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Existe un punto en el proceso del duelo en el que el odio te hace buscar venganza, aquello te da fuerza incluso cuando no puedes más.

El nombre escrito en ese papel, la persona responsable de todas mis desgracias iba a pagar muy caro lo que había hecho y para ello debía salir de donde estaba, debía volver a ser un jugador en la historia, un "leal peón" y sin importar cuál fuera el precio que debía pagar por ello, estaba dispuesto a hacerlo si lograba aunque sea un poco que esa persona viviera en carne propia el dolor que yo mismo sentía.

Cuando el carruaje estuvo a punto de partir subí tomando por sorpresa a Adolie y a su acompañante Lord Farid Lexington, lo saludé conforme a lo apropiado y nos sumergimos en una plática sobre política hasta llegar al palacio donde la reunión estaba por iniciar, los jefes del consejo se sorprendieron de verme ahí acompañando a la Reina y al futuro Rey, los murmullos no se hicieron esperar y tan pronto como inició la reunión nadie se atrevió a mencionar que abandonaría Ressta .

Al parecer nadie estaría de acuerdo con una idea desagradable como esa al menos no delante del "Salvador del reino" como habían empezado a llamarme desde que lo perdí todo por culpa de la guerra, los rebeldes habían desaparecido por fin y las solicitaron de problemas menos urgentes fueron aplazados, tomamos un descanso de la reunión mientras todos se dispersaron.

-Su majestad por favor no me abandone con estos nobles, sé que tienen muchas palabras para mi pero no estoy preparado para escucharlas.-pedí sintiendo la mirada de los nobles sobre mí, observé la puerta por la que Farid se había marchado ya que no era parte de la familia Real aún no podía participar en las reuniones, Adolie tomó mi brazo como guía aceptando mi petición, comenzó entonces una plática sobre la salud del Rey y lo delicada que era su situación en aquél momento, decidí asentir en respuesta de modo que pareciera que estaba realmente interesado en su conversación, cuando el parloteo de los nobles nos hizo girar a ver en su dirección, los guardias corrían apresurados hasta que uno de ellos, el guardia vigilante en turno notó a Adolie e hizo una reverencia.

-¿Qué sucede? ¿A qué se debe semejante alboroto?-preguntó Adolie con voz autoritaria, el guardia dedicó una mirada nerviosa y preocupada hacia el salón.

-Majestad, ha ocurrido un crimen atroz, por fortuna logramos capturar al responsable por un reporte de un noble que lo presenció todo.-se apresuró a explicar.

-¿Qué crimen?-pregunté colocándome por delante de Adolie de modo que pareciera que buscaba protegerla.

-Han asesinado a su majestad el Rey-concluyó el guardia con una mirada desconcertada.

-¿Quién se atrevería a hacer algo como eso?-preguntó la Reina regente furiosa cuando los pasos de los demás guardias se hicieron presentes.

-Fue su prometido, su majestad-informó al momento que los guardias pasaban con él siendo llevado por ellos.

-¿Qué? Eso no es posible- afirmó Adolie.

-Disculpe su majestad, solo estoy haciendo mi trabajo además de que hay testigos que presenciaron el crimen.-aseguró el guardia despidiéndose para volver a su trabajo.

-Sueltenme, no he hecho nada, tiene que creerme ¿Saben quién soy? He dicho que me suelten, Adolie, Adolie, no lo hice créeme.-pidió en cuanto llegó a nuestra altura pero nadie hizo nada para ayudarlo, tan solo fue arrastrado hacia el calabozo.

-Lo mejor en este momento sería posponer la reunión, su majestad- le aconsejé a lo que ella asintió.

-La reunión ha concluido, retirense-pidió saliendo del salón con prisa.

Dos días después del funeral del Rey comenzaron los preparativos para la coronación de Adolie, me dediqué a observar por la ventana de la oficina Real al jardín que estaba siendo reconstruido, el laberinto había sido destruido y reemplazado por un nuevo estanque pequeño, cerré los ojos tratando de borrar la imagen que recordaba cada día, debía mantenerme cuerdo hasta el final si quería lograr el vengar a mi familia, es por ellos, ne recordé, toqué el pañuelo al que mi esposa tanto se aferraba en busca de consuelo, esa era mi ancla para seguir adelante, la puerta se abrió dejando pasar a quien de un día para otro se había convertido en Reina.

-Aiden- me llamó en cuanto regresó a la oficina, su vestido verde y la corona en su cabeza la hacían resplandecer y volvía llamativo a su cansado rostro.

-Su majestad, el nuevo sol del Reino, ¿Cuál es el motivo por el que pidió ver a este humilde súbdito?

-Basta, no es necesario tanta formalidad entre nosotros.-asentí y al notar que no respondería a ello continuó.-Seré directa ya que estamos sobre el tiempo, debo pedirle un favor, para demostrar la inocencia de Lord Lexington sin que los nobles comiencen una guerra de poder en el Reino por que lo estoy apoyando, por respeto a mi difunta hermana no me permití el siquiera considerarlo pero la situación no es agradable y me he quedado sin nadie en quien confiar, honestamente sería un gran apoyo para mí que aceptara a esta tan extraña petición, es el único amigo que tengo y la única persona de confianza que tengo en el reino, además de que de esta forma puedo apaciguar la lucha entre los nobles ya que ellos estarán de acuerdo.

-¿De qué tipo de petición habla?- pregunté observando el documento que sostenía en sus manos, me lo tendió y me sorprendí al caer en cuenta de que se trataba.

-Matrimonio, cásate conmigo Aiden, sé mi Rey, reconozco que es imprudente pero es la mejor opción para el Reino, necesito un mano amiga a la que pueda encargar el bienestar del Reino mientras soluciono y consigo la libertad de Farid, si lo deseas será solo por un cierto tiempo, luego de ello te daré el divorcio, no es necesario que planeemos una boda lujosa podemos ahora mismo firmar los papeles y hacer un anuncio oficial mañana en la coronación entregándole también el título de Rey ¿Qué responde?-cuestionó nerviosa acomodando un mechón de cabello que le recorría la frente.

Miré los documentos en mis manos a detalle, ya estaba todo listo solo faltaba mi firma, reí al verlo, esto era todo lo que buscaba desde un principio y ahora sería mío si firmaba y aceptaba ser el Rey, era más que apto para el puesto ya que después de todo había sido criado para convertirme en Rey en algún momento.

Pero ¿Por qué ayudarla? Este lugar no me importaba en lo absoluto, no servía de nada salvarlo si al final siempre estarían condenados a ser un Reino sufriendo a causa de sus Reyes que entraban en constantes guerras, la plumilla en mi mano probablemente era la cosa más insignificante y al mismo tiempo la más importante, dependía de mí y lo que decidiera hacer.

Podía romper el documento y decir que no lo haría o firmar, aceptar ser el Rey y aprovechar la oportunidad.

No dije nada tan solo me dirigí al escritorio, bastó un segundo para cambiarlo todo, un segundo en el que mi orgullo se esfumó y dejé de ser un peón más en esta historia para ser un Rey, levanté la pluma y ya estaba listo.

Había firmado.

La historia de un villano perfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora