CAPITULO 6 CASA NATOUCH

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Después de tremendos besos y haber recordado lo que paso en su graduación, Prem salió corriendo a su dormitorio dando las buenas noches con un chillido que hizo reír al más alto. Cerro la puerta y se recargo en ella con el corazón latiéndole fuertemente en el pecho y con el cuerpo y los labios todavía hormigueándole. Se llevó una temblorosa mano a la boca todavía húmeda e hinchada.
¿Cómo se había olvidado de algo tan importante como eso?, se preguntó disgustado con el mismo, pero lo mas importante, ¿Por qué lo había besado?, era cierto que la bebida que le ofrecieron tenia algún tipo de droga, a lo mejor por eso lo beso, se trató de consolar, si, tuvo que ser por eso. El siempre había admirado a Boun, de hecho, todavía lo hacía, y mas que antes, pero era como el hermano mayor que nunca tuvo, así que lo desconcertaba haberlo besado asi de repente, si, era porque había estado drogado. 
-Prem, ¿no te vas a bañar?- pregunto el rubio a través de la puerta cerrada.
Este se sobresaltó dando un pequeño saltito en su lugar.
-Si, ya voy- respondió sin abrir la puerta.
-Te dejare el pijama aquí- le dijo dejando esta sobre un pequeño sillón que estaba a un lado- en el baño hay toallas y todo lo que llegues a necesitar.
-Es… está bien, gracias.
-Buenas noches, que duermas bien.
-Tú también.
Escucho los pasos alejarse y pudo respirar mas tranquilo, demonios, ¿así de incomodo seria todo entre ellos?, ojalá y no, aunque no se veían muy seguido, no quería que las cosas cambiaran. Se giró lentamente y pego la oreja a la puerta, ya no escuchaba nada. El departamento tenía dos baños, uno estaba en la recamara de Boun y el otro entre la sala y la oficina que usaba el mayor para trabajar, lo sabía por que ya se había quedado antes ahí, junto con Fluke.
Habían ido a quedarse un fin de semana hacia un par de años, hubo un gran evento donde varios escritores famosos de todo el país se reunirían para firmar libros y hablar un poco sobre su trabajo, aprovecharon para un día antes hacer compras navideñas, así que el sábado temprano llegando a Chihuahua, Boun los había llevado a Fashion Mall, la plaza mas grande e importante de la ciudad, ahí lograron encontrar todo lo que buscaban, también ahí comieron en uno de los tantos restaurantes del lugar, el Chili´s. Después los llevo a la enorme pista de hielo que pusieron ese año, y se divirtieron como enanos ya que ninguno de los tres sabia patinar muy bien.
El y su amigo, habían ocupado la habitación de invitados, donde el dormiría esa noche. Salió de la recama y localizo la ropa de cama de inmediato, la tomo y se dirigió al baño. No sabía cómo tenía que comportase al día siguiente, sabia en el fondo de su ser que las cosas habían cambiado con esos besos que habían compartido, pero no quería nada de eso.
Abrió el grifo de la regadera y se empezó a desvestir sin dejar de darle vueltas al asunto, para empezar ¿Por qué Boun lo había besado?, tres veces si se ponía a contar, no tenía sentido, se metió bajo el chorro del agua cuando ya estaba como Dios lo trajo al mundo. Si lo que quería era que el recordara ese momento vergonzoso, solo tenía que habérselo dicho, no tenía que llegar a tanto, ¿Por qué lo había hecho?, se volvió a preguntar.
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Empezó a leer las etiquetas que tenían todas las llaves, ahora le parecían muchas, bien, él podía hacerlo, dejo colgando el llavero en forma de rosa que estaba hecha de metal, su abuelita no dejaba cabos sueltos, hasta ese pequeño detalle decía mucho sobre ella, sonrió acariciándola para después soltarla de nuevo. Se topó con una llave que tenía un curioso nombre, “Jardín Secreto”, miro la puerta, no creía que fuera de esa puerta frente a el, ¿o si?.
La tomo y la introdujo en la cerradura, esta entro con facilidad y para su sorpresa, giro.
-No es cierto- expreso incrédulo, ¿La biblioteca se llamaba Jardín secreto?, ¿Qué tipo de biblioteca encontraría al otro lado?, giro la perilla y abrió la puerta y la empujo para que se abriera en su totalidad, no se distinguía mucho con la poca luz que entraba tras de el, así que trago saliva dio un paso adelante y encontró de inmediato el interruptor, presionándolo al instante.
Lo que vio lo dejo con la boca abierta, literalmente.
Era un lugar enorme, no creyó que detrás de esa puerta, existiera un lugar así. No tenía paredes, todo a su alrededor eran enormes ventanas que cubrían desde el techo hasta el piso, todas las cortinas estaban abiertas, así que antes que nada, fue a cerrarlas, le encantaría ver el paisaje en el día con el cielo despejado, pero no en ese momento, no gracias. Gracias a Dios que eran cortinas livianas, eran de color blanco con detalles dorados, tenían estrellas bordadas en toda su longitud, se veían hermosas, algo comidas por el sol, pero muy bellas.
Al terminar de cerrar todas, se dispuso a mirar a su alrededor con detalle. Había libreros esparcidos por todos lados, estos estaban llenos de libros, entre estos había muchas plantas de todo tipo, tanto en el suelo como colgando del techo, ¿Cómo le hacia el ama de llaves para mantener con vida tanta planta?.
Además de eso, en una de las esquinas había un enorme y antiguo escritorio, como todo en esa casa, grande y viejo. La silla que estaba detrás de un escritorio, era de piel color blanco estaba algo amarillenta por el paso de los años, pero estaba limpia al igual que todo, esa señora se merecía un gran sueldo por todo el trabajo bien hecho, no había nada fuera de lugar, todo estaba bien acomodado, ¿Cómo lograba ese resultado una sola persona?, pero lo que mas lo impresiono era la enorme chimenea blanca que había en medio de la habitación, era tan grande que cabría una vaca dentro, ¿Por qué tenían chimeneas en un lugar tan caluroso como ese?
También, cuando estaba cerrando las cortinas, se fijó que un par de ellas no eran ventanas, sino unas puertas corredizas que daban a una terraza, no logro ver mas allá por la fuerte lluvia. También había una pequeña sala con enormes y cómodos sillones, con una mesita de centro en medio.
Incluso había un caballete, eso no se lo esperaba, a su lado había un estante lleno de tubos y latas de pintura, brochas y trapos blancos, algunos manchados y amarillentos, al parecer, por todo lo que había visto, la señora Rosario le tenía alta estima a su abuelo y su primera esposa, estaba agradecido por ello, ya quería conocerla.
Se dirigió al librero mas cercano, tenía que buscar el libro titulado Rosa Blanca, por eso estaba ahí, su abuelita lo había escrito, busca el libro, ella quería que lo leyera, así que manos a la obra, miro la hora en la pantalla del celular, eran las cuatro de la mañana, así que eso significaba que se había despertado alrededor de las tres, por eso estaba tan oscuro. Eran tantos libros que se sentía entre excitado y agobiado, quería leer todo, pero también, lo que quería leer por primera vez era ese libro que ya le causaba mucha curiosidad.
Algunos libros tenían el título en el lomo, lo primero visible, así que se enfocó en eso, reviso estos en primer lugar, si no encontraba lo que buscaba, se enfocaría en los libros sin nombre a la vista. Después de un buen rato encontró lo que tanto deseaba, era un libro con la pasta de piel color negro, tenía escrito con letras doradas y en cursiva ese título.
“Letra cursiva:
Tipográficamente, la letra cursiva, también llamada letra de carta , letra manuscrita o letra corrida (este último término más frecuente en el español de Hispanoamérica) aunque no toda la escritura manuscrita es en cursiva, es un estilo de escritura cuyas características más comunes son la inclinación de sus letras y, aunque no necesariamente, la concatenación de las mismas dentro de cada palabra. Este estilo permite escribir manualmente con una mayor velocidad.
Por extensión, se llama cursiva (también letras itálicas, que los tipógrafos llaman «bastardilla») a todo aquel tipo de letra que aparece inclinada hacia la derecha.”
Era la letra mas hermosa que el conocía, su abuelita María se la había enseñado, ella le conto que en sus tiempos era la escritura que le enseñaban, no existía nada mas, siempre lo de antaño era bonito, o así el lo veía. Tomo el libro con mano temblorosa, lo agarro fuertemente y se lo llevo consigo a uno de los sillones, se sentó y lo abrió con reverencia.
El libro fue impreso en mil novecientos setenta, y curiosamente la autora se llamaba Elsa Martínez, la primer esposa de su abuelo, ¿ella fue escritora?, nunca se lo imagino, sonrió, eso se ponía mas interesante. Paso a la siguiente hoja, ahora tenía mucha mas curiosidad, venia la Sinopsis.
La historia iba de un pirata llamado Ohm Thitiwat, que tenía un barco el cual se llamaba Rosa Blanca, de ahí el nombre del libro. El Capitán Thitiwat no era como los piratas de los que el había leído, todos eran ladrones sin corazón. Este personaje era muy extraño, un tipo Robín Hood, robando para dar a los mas necesitados, curioso e original, siguió leyendo. El personaje principal ayudaba con su botín a los mas pobres , por eso robaba a los ricos, cruzo muchos mares tratando de hacer el bien.
Era huérfano, sus padres habían enfermado hacía unos años, también se había casado a muy corta edad y había quedado viudo unos años después, su esposa murió en el parto de su primer y única hija, su nombre hubiera sido Olivia. Había tenido una vida difícil y doloroso, como muchos, pero más difícil en ese entonces, su corazón se oprimió, el Capitán Ohm Thitiwat tuvo una vida complicada y dolorosa.
El cielo retumbo en ese momento haciéndolo brincar, cerro el libro con cuidado, se levantó y lo dejo sobre la pequeña mesita que tenía al lado. Saco su móvil del bolsillo de la pijama y vio que ya iban a ser las cinco, ya no podría dormir, miro hacia las ventanas, la lluvia no había parado, por ello no se notaba la salida del sol, se estremeció agradecido de haber dormido unas horas y las que paso despierto, lo hizo con la mente ocupada, se había sentido como un detective buscando pistas, fue refrescante, a Prem le hubiera encantado hacer algo como eso, mientras Samantha hubiera mandado todo al diablo, rio bajito imaginándola en esa vieja casa, Boun nos seguiría la corriente a Prem y a mí, pensó con una gran sonrisa saliendo del lugar.
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-Samantha, si no bajas ahora llegaras tarde- dijo su padre después de tocar la puerta de la recamara de esta.
-Dile a mi mamá que ya bajo- grito la joven terminando de peinarse.
-¿Dónde esta esa niña?- le pregunto Martjha a su marido cuando lo vio entrar en la cocina donde ella terminaba de hacer el desayuno.
-Ya baja, o eso me dijo ella en un grito algo histérico- dijo divertido el mas alto.
-Si no baja en este momento no llegara a tiempo a la entrevista.- se quejó sirviéndole un café.
Desde que María partiera de este mundo, ellos trataban de hacer todas las comidas en la cocina, de hecho tenían muy abandonado el comedor de la casa, pero ya no les apetecía comer ahí.
-Te escuche Piñeros- dijo Samantha entrando.
-También eres Piñeros por si se te olvida- contraataco la mayor sin mirarla por ir a tomar los hot cakes de avena que le había preparado.
-Y gracias a Dios por eso- respondió sentándose en una de las sillas al lado de su papá- a alguien tengo que echarle la culpa de mi temperamento- la siguió picando la Rubia.
-Si, no dejes de estar agradecida, si no, serias una güera aburrida- Martjha no se dejó.
-Papá defiéndeme- chillo su hija zarandeándolo suavemente del brazo.
-Tu empezaste- se encogió de hombros riendo por lo bajo.
-Anotare mi victoria en la lista- canturreo feliz y pagada de si misma la madre dejando el plato frente a ella.
-Te amo maaaaaaaaa- la miro con una gran sonrisa.
-Te amo mas, pero no por eso se me olvidara anotar mi victoria- le regreso la sonrisa.
Samantha bufo y empezó a comer.
Las dos mujeres de la familia tenían el mismo carácter, parecían dos gotas de agua, como madre e hija bilógicas, tanto así que tenían cierta rivalidad en apabullarse entre ellas, así que tenían una libreta donde anotaban sus puntos a favor en contra de la otra. Esta ocupaba un lugar muy especial en un pequeño cajón en la coqueta que estaba en la entrada de la casa, ahí anotaban todo.
-Tu madre esperara hasta que ya no estés y evites la humillación- palmeo la espalda de su hija menor.
-Papá- grito con la boca llena de comida.
-Basta los dos, o a Samantha se le va a hacer tarde- les dijo riendo y sentándose frente a ellos.
Su hija la vio con ojos de “como tu no perdiste esta batalla”, y su marido sonriendo pícaramente levantando las cejas.
Desayunaron cambiando de tema, porque si se enfocaban en esa rivalidad amistosa, las dos mujeres terminarían molestas, con una vez fue mas que suficiente. Su primer enfrentamiento de ver quien ganaba, había sido cuando Samantha tenía diez años, y nadie quería recordar ese pelea, así que como no cambiarían su forma de ser, habían encontrado una manera divertida de no dejar de ser como son, una lista de puntos, que renovaban cada año, desechando la anterior.
La menor de la Natouch tenía una entrevista en el único canal televisivo de la pequeña ciudad, era su primer entrevista en ese medio después de ganar la corona.
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Fluke se ducho para tratar de quitar el cansancio de su cuerpo, aunque durmió unas horas y se entretuvo el resto de la noche, su cuerpo notaba la falta de descanso. El lugar no tenía aire acondicionado ya que era muy viejo, solo tenía ventiladores de techo y uno que otro de piso, estos últimos deberían de haber sido adquiridos hace poco.
Ahora que estaba mas relajado que cuando llego pudo escuchar algo que antes no, el mar, abrió mucho los ojos. Era obvio que el mar debía estar cerca, si el fuera una perdona normal, lo habría olido, el agua salda, pero no era así, el tenía Hiposmia.
“Se denomina hiposmia a la disminución de la capacidad olfativa, es decir a la disminución del olfato.

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