Continuación

649 64 13
                                    

Parte II

—Mmh, cielo, esto te quedó delicioso —felicito Jimin mientras masticaba la comida con una cara tonta.

Me daba mucho gusto verlo así. Había aprendido que Jimin en realidad no tenía mucha necesidad de alimentarse con comida. El 70% de energía necesaria para mantener su cuerpo la adquiría en sus labores de incubo. Según él podía estar tranquilamente semanas o incluso meses sin comer. Sin embargo, si yo le preparaba algo, él se lo comía feliz y agradecido.

Incluso ambos nos metíamos a la cocina a preparar diferentes platillos durante horas. Jimin me había enseñado a preparar una gran variedad de alimentos con frutas y verduras que habían resultado fantásticos. Jimin era talentoso en tantas cosas.

Terminando mi cuarto plato de comida en la noche me recosté saciado en la silla, eructé y tome una servilleta –un retaso de tela de alguna camisa vieja que pudo haber sido de Jimin o mía– y me limpie la boca.

—Es todo. Estoy repleto, ya no me cabe ni un bocado más —declare dramáticamente. Jimin tarareo a mi lado.

—Es una pena, yo tenía un regalo de navidad para ti.

—¿Regalo de navidad? Que tendría que ver mi llenura con mi regalo de navidad. —Jimin sonrió con suficiencia y se paro de la mesa. Desapareció en la cocina unos minutos y luego apareció con una cajita mediana de regalo. La puso en la mesa frente a mí.

—Feliz navidad, cielo —dijo Jimin dejando un beso en mi cabeza y sentándose de nuevo en su silla. Yo lo mire intrigado.

—¿Qué es? —Jimin rodó sus ojos.

—Pues ábrelo y lo sabrás.

—Es que, yo no tengo un regalo así para darte también —dije haciendo un puchero—. Mi regalo para ti soy yo.

Jimin soltó una carcajada dejando caer su cabeza hacia atrás. Cuando terminó se enderezó y pellizco mi mejilla.

—Lo sé, y me encanta mi regalo. Ahora abre el tuyo.

Asentí decaído y quite la tapa de la cajita. Al asomar mi rostro para ver lo que había dentro, mis ojos se abrieron impactados y rápidamente cualquier rastro de tristeza desapareció de mí.

—¡Jimin, cómo la conseguiste! —exclame eufórico por la emoción. Rápidamente saque el plato con carne de la caja y me apresure a embutirme un pedazo de carne en la boca.

—¡Oye más despacio que te ahogas! —regaño Jimin palmeando mi espalda cuando me atragante.

Lo mire con adoración y disculpa.

—Lo siento es que estoy muy emocionado. Es el mejor regalo, gracias —dije y seguí comiendo.

Jimin se recostó más tranquilo en su silla y me vio comer con una sonrisa suave en el rostro. La carne estaba muy buena y no pude evitar llenar toda mi boca al punto de que ya no me cabía ni un trozo más hasta que no terminara de masticar lo que ya tenía en la boca.

—Iedes po-bar —dije acercando un trozo a su boca. Jimin negó viendo con desagrado la carne.

—Nunca he sido fan de la carne, gracias. Disfrútala —dijo y se estiró para tomar un tazón lleno de uvas. Pero antes de comerlas se desabrocho el pantalón—. Caben porque caben —les hablo Jimin a las uvas y empezó a meterlas en su boca.

★★★★

Horas más tarde nos encontrábamos tendidos en el piso bajo el árbol de navidad. La llenura ya había bajado y estábamos viendo el cielo lavanda con estrellas doradas por la ventana.

Cúbreme del Mal • JikookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora