"he was a lesson not a love"
— Julianna Mauro
Hay una frase que dice que el amor nos vuelve ciegos, ocasionando que aceptemos cosas que no merecemos y esto era algo que Quackity sabía, sin embargo estaba en un momento en que no le importaba, tomaría cualquier oportunidad para estar con Rubius, justo como era el caso en ese instante; lo tenía acostado en sus piernas mientras le hacía cariños en su cabeza y hasta cierto punto era patético si lo analizabas porque justo el día anterior le había puesto una mina frente de su casa, pero estaba bien, igualmente dignidad mucha no tenía.
Por otro lado, Rubius se encontraba confundido, sería una mentira si dijera que se arrepentia de todas las bromas que había hecho contra el menor, pero le extrañaba su forma de comportarse. Siempre había estado acostumbrado a ser un hijo de puta con todos los demás y que estos se enojaran por un tiempo para perdonarlo luego de semanas o meses, no obstante con Quackity era diferente, podía incluso destruir su casa completa y solo le soltaría sus típicos insultos mexicanos, después todo seguiría igual que podría pedirle al menor que le bajara la luna y este lo intentaría, como si no se inmutara de todos los atentados que infligia ante su persona. Y por lo general no era algo a lo que le tomaría importancia, así que no sabía si era la época, su cansancio o la confusión de sus sentimientos lo que le exigia una explicación. No creía posible que alguien fuera tan bueno como para perdonar todo, en su mente todos tenían que ser como él, hacer las cosas por un objetivo y no porque fuera generoso.
Después de un rato pensando, abrió los ojos y se incorporó quedando sentado en su sillón mientras le daba la espalda al mexicano. Quackity se quedó viendolo desconcertado debido a que no soltaba ni un solo sonido, pensó que se levantaría e iría a hacer algun invento o cosa extraña como era costumbre, sin embargo no hizo nada, ni siquiera se movió y por lo general él sería el que rompería el silencio con alguna broma tonta, pero no fue el caso, él también estaba cansado.
Solo soltó un suspiro y retiro la mirada de la espalda del oso— Creo que ya me voy a mi casa.
— ¿Por qué?
— ¿Eh?, pues ya se está haciendo tarde y no quiero enfrentarme con pinches asaltantes— contesto un tanto extrañado con el inusual comportamiento del contrario, claro, estaba acostumbrado a su excéntrico actuar, pero en ese momento las vibras se sentían raras.
—No, no me refiero a eso...— volteo a verlo siendo la primera vez que hacían contacto visual y frunció un poco el ceño, abriendo un poco la boca y cerrandola después como si buscará que decir, como si no hubiera una forma correcta de formular aquello que quería expresar— yo.. ¿por qué siempre estás conmigo? no importa que haga, estás aquí.
Y solo hubo silencio por los que fueron unos largos segundos para ambos híbridos, dónde solo se miraban el uno al otro sin moverse; Quackity sintiendo confusión y Rubius necesitando respuestas.
— Pues ya sabes, me gusta pasar tiempo contigo.
— Quackity, puedes decirme la verdad. Si lo que buscas son diamantes o cualquier material dímelo directamente.
Realmente Rubius creía esto, estaba tan acostumbrado en que todas sus relaciones, tanto sentimentales cómo carnales, se basarán en cualquier tipo de interés, que le parecía imposible que Quackity estuviera siendo honesto, lo cual solo ocasiono una molestia verdadera en éste quien se sintió sumamente ofendido por la creencia de que era un interesado.
— ¿De qué chingados hablas cabron? Estoy diciendo la verdad.
— Venga, no soy tan gilipollas, si necesitas algo dímelo directamente.
Decepción, ese era el sentimiento que sentía Quackity, no importaba que tanto lo intentará, siempre estando ahí de forma desinteresada, el castaño nunca lo notaría y eso le dolió. Había aguantado tanto, todas sus "bromas", que le robara, lo utilizará y le mintiera en la cara, todo lo había perdonado con la ingenua creencia de que así le prestaría un poco de atención, que lo trataría aunque sea como a los demás, pero a la cara de Rubius era un interesado. Siempre supo que nunca tomó en serio cada cosa que había por él, pero escucharlo de forma tan directa lo lastimo— Sabes, no todos somos como tú.. a veces las personas hacen las cosas porque les nace, no porque busquen ganar algo.
Nuevamente el silencio incómodo invadió el lugar, por alguna razón el comentario que hizo le afligió, probablemente fue la frialdad con la que lo soltó que provocó un pinchazo en su pecho, antinatural a lo que era el comportamiento alegre y carismático del pato. Con un suspiro, Quackity fue el primero en romper el contacto visual. Tal vez ese era el momento donde debía dejarlo ir incluso si le corrompía el alma, no podía seguirse aferrando a un sentimiento que claramente era unilateral.
— Rubius, realmente lo intente, soporte todo porque pensé que así podría tenerte a mi lado, pero nada es suficiente cierto?— se sincero con dolor en su hablar— todos me advirtieron sobre ti, que eras un cabronzaso y aún así lo intente así que es mi culpa, pero ya está, me rindo.
Sin esperar a que le respondiera, salió del hogar cansado de todo, el cielo se estaba tornando en tonos naranjas anunciando que pronto la luna llegaría y supo que tenía que irse ya a su casa para evitar cualquier peligro que la noche traía consigo y hubiera seguido caminando si no fuera porque el oso lo volteo solo para besarlo y aunque no supo cómo reaccionar al principio, termino por corresponder y disfrutar el beso que concluyo unos segundos más tarde.
— Un beso, querías un beso cierto? Te lo di Quackity, así que por favor no te vayas.
Acaricio su mejilla con ternura y le sonrió melancólicamente con sus mejillas rosadas— Rubius, así no funcionan las cosas.. me tengo que ir.
Finalmente lo soltó y ahora sí se dió vuelta para irse a su casa con el corazón destrozado mientras resistía las ganas de llorar dejando a Rubius con un sentimiento agridulce en el pecho.