4- Una copa de vino

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Guillermo se encontraba camino a su casa, reflexionando las palabras de su amigo. ¿Por qué no se abre al amor? ¿Por qué no sé daba cuenta de que Rubén le miraba de una manera diferente? ¿Por qué parecía que Samuel tenía miedo a enamorarse?

Al llegar, se sentó en el sofá y escribió al pelinegro, con el que se había hecho un intercambio de números.

[Hola Alex, soy Guillermo. ¿Puedes quedar esta tarde para charlar? Podemos ir al The Hat, es un restaurante al lado de la Plaza Mayor]

Escribió en el chat del mencionado para después dejar su móvil encima de la mesa del salón. Fue al baño y allí se lavó las manos. Para cuando volvió a donde su teléfono se encontraba, ya había recibido una respuesta a su propuesta.

[Hola Guille, me encantaría. ¿Sobre qué hora? Es que más tarde he quedado con mi hermano mayor. :)]

Cuando leyó el mensaje, una sonrisa se le escapó al castaño afeitado.

[Vale, ¿Te viene bien a las 18:30?]

[👍🏻]

Guillermo leyó su respuesta y se dirigió a las escaleras para subir a su habitación. Se puso ropa más cómodo, optando por unos vaqueros negros y una sudadera azul.

Bajó de nuevo y fue a su terraza para abrir la puerta y dejar que sus perros entraran. Tenía dos caniches llamados Zeus y Hermes.

Más tarde, después de comer, se preparó para salir de su casa, y caminó hasta donde había quedado con el chico.

Llegó cinco minutos antes de la hora en la que habían quedado, por lo que fue a la recepción y pidió una mesa para dos. Un camarero le llevó a la terraza para ofrecerle la mejor mesa.

Estaba atardeciendo y era precioso, parecía una cita, pero no lo era. Ni Alex el tipo de Guille, ni Guille el tipo de Alex.

El pelinegro apareció a los pocos minutos, totalmente puntual, y se sentó una vez localizó al castaño.

—Hola, ¿has estado esperando mucho? —Preguntó Alex acomodándose en la silla frente a Guillermo, el cuál negó suave.

—He llegado hace nada, no te preocupes. ¿Te apetece una botella de vino? Invito yo. —Dijo Guillermo viendo como el que tenia de frente negaba.

—La pagamos a medias. —Sonrió y llamó a un camarero para pedir uno de los mejores vinos que tenían ahí. —Bueno, dime, ¿por qué querías verme?

—Wow, hombre directo, me gusta. —Rió levemente. —Voy a ser directo yo también. ¿Sabe Rubén quién es Samuel?

—No, ¿Por qué? ¿Es un asesino en serie? ¿Un presentador de televisión? ¿Un jeque? —Preguntó haciendo que el contrario se riera cada vez más fuerte.

—No, no y no, vaya imaginación tienes, chaval. —Susurró mientras llegaba el camarero a servir el vino a ambos. —Te recomiendo que abras el móvil y googles "Samuel de Luque".

Y dicho esto, Alejandro sacó su móvil de la chaqueta para buscar en internet ese nombre, bastante curioso por lo que sería. Abrió la boca sorprendido al ver de lo que se trataba. Samuel de Luque no era ni un asesino, ni un presentador, ni un jeque, era un jodido empresario multimillonario exitoso.

—Me cago en la puta, ¿es este el mismo Samuel con el que me he tomando un café? Mira que conocía su empresa, pero no me lo llegaba a imaginar que Samuel era ESE Samuel, de Luque. —Comentó mientras seguía ojeando de su vida.

—Pues si, es el mismo. Te he contado esto por algo. ¿Tú crees que Rubén sabe el estatus de Samuel?

—Ni de coña. —Contestó sin rodeos apagando su móvil para mirar a Guillermo de nuevo. —Rubén no se entera de nada, lee solo noticias sobre videojuegos o cosas que pasan en Noruega.

—¿Noruega? ¿Es de allí? —Preguntó viendo como el pelinegro asentía. —Vale, y ahora ¿Crees que Rubén tiene interés por Samuel?

—¿Qué? —Alejandro abrió los ojos de par en par antes de dar un largo trago a su copa de vino, acabándola en un instante. —A ver... hace un tiempo pasó por una relación que le dejó tocado. Pero ahora... no sé. Es verdad que cuando le mira, he notado cierto brillo en sus ojos, pero a lo mejor no es nada. —Dijo el menor contradiciéndose un par de veces. —Es un misterio, puede que le atraiga, porque gustar... no creo. Rubén tiene que conocer bien a la persona para eso.

—Vale, o sea, puede que Rubén sienta atracción por Samuel, ¿no? —El chico que tenía de frente asintió no muy seguro.

—¿Y por qué estas preguntas? ¿Acaso Samuel tiene interés por Rubén?

—¿Samuel? —Rió haciendo que el otro pusiera una cara extraña. —A Samuel nunca le ha gustado nadie. Siempre ha sido una persona fría, calculadora y nada romántica. Si realmente quiere algo con él, será follar y ya.

El pelinegro se quedó en completo silencio después del pronunciamiento del chico frente a él. Guillermo se dio cuenta poco después de lo que había dicho y negó rápidamente.

—A ver, he pensado que podríamos hacerle cambiar de idea. Podemos proponerles una cita trampa, decirles que hemos hablado para quedar a ver una película al cine, pero luego tú y yo no vamos.

—Vale, si realmente quieres eso. —Se encogió de hombros, no muy convencido del plan. —Rubén libra los lunes por la tarde.

—Pues que no se diga más. —Sonrío antes de coger su móvil. Avisó a Samuel del encuentro.

Alex le pasó el número de Rubén a Guillermo, y este se lo pasó a Samuel. Luego hicieron lo mismo con Rubén.

Estuvieron un rato más juntos hablando hasta que Frank, el hermano mayor de Alex, le llamó para avisarle de que ya estaba abajo. Ambos bajaron y por un momento, Guillermo se quedó paralizado.

Frank era un chico de 26 años. Alto, apuesto, con pelo castaño oscuro y ojos negros. Pero Guillermo no se quedó pasmado por eso. Sabía que ese era Frank, el Frank que conoció en un campamento de verano hace una década. No congeniaron muy bien.

—Hola hermanito. —Dijo Frank dandole un abrazo a Alex, antes de mirar al chico a su lado. —¿Guillermo? ¿Guillermo Díaz? Madre mía, cuánto tiempo. —Sonrió antes de abrazar fuerte a un Guillermo trastornado por su reacción.

—Hola, Frank ¿Cuánto tiempo ha pasado? ¿Diez años? —Le abrazo de vuelta.

—Si, por ahí. Estás igual que entonces. Bueno, ahora estás más guapo. —Le guiñó un ojo de forma pícara, por lo que Alex decidió intervenir.

—Frank, ya. Nos vamos ya Guille, y vamos hablando. —Los chicos se despidieron y Guillermo se fue hacia su coche.

Frank había cambiado mucho desde la ultima vez que se vieron. Había desarrollado mucha más masa corporal, se había puesto muy fuerte, había crecido y se le veía más guapo. Por no hablar de su actitud. Aquel chico tímido y solitario, parece ser que ahora es un extrovertido. Y eso le chocaba a Guillermo.

Del revés || rubegettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora