26

119 29 0
                                    

Mysie estaba sollozando en la cama que estaba impregnada con sangre, me acerqué a ella sintiendo mi cuerpo temblar.

-¿Qué ocurrió?-pregunté con el alma destrozada.

-Su excelencia, lamento informarle esto pero alguien envenenó a nuestra Archiduquesa, ella se encuentra bien, sin embargo su bebé...-hizo una pausa mirando a Mysie no hizo falta que lo dijera aquello era notorio, una presión se extendió por mi pecho y traté de no mostrarle mi tristeza a Mysie ya que uno de los dos debía ser fuerte para el otro, le pedí al médico que saliera y este obedeció diciendo que iría en busca de un medicamento.

-Mysie- la llamé, ella no me miró en cambio seguía aferrada a la manta bordada.-Vida mía.- le dije intentando tomar su mano pero ella la movió de golpe evitando mi toque.

-ALÉJATE DE MÍ ¿CÓMO PUEDES VENIR AQUÍ? VETE, VETE, MI BEBÉ, ¿POR QUÉ MI BEBÉ?-gritó, en ese momento sentí que me quebraba, la mirada de odio en sus ojos grices me hacía sentir aún peor.- Prometiste que nos mantendrías a salvo.-reprochó en un murmullo mientras lloraba.

Sus palabras me destrozaban, era cierto, yo les había fallado.

-Perdón, perdóname, tu esposo no es más que un inútil, debí haber tenido más cuidado, debí haberlo imaginado, nunca debimos venir a palacio en primer lugar.-me arrepentí a lo que ella reaccionó levantándose de la cama, intenté detenerla sin éxito.

-¿Cómo es posible que pidas perdón?- preguntó estando a mi altura, dejó de lado la manta para sujetar con fuerza mis hombros.-¿Acaso no lo ves? Lo he perdido todo, perdí... perdí a mi bebé-dijo entre lágrimas.

La vi dirigirse hacia el montón de regalos y comenzar a aventarlos, hasta que llegó a la cuna.

-Mysie, basta, no sigas haciendo esto, solo te estás lastimando, necesitas descansar, no deberías estar de pie.-dije interponiendo me en su camino a lo que ella poco le importó y conseguió rodearme.

-Deja de actuar como si te importara ¿No lo ves? Todo esto es inservible, esta cuna jamás será usada, yo no seré madre y no importa que tan bien esté si mi bebé ya no está, esta ropa, estos regalos, son para alguien que jamás lo usará.-finalmente se arrodilló al lado de la cuna.

Su mirada perdida me observó cuando acaricié su mejilla.

-Debes descansar, por favor.- le pedí, pero ella no contestó.-Te ayudaré a levantarte vamos.

-NO- gritó en cuanto le toqué el brazo para levantarla- suéltame, no quiero tenerte cerca, esto es culpa tuya, si no nos hubiéramos casado nada de esto habría sucedido, debimos seguir con el plan original y jamás ser una pareja real, de hecho no debímos conocernos nunca, yo no debí darte ese estúpido libro ni haber venido aquí, así me habría evitado todo este dolor, solo por amarte.-dijo levantándose por su cuenta.

El médico regresó y al encontrarnos así, no lo dudó, se acercó a Mysie sin que ella se diera cuenta y le administró un medicamento.

Esta vez la llevé en brazos hasta un sofá de la habitación, la escuchaba quejarse entre mis brazos hasta que su voz se volvió distante y la vi caer dormida, la acomodé en el sofá para que pudiera descansar.

-Le he administrado un sedante su excelencia, en situaciones como esta es lo único que puede ayudar a calmar y que le ayudará a descansar hasta su recuperación.

-Retírese- ordené y en cuestión de segundos él se marchó.

Busqué entre los armarios de la habitación un juego para la cama y la cambié, de modo que estuviera limpia, cargué de nuevo a Mysie y la recosté en la cama, esta vez su rostro mostraba una expresión calamada, intenté tocar su mano pero me detuve, yo era un monstruo, debía permanecer lejos de ella si quería mantenerla a salvo, me senté de espaldas a ella sintiendo mi cuerpo temblar y sin poder evitarlo me desmoroné en ese instante, todas sus palabras me habían dolido, hubo un momento en el que pensé que este libro nos había unido como una bendición que nos había unido pero no fue más que una pesadilla para ella, para nosotros, para nuestro bebé, supongo que esto sucede cuando tientas al destino con algo que no debía existir en primer lugar, el amor era como una vez Mysie lo mencionó, algo que termina destruyéndolo todo, deseé haber dado marcha atrás en cuanto pude, debímos habernos marchado a Drux cuando la oportunidad apareció pero tenía miedo de que Mysie estuviera en peligro si la llegaban a encontrar puesto que sería ejecutada por traición pero lo peor, es que todo esto era real, llevé mi mano a mi pecho arrepentido, quizá debí haber insistido en no romper mi compromiso con la princesa Adolie y nunca haberme preguntado si lo de aquél libro era real, de ese modo el único que pagaría las consecuencias de todo habría sido yo, habría sido el único que sufriera en esta vida incluso si eso significaba el jamás haber conocido a mi más grande amor si con ello podía ella vivir mejor, quizás su ataque en primer lugar no habría existido y se habría mudado a otro Reino donde se casaría con un príncipe digno de ella y fuera feliz, tomé los trozos del sonajero que habían sido esparcidos por el suelo cuando Mysie lo aventó, resulté ser aún peor que mi padre, ni siquiera fui capaz de proteger a mi familia.

Me levanté y sin hacer ruido salí de la habitación hacia el que solía ser mi escondite cuando era príncipe heredero, me dejé caer en el frío piso incapaz de pensar con claridad, en cualquier caso habría preferido ser el único atascado en este dolor en lugar de Mysie.

-Supuse que vendrías aquí, siempre has venido cuando algo no está bien- afirmó ella sentándose a mi lado, la fuente detrás nuestro nos daba un poco de aire fresco, la miré por primera vez después de tanto tiempo con honestidad quizá estaba tan destruido que no se me permitía poder fingir estar bien, no después de todo lo que había sucedido hoy.

-Alteza, mis disculpas, me retiro.-informé sin muchos ánimos de platicar mucho menos con ella.

-Archiduque Aiden de Whittle, le ordenó que regrese aquí en este instante y tomé asiento a mi lado.- me ordenó, era la primera vez que hacía.

-Aiden de Ressta- corregí una vez estuve a su lado ella suspiró y tomó mi mano.

-Lamento tu perdida, sé lo feliz que se encontraban con la noticia de que serían padres y no puedo tan siquiera imaginar quién sería capaz de hacer algo así.

-Yo también lo desconozco Alteza, sin embargo, le puedo asegurar que no pararé hasta encontrar al culpable de esto, inclusive si debo pagar un precio alto por ello, me encargaré de hacerlo pagar con mis propias manos cada lágrima que ha derramado mi amada esposa.

-Entiendo Aiden, pero la venganza no lo traerá de vuelta ¿Lo sabes cierto?

-Soy consciente de ello, pero alguien debe hacerse responsable por este acto tan atroz, tal vez su Alteza no lo comprenda por que usted no se ha casado, ni tenido hijos pero perderlos mucho antes de tan siquiera poder conocerlos, de cargarlos en brazos, es abrumador no poseo la habilidad de explicarlo.

-Tal vez no lo crea y puede que debido a la distancia que ha afectado nuestra amistad piense que no lo comprendo pero lo hago, su dolor es mi dolor y estoy aquí para hacerle compañía, no dude que el palacio y yo misma tomaremos cartas para avergonzada quien estuvo detrás de esto.-aseguró, la miré, llevaba un vestido negro como si estuviera de luto entonces no lo soporté, sería esta la primera vez que ella me observará llorar, la persona a la que menos quería tener cerca y que sin querer se encontraba consolandome y abrazándome, cerré los ojos tratando de mantener la calma yo debía ser fuerte, por Mysie, pero ¿Cómo podía llevar esto si yo mismo los había dejado indefensos? Si se habíam convertido en un blanco gracias a que me acerqué a Mysie, la amaba pero mi amor estaba destruyendola y con aquello yo también era destruido, ¿De qué servía vivir si mi familia era el precio a pagar?

El aroma a rosas característico de Adolie me hizo por un breve momento sentir que de alguna forma me apoyaba, tal como en los viejos tiempos, finalmente la rodeé correspondiendo a su abrazo, ni siquiera me importaba que alguien nos viera tan solo estaba yo ahí en aquella fuente sentado con un dolor que carcomía mi alma, la princesa acarió mi espalda y al separarnos me miró con tristeza.

-Cuide bien de la Arquiduquesa, ella lo necesitará, no importa que tan mal luzca todo, ella necesita a su esposo a su lado y si me lo permites yo estaré aquí para ti, para ambos, sé que no eres muy bueno compartiendo tus sentimientos pero esto no es digo que deberías guardar solo para ti.

-Gracias, Adolie, permítame escoltarla hacia el palacio- dije ofreciendole mi brazo, caminamos en silencio uno al lado del otro ella parecía de cierta forma animada y yo luchaba por mantenerme de pie, nada de esto tenía sentido, pero aún había alguien que me necesitaba, alguien a quien proteger, mi amada Mysie.

La historia de un villano perfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora