Just One Last Time

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Caminaba en medio de los escombros de la ciudad, que habían quedado destrozados por la guerra; se estaba acostumbrando a vivir en un mundo sin facciones. Pateaba una roca, que en todo su camino estaba siendo su mejor compañia, para después encontrarse con su madre.

Pero de repente, todo su escenario cambió, se encontraba en la habitación blanca e iluminada, la habitación de Erudición donde creyó haberla visto muerta.

Sin embargo, la dura camilla donde la vio reposando hace un tiempo estaba vacía, dejando los rastros de la persona que estuvo en ella.

Se giró para irse, olvidar todo lo que había pasado.

Se ha ido. Se ha ido. Olvidala. Decía una parte de él. No, no lo haré. Soy lo que soy ahora gracias a ella. Le respondía la otra.

-Lo siento, Tobias. Lamento no haberte podido decir que me iba a ir. - le distrajo de sus pensamientos esa voz que ya había olvidado, pero al volverla a escuchar, volvió a la vida.

Los recuerdos inundaron su mente, su amada sin vida sobre una mesa; la esperanza de que le podría volver a despertar, se levantaría y le sonreiría. Hasta que comprendió que nunca pasaría, que se había ido.

Cerró los ojos, apretando demasiado sus párpados, con la esperanza de que pudiera despertar.

Y ahí estaba, sentada inocentemente en la camilla, con sus pies colgando de ella. Le dio una pequeña sonrisa cuando él se dignó a darse la vuelta, como lo hizo cuando se conocieron, cuando fue la primera saltadora.

-Quería decirte adiós, pero no supe como. No alcancé a despedirme en la vida real.

Y ella, estaba segura de que era fuerte, ágil y determinado. Que era suyo. Le daba miedo que, de seguir juntos, no dejaran de enfrentarse una y otra vez, y que, al final, eso acabaría con ella.

Se dio cuenta de que ella era como una espada y él, como una piedra de afilar. Que era demasiado fuerte para romperse con facilidad, y él la convertía en alguien mejor, más perfecto, cada vez que la tocaba.

-Y me alegro de decírtelo ahora. Incluso si es sólo un sueño.- la sonrisa había desaparecido de su rostro, y sus ojos ahora estaban llenos de lágrimas.

La decepción se hizo presente en sus ojos, todo era un sueño, un maldito sueño. Esa esperanza tan pequeña que tenía ahora sí que había desaparecido.

-¿Por qué me dejaste?

-No lo entiendes... Estoy muerta porque era peligrosa.

-No, nunca lo fuiste.- la tomó de los hombros, atrayendo su mirada- Eso era lo que ellos creían, tú eras la solución. Nos arreglamos los unos a los otros, no lo merecías.

-Tobias... Aquí en el cielo estoy bien... Volví a ver a mamá y a papá, Uriah y Marlene ahora están juntos...

-Tienes razón. Aquí no tenías a nadie más, sólo a Christina y a mí... A Caleb.- la soltó

-Pero sigo llorando, cada día que pasa...- ella acercó sus manos a su rostro- ¡Porque te extraño! Y... Lamento mucho haberte dejado.

-Sé que hiciste lo correcto, sé que moriste por uno de los que amabas. No estoy molesto contigo... Bueno, al principio lo hice. Pero luego entendí todo.

-Gracias, gracias por entender.- se mordió el labio y sonrió- Y... Creo que te lo diré por última vez, Tobias.- retiró las manos de su rostro- Sé Valiente.

Ahora, no era él el que desaparecía en el sueño de ella, sino al contrario. Observaba en los trozos de cristal en los que se convertía, y que se iban flotando en el aire, para después convertirse en cuervos que daban círculos en el cielo.

Sólo que ya no eran tres, eran cuatro. Uno por cada persona que había dejado atrás.

-Sigues teniendo tu encanto, estirada.

Se despertó sobresaltado, pero cuando su respiración se acompasó, murmuró:

-Te extraño, Tris.

***

No te culpo por nada. Pensé que tenía que estar molesto contigo, pero ahora me doy cuenta que eso no es cierto. No quiero estar molesto con la persona que amo.

La verdad es que pienso que eras increíblemente valiente. Hiciste algo que yo nunca podría haber sido capaz de hacer. Estoy muy orgulloso de ti.

Seguir adelante es duro. Vivir sin ti es igual de difícil. Recuerdo que solía desear que estuviéramos siempre solos desde el día en que te conocí cuando fuiste la primera en saltar.

Ahora, deseo más que nunca que estés aquí conmigo. Pero hay algo que debo decirte. Gracias. Tuvimos un doloroso tiempo juntos, pero tu me seguías demostrando tu amor. Fuiste mi familia. Voy a estar agradecido contigo por el resto de mis días. Espero que ahora estés segura y feliz. Te amo.

Pd: Me gusta ahora la tirolesa. Me recuerda mucho a ti, estirada.

Dobló la carta y la dejó sobre la mesita de noche esperando a que ella volviera en la noche, entrara en sus sueños y le recordara que siempre estaría a su lado. Que lo esperaría en el cielo. Y que volvería a ver a todos los que amaba.

***

Fue eso lo que sucedió, con su ropa de guerra se agachó al lado de su cama, acariciándole el rostro, aunque sabía que él nunca se daría cuenta. Se veía más joven, con menos dolor.

-Ha sido un largo día, como siempre, sin ti, pero... Te lo diré todo cuando te vuelva a ver. Lo prometo.- depositó un beso en su mejilla, posteriormente en sus labios y se puso de pie.- Te Amo.- susurró.

Tomó la carta y salió por la puerta, como cualquier persona viva. Sólo que esta vez se sentó al lado de ella después de cerrarla, se dispuso a leer la carta que él tanto se empeñó en escribir para su amada.

Ahora era el turno de ella, aunque ya le hubiera expresado tanto en persona.

A Place In Heaven | AllegiantDonde viven las historias. Descúbrelo ahora