Epílogo

222 38 4
                                    

La oscuridad invadía los rincones de la cárcel del palacio, de vez en cuando se podía observar como corrían de un lado a otro roedores, hasta que llegué al lugar correcto tomando por sorpresa a la persona encarcelada que se encontraba sumida en sus pensamientos o al menos eso parecía, ¿Por qué estaba sucediendo esto? La escuché preguntar en voz baja, en cuanto se percató de que era yo quien estaba frente a ella se levantó apresurada, su vestido rosa estaba manchado y aquellos ojos esmeralda que solían brillar ahora carecían de luz, su cabellos tan dorados como el oro al igual que esa belleza que la nobleza tanto admiraba, ahora no quedaba nada, a pesar de no haber pasado menos de ocho horas la desesperación la había destruido.

-Aiden, por favor, sácame de aquí, no maté a mi padre, esa es una blasfemia, no hice nada malo, te lo ruego déjame salir, perdonaré lo que haz hecho, solo déjame ir.

Sonreí ante su plegaria, con la llave de la celda la abrí y entré, Adolie me miró cansada a lo que yo respondí acariciando su mejilla, la vi suspirar con calma como si pensara que con ello la había perdonado, me acerqué a ella lo suficiente para hacerla creer que la besaría pero eso jamás sucedería, la vi cerrar sus ojos, dándome la oportunidad perfecta para preguntar aquello que llevaba rato pensando y que la destruiría al mismo tiempo.

-¿Me ama?- le pregunté el caballero acariciando su cabello, traté de mostrarme tranquilo, antes de desatar el caos.

-Claro, Aiden, tienes mi corazón, todo lo que he hecho hasta ahora fue por nosotros, nunca amé a Farid, mi padre me obligó a comprometerme con él por su poder aunque tu eres aún más poderoso en este reino, nunca dudes que yo te he amado desde hace mucho.

Ante tal respuesta no pude evitar burlarme por la ironía que aquello representaba, hubo un tiempo en el que temía amarla por que su amor me destruiría tal como en la historia original, ahora parecía que habíamos intervambiado lugar, su mayor error había sido amarme, al verme reír, Adolie dio un paso atrás, pero no pudo evitar que tomara su barbilla entre mis manos capturando su atención, de modo que escuchara con claridad lo que tenía que decir.

-Oh Reina mía, me alegra que me ames, así será más sencillo lograr mi cometido, sé que no asesinaste a tu padre.- afirmé y en un susurro añadí aquellas palabras que la volverían loca- Yo lo hice.- admití.

-¿Qué has dicho?

-Ya lo has escuchado, en realidad fue más fácil de lo que pensé el culpar a Farid y orillarte a la soledad, estabas tan desesperada que me convertí en tu única salvación, ¿Cómo dijiste? Ah claro, la única persona de confianza que tenías en el Reino era yo, pero fuiste tan ingenua que nunca te detuviste a pensar que tu mayor enemigo estaba sosteniendo tu mano, aceotando ser tu esposo, fingiendo amarte y ser un leal amigo, tu misma le abriste la puerta a tu perdición pero eso no es nada comparado con lo que hiciste y el que me ames solo lo hace más fácil, te destruiré así sea lo último que haga en esta vida.

-¡ESTÁS DEMENTE! DEBÍ DARME CUENTA ANTES, ERES UN TRAIDOR, ¿QUÉ PIENSAS HACER? ¿MATARME? MORIRÁS CONMIGO DE SER ASÍ.

-Tal vez, pero eso ya no me importa, no tengo nada que perder, viva o muera me da igual, si estoy con vida es porque aún tengo un objetivo que cumplir, yo solo quiero verte sufrir lo que yo sufrí, quiero verte arder en el fuego que tu misma provocaste, quiero que sientas el dolor que yo mismo sentí, que seas tú en carne propia quien viva con ese sufrimiento.-declaré soltandola, sus ojos se llenaron de lágrimas y estaba seguro de que si alguien más me viese se asustaría, aquellos que me conocían sabrían que este no era yo pero esta era la realidad de los hechos.

-Si me matas el Reino se irá a su fin, nadie aceptará la muerte de su Reina.- advirtió asustada, tal vez porque era la primera vez que me observaban compartar así, incluso para mí era difícil reconocerme.

La historia de un villano perfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora