Slow Dancin' In A Burning Room | katoph

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Cuando es pequeña, nota cómo hablan los árboles.

Por lo general, emiten advertencias, sus raíces se estremecen bajo la tierra. A veces los árboles charlan sobre quién se acerca, el ritmo de sus pasos, el calor en sus palmas, maestros fuego. Ella no está interesada en eso, y tampoco lo están los árboles; ella puede sentir su miedo como si realmente estuvieran pidiendo ayuda a gritos.

Con tres años, es una niña que no sabe mucho, pero está segura de que los árboles están tratando de decirle algo.

Su padre se burla de ella. 'Toph, que cosas confusas dices. Los árboles no hablan; no tienen voz".

Vaya, bien.

Excepto que si tienen, y eventualmente el suelo también comienza a hablar, y las flores, incluso el cielo. Hasta que el mundo está lleno de ruido, y ella no puede precisar en qué sonido enfocarse. Ella le informa a su Madre sobre esta situación, esperando al menos un poco de comprensión, pero mamá suspira con tristeza como si todo fuera culpa suya.

"No tiene ningún sentido, cariño. ¿Quizás tienes fiebre?" Toca la frente de la niña, solo para descubrir que tiene una temperatura normal. "Debo asegurarme de que la niñera no te deje salir de casa con demasiada frecuencia. Te hace delirar". Su madre continúa como si su hija no estuviera realmente allí, y es mejor que no lo esté.

Después de todo, ella es ciega, ¿y qué puede saber una persona ciega?

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"He decidido mudarme mañana. No te preocupes, tengo lo que quiero empacado".

Lao casi se atraganta con la comida. "¿No podemos, al menos, hablar de esto?"

"¡No! Ya lo decidí".

Como la mayoría de los maestros tierra, Toph es irritantemente terca, hasta el punto de ser molesto.

"Sólo tienes catorce años, ¿Qué tal si piensas esto correctamente? Todavía eres solo una niña pequeña, y nunca me lo perdonaría si salieras lastimada".

"Estoy bien por mi cuenta, no se lo digas a mamá hasta que me haya ido, no quiero tratar de convencerla también".

"Eres una niña, ¡Y estás ciega! ¿Cómo te las vas a arreglar?"

Toph pierde el apetito y abandona su lugar en la mesa. "No sé, no me importa. Pero siempre me las arreglo bien" Ella ignora las protestas de Padre, ignora la amenaza de que cerrará las puertas con llave esta noche y se asegurará de que ninguno de los guardias le permita irse.

Realmente no le molesta, porque ella puede decir que está mintiendo.

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Pasan dos años, y aunque los Gaang se dispersaron después de la guerra, siempre han tratado de mantener la comunicación.

Sokka se ausenta con frecuencia en el mar, pero le gusta escribir cartas y Katara siempre las recibe felizmente. El Avatar mismo disfruta enseñar y vigilar el mundo. Hasta ahora, todo parece estar bien.

Con el tiempo, la escuela que construyeron Katara y Aang, que enseña a los jóvenes maestros agua y a cualquier otro maestro que se interese, se ha duplicado en tamaño.

Al principio, hubo un fuerte atractivo para la idea de que Aang le enseñara, pero el entusiasmo de Katara atrajó una ola de alumnos, de todo tipo de nacionalidades.

Sin mencionar que sus habilidades de enseñanza son mucho más creíbles que las de Aang. Por un lado, el Avatar no sabe mucho sobre cómo disciplinar a los niños pequeños.