29 i 53

36 1 1
                                    


Hambre por mi cumpleaños, hoy cumplo veintinueve años. Ha empezado a oscurecer y decidimos parar en el primer pueblo que se nos cruza por el camino. "Williams" pone en el cartel. Luces, pancartas fluorescentes y un ambiente que no esperábamos al coger una salida aleatoria de la autopista. El restaurante que nos había entusiasmado en Tripadvisor no nos convence, típico. Vamos a ojo y finalmente acabamos en un italiano, las pizzas que hemos visto de reojo por la ventana sí que tienen buena pinta... ¡Por fin! Esperamos a que nos den mesa cuando una mujer sentada en una mesa nos dice en inglés: "¡Hey! Tenéis que pedir directamente en la barra". ¡Aaaah! "Thank you" y una sonrisa de vuelta. Yo me pongo en la barra a hacer cola mientras mi chico busca sitio... casi no quedan mesas ni sillas libres... ¡No! No quiero comer pizza debajo de la lluvia que empieza a salpicar las ventanas. Veo que se sienta en la mesa de la mujer desconocida que nos ha avisado antes. Genial, ¡habemus sitio! Una de champiñones y una de queso, grandes, sí. Me dan un numerito y me comentan que lo pongamos en la mesa y nos llevaran la comanda, un clásico americano al que todavía no estamos acostumbrados. Me siento, contenta, y entrecruzamos miradas y alguna sonrisa con la tercera inquilina de la mesa. "Tiene rasgos mexicanos", pienso. "Son extrangeros", debe pensar ella. Llega un señor americano que la conoce, puede que sea su pareja, como me gusta especular. "Hi, ¿where are you from?", nos pregunta. Y allí empieza todo. Viven en Phoenix, pero ella es de California y él de Texas. "Recomendarnos sitios para visitar, que estamos de vacaciones", les decimos. Él es enfermero, ella traductora en el hospital. Buen feeling. Su hijo es marine de la armada, nos enseña la foto con el uniforme. "Dónde dormís?", nos preguntan. "En una tienda de campaña". Cara de pena porque está lloviendo fuerte. Nos cuentan que el pueblo en el que estamos es muy famoso porqué por aquí pasa la Ruta 66 y que si conocemos la canción que tarararea, evidentemente, no la conocemos. La mujer bebe cócteles, nosotros agua, que nos toca conducir, pero la conversación fluye igualmente. Ya hace rato que la pizza se ha acabado...Y de pronto, llega ese momento nostálgico en el que te tienes que despedir, justo cuando empiezas a cogerles cariño, y tiendes a pensar que no los vas a ver nunca, nunca más. Intercambio de teléfonos para guardar la espezanza de retomar la conversación más adelante. ¿Tal vez en unos meses? ¿Años? ¿Nunca? Nos ponemos la chaqueta y el hombre suelta: "hoy es mi cumpleaños". Lo miro con los ojos como platos... "What... ¡El mío también! ¿Nos hacemos una foto?" Entre risas, me enseña su pasaporte... Cincuenta y tres años hoy, 22 de octubre. Yo veintinueve. La mujer se llamaba Ángela, y del hombre... ya no me acuerdo de su nombre. 

SketchesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora