Capítulo 1

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Mi padre casi muere.

Hace tres semanas tuvo un accidente en el auto. Bueno más bien, tuvo un accidente con el auto.

Se emborracho y luego condujo a una alta velocidad. Los médicos dicen que pudo tratarse de un intento de suicidio. Encontraron rastros de paracetamol en la sangre, combinada con todo el alcohol.

Cuando iba conduciendo se estrelló contra un poste y salió volando por el parabrisas. Se fracturo un brazo, y su estomago se abrió a la mitad. Pues aún con el impacto del auto, este continuó avanzando y una llanta le pasó por encima, destripándole.

No lo vi, pero supongo que debió ser una imagen muy asquerosa. Lo leí en el periódico.

Justo ahora estaba viendo a mi madre arreglar su peinado frente al espejo mientras yo permanecía sentado en las escaleras.

Mi padre tuvo cinco cirugías y permaneció todo este tiempo en coma inducido. Hoy lo van a despertar y mi madre va a acompañarlo porque él necesita apoyo en el proceso de rehabilitación.

Es un milagro que haya sobrevivido. Con toda la sangre que perdió y todas las sustancias en su cuerpo. Pero un hombre lo había encontrado en el camino en medio de la noche y sin pensarlo dos veces lo había tomado en brazos y subido a su propio coche para llevarlo al hospital más cercano.

Yo no sabía como sentirme al respecto de todo eso.

—Esta saliendo mal olor de los sifones. ¿Podrías decirle a tu hermano que llame al fontanero más tarde para que venga a revisar? —dijo mi madre alejándose del espejo.

Asentí para ella cuando me vio.

Ella tomó su abrigo y se lo puso, luego se puso sus zapatos y tomó su bolso.

—Pórtate bien, volveré en la noche —dijo ella y salió por la puerta.

Me pare y fui al refrigerador. No había nada interesante para comer. En realidad, nunca lo había. Aún así la costumbre de venir a revisar constantemente como si por arte de magia fuera a aparecer algo, no se perdía.

Lo cerré y fui a la sala. Había jugado en la computadora toda la mañana, y por muy extraño que sonara, ya no tenía más ganas de jugar. Así que encendí la televisión y me quede viendo las caricaturas.

Dos horas después, llego mi hermano mayor.

—Mamá dice que llames al fontanero para que venga a revisar porque está saliendo mal olor del desagüe —le dije apenas lo vi cruzar hacia las escaleras.

Me ignoró.

Seguí viendo la televisión.

Unos quince minutos después, bajó con ropa de calle nueva.

Volví a repetirle lo del fontanero.

Siguió sin responderme.

Se metió en la cocina y fui detrás de él.

—Mamá dice que llames al fontanero. Mamá dice que llames al fontanero. Mamá dice que llames al fontanero. Mamá dice que llames al fontanero —repetí una y otra vez sin dejar de perseguirlo.

Una cebolla se estrelló contra mi ojo. Me llevé las dos manos a la cara mientras gritaba de dolor.

—¡Cállate ya maldita mierda! —exclamó mi hermano mientras tiraba la puerta de la nevera—. Nunca hay una mierda de comer en esta casa. —Se dirigió al cajón alto de la cocina y lo vi sacar el tarro de ahorros que según mi madre estaba bien escondido. Tomó una buena cantidad de billetes y los metió en su bolsillo delantero.

Cúbreme del Mal • JikookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora