Capítulo 23: Torbellino de una era

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(Harry)

Las estrellas eran testigos de lo nuestro...

<<Me encanta examinarte con los ojos mientras duermes. No puedo evitar acariciar tu rostro cuando te sumerges en un coma profundo. ¿Cómo es que aún permanezco a tu lado? ¿Por qué me tientas de esta forma?

Las yemas de mis dedos recorren por tu piel de seda, mientras estás volando en otro mundo de fantasía, un mundo cual desconozco. ¿Acaso estarás pensando en mí?

Mis pupilas no dejan de contemplar a semejante belleza. Asumo que estaría infringiendo alguna ley si la hubiere.

Mi tacto, mi vista, mi olfato, mi gusto y hasta mi oído no tienen ningún límite para dejar de admirarte y absorberte con tanta pasión, como nunca antes lo había hecho.>>

Cerré los ojos para intentar marcharme por unas horas de la realidad...

Sentía un hormigueo por el área de mi boca. Repentinamente, abría los párpados con torpeza. Estaba regresando a mi mundo real. 

Eran sus dedos que trazaban círculos sobre mis labios.

-Buenos días...- Susurró, cuando nuestras pupilas se habían chocado.

Mis brazos estaban a su alrededor. Literalmente, no las sentía por la falta de circulación, sin embargo, estaba plenamente cómodo. Mi pecho cubría la mitad de su rostro, lo cual me permitía darle un beso por su coronilla.

-Buenos días...- Mi voz estaba mucho más ronca de lo habitual.

-¿Dormir en la terraza?- Había deslizado una ligera sonrisa.

-¡Eso es nuevo!- Bostecé, mientras me frotaba los párpados.

-Todo tiene su primera vez, ¿no?- Comenzó a reírse. Nos reíamos al unísono.

-¿Dormiste bien?- Preguntó.

-Sí, nena...- Dije, mientras acomodaba un mechón de su cabello.

-Y... ¿Tú?- Le había dado un sencillo beso en la punta de su nariz.

-Sí...- Contestó.

-Y mucho mejor a tu lado.- Suspiró.

-Te quiero...- Tenía ese toque mágico en sus ojos.

-Te quiero...- Sus labios se habían unido a los míos.

Se detuvo por un momento...

-Supongo que hoy tampoco podremos ir a la cascada...- Exhaló exageradamente como si estuviera tratando de quitar un peso de encima.

-¿¡Por qué!?- Alcé una ceja.

-Pues, es el cumpleaños de la Sra. Miller...- <<¡Mierda!>>

-Necesito comprarle un obsequio... Necesito hacer muchas cosas.- Añadió.

-¿¡Por qué sacas eso justamente, ahora!?- Me fastidiaba cuando la mencionaba.

-No comiences...- Sopló cansada.

-¡Vale! Entonces... ¡Deberías desactivar esa maldita alarma o calendario instalada en tu cerebro!- Solté duramente. 

-¡Rayos!- Se había frustrado, pero de algún modo me fascinaba verla así.

-¡Iré hacer el desayuno!- Se puso de pie, bruscamente. Despegándose de mi calor.

LA PASIÓN DE UN ASESINODonde viven las historias. Descúbrelo ahora