—Mierda —dije en voz baja—. Ni siquiera estoy tan alejada del pueblo. ¡Qué basura! —Guardé el celular y seguí caminando hasta el próximo mirador.
Al ir caminando en subida empecé a cansarme, por eso saqué la botellita de agua que traía en la mochila y tomé unos sorbos. Seguí con esfuerzo hasta que llegué al mirador, este tenía vista a la ruta que entraba al pueblo donde sólo un auto se aproximaba; ¿las personas de afuera sabrán de la existencia de este pueblo? Bueno, en verano venía mucha gente al Lago Grande, pero el resto del año parecíamos estar aislados de la provincia y el país.
Como ya estaba ahí decidí sacar un par de fotos más, por eso volví a buscar mi celular sin señal y retraté el paisaje otoñal, incluso me saqué una foto a mí misma con el fondo natural que ofrecía el mirador, aunque con la luz del sol dándome en la pantalla no pude ver si había salido bien, por eso tomé un par más.
Cuando cambié de posición para poder mirar mejor la pantalla noté que el aparato avisaba que tenía que ponerlo a cargar y de pronto se apagó.
—Bueno —dije mirándolo ceñuda.
Esperaba que las fotos hayan salido bien, aunque recién averiguaría eso después de enchufarlo en mi casa. Guardé el celular en la mochica y seguí caminando hasta el último mirador que daba al Lago Grande. Sentí pena por no poder fotografiarlo, pero sin dudas vendría con el celular bien cargado el fin de semana.
El Lago Grande era un bello espejo de agua que reflejaba el cielo y las sierras, tenía varios muelles y balnearios; hasta quería que volviera el verano para poder entrar a pasar tardes ahí y nadar, aunque ahora me conformaba con verlo desde El Cerrito.
Nati había llegado al pueblo a principios de año, seguro nunca había visitado este lugar, me hubiese gustado seguir siendo su amiga para poder invitarla a conocer los miradores. Pero quién sabe... En un futuro podía invitarla a venir juntas para disfrutar las vistas.
No podía sacarles más fotos, pero sí apreciar el paisaje pensando en Natalie junto a mí admirando el cielo y las sierras. Estaba distraída cuando escuché un crujido en las maderas de la plataforma.
«¡Ay mierda!» Pensé al sentir esa sensación extraña que me hizo correr en cuanto oí otro crujido de las maderas.
—¡La puta madre! —exclamé porque se oyó más fuerte a medida que corría desesperada hasta la parte firme de tierra, pero no pude llegar...
La plataforma del mirador se quebró y de pronto sentí la sensación de vacío debajo de mí, las maderas cayeron conmigo levantando mucho polvo, lo que me hizo picar la nariz. Desesperada intenté agarrarme de algo, pero nada pude hacer, sólo caí golpeándome en diferentes superficies mientras gritaba rogando no morirme.
Al fin conocemos lo que la paso a Vero :(
¿Te lo esperabas?
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Aquel último año
Teen FictionA Verónica Leiva le entusiasma empezar su último año de secundaria, su objetivo es disfrutarlo a más no poder junto a sus mejores amigos y el próximo año marcharse a la universidad para comenzar una nueva etapa. Cuando las clases están a punto de e...