¿Era en serio?, pensaba ella: - "No podía citar al gran Charles Baudelaire y después irse" - lo vio alejarse hacia el atardecer, tomó el camino a su departamento después de haberse quedado parada cual imbécil alrededor de 10 minutos sobre la acera. Había que aceptarlo, hubiera querido que se ofreciera a acompañarla a su casa cual novela para adolescentes, pero era solo eso, una fantasía de novela adolescente, y ella tenía veinticuatro. Suspiró al compás del sonido de las llaves abriendo la cerradura de su puerta, encendió las luces y se tumbó en el sofá con un libro en mano, la lectura estaba interesante a decir verdad, se encontraba sumergida en la narración de aquel protagonista cuando sonó el teléfono.
Se levantó perezosamente para atender la llamada, arrastraba los pies con la esperanza de llegar después y no tener que contestar, pero si no lo hacía, esa baratija empezaría a sonar hasta que se aburriera. Levantó la bocina esperando esa voz:
-¿Diga?
-Verónica...
-Hola madre
Si la relación con su padre era tensa desde hace algunos años, la relación con su madre lo era más, no era que no la quisiera, ni tampoco que la odiara, solo creía que de cierta manera la patronizaba como conejito, o que sus opiniones no eran tan abiertas o correctas de cierta manera, no lo sabía con exactitud, pero desde el último año de preparatoria su relación con su madre se había vuelto mucho peor, incluso creía que moriría antes de haber tenido sexo, ni no es que ya lo había hecho. No recordaba mucho de su último año más que aquellas citas o terapias que para ella no tenían sentido o propósito. Si creyó que el mudarse a Seattle, lejos de Sherwood la ayudaría a escapar de su madre estaba equivocada; aborrecía a quien había inventado el teléfono cada vez que su progenitora la llamaba.
Las cosas se habían tornado aburridas para Heather Chandler en el vacío, bueno, al menos eso era mejor que el infierno, y eso no era exactamente el vacío, pero lo que lograba sacarla de sus casillas eran los dos adolescentes calenturientos con los que nunca pensó interactuar de más en vida. Desde la pérdida de memoria de esa perra arrastrada no podía regresar así como así, a la mala aprendió que los fantasmas no pueden atormentar a quienes no los recuerdan. Había estado en ese lugar durante años siguiendo una misma rutina, la cual culminaría como siempre cuando aquel psicópata llegara del trabajo, aprovechando que él si la recordaba.
El sonido de las llaves abriendo la puerta la alertó:
-Hola Ryan - habló con tono juguetón e irónico, el hombre que entró por la puerta de aquella casa la ignoró aún sabiendo su presencia:
-Te hablo a ti Jeese James
-Cállate Heather
Esas palabras tan usadas por Chandler en vida se habían vuelto una muletilla ahora empleada por su querido ex-asesino en serie adolescente, estaba tan acostumbrada que ahora ni lograba ofenderse, era como un incentivo para molestarlo aún más.
-Vamos Jeese James, estoy muy sola por aquí - dijo esto mientras se acostaba de forma algo sugerente en el sillón, le encantaba jugar con esas cosas - No seas un cuadrado.
-Ni siquiera entiendo porque insistes en venir y molestarme a diario - dijo el joven sin mirarla mientras encendía la televisión para ahogar las palabrerías de la alguna vez perra mítica de Westerburg High - Tienes a Kurt y Ram por ahí, sólo cógetelos o haz algo semejante que no implique interferir en mi vida o hacer que parezca un demente hablando solo.
Como si los anteriores mencionados hubieran sabido que sus nombres habían sido pronunciados recientemente, salieron de la nada ante la rodada de ojos de Heather Chandler:
-Vaya, vaya, al parecer alguien tiene ganas de platicar - dijo Kurt
-Ya lo creo bro... - Ram habló antes de ser estrepitosamente interrumpido por Heather, el único hombre vivo en esa habitación sabía que eso se pondría feo.
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Los individuos compuestos de ectoplasma llevaban aproximadamente veinte minutos discutiendo acaloradamente por asuntos no resueltos ni en muerte ni en vida, incluso habían olvidado al hombre se carne y hueso sentado a su lado con cara de "Dios sólo envíame de una puta vez al infierno" y tratando de ver sin éxito su programa; dejaron de discutir cuando la puerta se abrió:
-Hoy llegaste antes Ryan
Los presentes sentados en el sillón voltearon para ver a la persona con la que habían convivido desde hace siete años. Los fantasmas se levantaron del sofá para que aquel hombre, de quien provino la voz antes escuchada, se sentara, mientras ellos observaban cual vecinas chismosas.
El hombre de al menos cuarenta y tantos años se sentó saludando al que estaba junto a él, quien le devolvió el saludo.
"Jeese James" le debía la vida a ese hombre.
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Después de una charla trivial y alrededor de cinco latas de cerveza en su sistema, el joven de 25 años recién cumplidos se retiró a su alcoba, la cual estaba relativamente lejos de la entrada. El alcohol le hizo recordar lo hecho en el día; desde la pelea en su trabajo, hasta el encuentro y la sonrisa de esa chica de cabellos largos y marrones. Su sonrisa le recordó a alguien, específicamente a la persona que más había amado en su vida, aquella dulce sonrisa incluso le hizo volver a citar a Baudelaire; miró las cicatrices de sus brazos, con la ola de recuerdos había empezado a doler de nuevo, una especie de dolor fantasma que experimentaba a diario, sólo que ahora era más fuerte. La reflexión se vio interrumpida por el fantasma de Heather Chandler que atravesó la pared sigilosamente:
-Ryan
Heather cantó de manera burlona aquel nombre antes que el hombre sentado en la cama la mirara directamente y la interrumpiera:
-Jason. Heather, sabes perfectamente que mi nombre es Jason Dean.
955 palabras
¿Qué opinan? creo que la historia está quedando bien ¿no?
Bueno, aprovechando, feliz nochebuena y navidad a todos
Greetings and Salutations ;)
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Y si... ¿Aún sigo dañado?
Teen Fiction¿Y si tal vez JD hubiera sobrevivido a la explosión?¿y si tal vez hubiera hecho de nuevo su vida?¿ y si Verónica también?. Basado en lo que dijo Christian Slater.