Capítulo 8

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Título: Lamento.
Pov Narrador.

"M-Merlina... tenemos que hablar ¿me puedes dar un momento?" La gótica, dejó de escribir en su máquina, para voltear la mirada hacia el otro lado de la habitación. Donde su novia se hallaba parada en medio, mirándola nerviosamente y con las extremidades rígidas...

«Bueno, parece que por fin tomó valor.» Pensó la psíquica mientras se levantaba de su silla, dando lentos pasos hacia ella; quedando solo a unos pasos de distancia.
No le importo dejar su silla, de todos modos, le quedaban solo unos minutos de escritura, además era importante; hace casi una semana que no se hablaban.

Sabia que su novia estaba terriblemente avergonzada y con miedo. Desde el 'incidente' del otro día, sus interacciones eran distantes y muy formales. No tenia que tener los super sentidos de su novia para verlo, la chica en cuestión era un libro abierto. Su forma de hablar, de mirar y actuar, cambiaban drásticamente cuando las emociones la superaban.

"Te escucho." Se quedó de pie frente ella, cruzada de brazos y mirada estoica.

"P-Primero que nada... *ejem* quería disculparme por mi comportamiento tan..." Nerviosa, desvió sus ojos por alrededor. "osado el otro día."

"Más bien, diría que fue salvaje e irracional, si tenemos en cuenta la hora que era." Corrigió, Merlina.

"Si, bueno... perdóname por eso, no quise ser tan brusca, ni tan atrevida... perdón por tocarte de esa manera sin haberte preguntado primero." Los nervios y el sudor corrían por su cuerpo, temerosa de su ira. "Sé cuanto valoras tu espacio y respeto." Sus hombros se veían rígidos y como quería esconder su cabeza entre ellos.

"Bien, aceptó tus disculpas." Dijo seriamente, con su mirada aburrida.

"Khe?" Enid se quedó en blanco, mirando aturdida a Merlina, por su tan desairada respuesta.

"Si bien actuaste como un animal en celo, con tu actitud dominante... déjame aclararte, para tu tranquilidad moral, que si hubiera querido... te habría detenido." Merlina acortó la distancia entre ellas, con lentos y seguros pasos mientras daba su discurso; hasta quedar a pulgadas de su cara.

"Si hubiera querido..." Sus narices casi se tocaban, y su aliento chocaban, haciendo cosquillas a su piel. "te habría arrancado un pedazo de esa boca, tan intrépida que tienes..." Exhaló esa última parte para luego besar castamente la comisura de su boca. Lenta, tortuosamente, sus labios se alejaron de su boca; matándola del deseo.

No era una mentira del todo. Merlina, si se encontraba atrapada en ese momento, contra su voluntad, con su insaciable loba comiéndole la boca y meciéndose contra su cuerpo, para recibir placer. Pero, si ella lo hubiera querido (y le hubiera desagradado su toque), la habría apartado en un dos por tres. Novia o no, le iba hacer respetar su lugar, si se hubiera sentido incómoda.

"Oh... vaya." Sentía su cara calentarse y sus palmas hormiguear. Tenerla tan cerca después de casi cinco días sin tocarse, le estaba pasando factura. "Estuve jugando a tentar la ira de un mounstruo implacable, sin darme cuenta..." La rubia hizo un ademan con sus antebrazos, para abrazarla, pero se detuvo; quedando suspendidos en el aire.

Sintió como algo dentro ella gruñó, se molestó, protestando por no tocar a su hembra... Enid, deseaba sentirla más que nada en ese momento, compartiendo el sentimiento de su loba interior. Pero, su lado humano, racional, le advertía que esperara, que la chica más baja debía dar el primer paso. Ya había cometido un error, no había lugar para otro.

"Que yo sepa, mon chiot... tú siempre estuviste jugando con mi paciencia, desde que te conocí." Su pequeña sonrisa atravesó el cuerpo de la rubia. Tan poca y tan rara eran las ocasiones, en que nacía tal gesto en su cara, que su impacto y valía eran sin iguales. Provocándole un hormigueo placentero por todo el cuerpo.

"Vaya, tengo suerte..." Silenciosamente, olisqueo el aire, para percibir su humor. Sus manos se posaron cuidadosamente en su cintura, con tanta delicadeza que, Merlina pensaba que su cuerpo estaba rodeado por espinas puntiagudas y mortales.

Respiró profundo, y lentamente acercó su cara a la niña más alta, pasando de largo sus labios, para aterrizar cerca de su oreja.
A Enid, le estaba matando este juego de peligrosa cercanía, tentando sus sentidos y emociones, pero a la vez amando la sensación de anhelo y codicia resbalando por su cuerpo... teniéndola tan cerca, demasiado, y a la vez tan lejos para tocar sus labios.

"Lo único que me molestó, fue lo desordenado e impaciente que fue..." Susurraba a milímetros de su oreja, jugando con sus manos, arrastrando sus dedos por su vientre, subiendo lentamente por su estómago; descansando una palma en su corazón. "Me molestó la falta de tiempo para conocer nuestros cuerpos como se debe... y complacernos de manera mutua y real..." Haciendo esa declaración, subió su otra mano hacia su mandibula, acariciando con sus dedos su mentón, resbalando sus falanges hasta su nuca, presionando para acercarla lentamente hasta su cara.

Temerosa, la rubia con gusto empezó a inclinar su cuerpo para encontrarse con su querida novia, rodeando con más confianza su cintura.

"¡Eniidd!" La puerta se abrió con fuerza, lo único deteniéndola de estrellarse contra la pared, siendo el brazo de la vampira, sosteniéndola.

"¡Mierda! ¡¿otra vez Yoko?! ¡sin tocar!"

"¡Bueno disculpame! ¡es que vinieron tus padres!"

"¿Qué?..." Sintió como se le fue todo el aire y el ímpetu.

"Te están esperando abajo."

"Okey, gracias Yoko, por avisar. Esperame afuera." Su amiga asintió y pronto salió de su vista.

"Enid ¿qué ocurre? la última vez que me hablaste de tus padres, dijiste que estaba todo bien. ¿Por qué esa cara de agobio?" Tomó la mano de su rubia para que la mirase.

Tragó pesado y respiró hondo. "Porque solo hay una razón que los pudo haber traído ahora."

"¿Qué exactamente?"

"Tú." La miró consternada.

Aceptandote/WenclairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora