Irónicamente me vestí de negro para esa noche, ya había tenido suficiente blanco ese día.Me rocié la colonia más cara, me maquillé de manera poco discreta y me miré al espejo, sabiendo que me gustaba lo que veía.
No era la mujer más guapa del mundo, pero fácilmente podría serlo, solo era cuestión de mirarme. Muchos decían que era gracias a los buenos genes que había acumulado mi familia durante generaciones, pero la verdad es que tampoco creí que mis familiares fueran los más guapos del mundo. Si, tenían su aquel, pero no era nada extraordinario, más bien como cualquier otro ciudadano común y corriente.
Por lo general soy una persona humilde, cuando me cabreo se me olvida, es algo que simplemente no puedo evitar. Así que pido perdón de antemano si ofendo a alguien cuando hablo desde mi egocentrismo.
Había rechazado a muchos hombres a lo largo de mi vida porque no sentía que estuvieran a la altura, ahora me pesaba. Ulrik era guapo, no diría lo contrario, pero no quería que mis hijos se parecieran a él.
Además, Ulrik no era un buen tipo. Porque una persona que esconde cosas no puede ser buena. Da igual que tan bien se comporte, está engañándome al ocultarme algo que yo debería de saber. Pero que no se preocupe, si él quiere jugar con fuego, aquí tiene mucho que derretir.
—Estás hermosa —me hizo saber, sonriéndome como solía hacer de costumbre.
—Lo sé, tú también lo estás —sonreí en su dirección, porque era verdad, se veía demasiado bien. Pero por muy guapo que estuviera no quitaba el hecho de que estuviera enfadada con él.
—Tenemos un coche esperándonos, cuando estés lista podemos irnos.
Estaba lista para ir a esa farsa de fiesta que ni siquiera sabía por qué estaba organizada, no tenía sentido, ese día nada lo tenía.
Salimos de su casa y entramos al coche que estaba esperándonos, saludé al chófer por cortesía y, tras ponerme el cinturón de seguridad, desvié la mirada hacia la ventanilla, manteniéndola allí durante todo el trayecto. No se veía demasiado, por no decir que no se veía nada, pero era una forma de mantenerme distraída y de ignorar al que casi se convierte en mi esposo.
Cuando llegamos tuve que forzar una sonrisa, no podía levantar sospechas. Quizá Richard no estaba tan equivocado al decir que fingía, que las sonrisas eran fáciles de fingir y los sentimientos no, quizá por eso sonreía tan a menudo.
Ulrik tomó mi mano y dejó un beso en esta, tierno, pero falso.
—¡Ahí llegan los no-novios! —se burló Ingrid, una de las mejores amigas de Ulrik.
Este le regresó la misma mirada burlona que ella tenía mientras negaba con la cabeza.
Al principio creía que entre ellos dos había algo más que amistad, pero Ingrid tenía novia, así que pronto descarté la idea.
—No-novios todavía —respondió Ulrik, girándose hacia mí para guiñarme un ojo—. Esta señorita y yo nos casaremos aunque el destino no lo quiera, ahora... ¡Que empiece la fiesta!
Fue suficiente para que el DJ pusiera una canción aleatoria y todos gritaran eufóricos, incluido él. Había más personas allí que en la boda, como era de esperar, al igual que había muchos más conocidos suyos que míos.
Encontré al príncipe de Suecia cerca de la barra, hablando con un hombre que tenía al lado, pero con sus ojos fijos en mi. No conocía a su compañía, pero me resultaba familiar, seguramente lo habría visto en algún lado antes y no me estaba dando cuenta de quién se trataba.
—Hey, ¿quién es él? —me atreví a preguntar.
Mala idea. A Ulrik le cambió completamente la cara, al parecer él sí que lo conocía.
—Iré a por algo de beber —me susurró, besó mi mejilla y lo seguí con la mirada hasta que se perdió entre la gente.
¿Iré a por algo de beber? ¿Es en serio? Que estúpida manera de evadir una pregunta tan sencilla, ¿no?
Sospechoso.
Tenía ganas de ir yo misma hasta allí para preguntar, pero eso también sería sospechoso. Me mordí el labio inferior, queriendo resolver ese debate mental de una vez por todas.
Él, que me estaba mirando, también pareció leerme la mente porque sus labios se curvaron en una sonrisa y no tardó en acercarse a mi. Sin importarle nada ni nadie, sin miedo al éxito.
—Elsa, pensaba que el blanco era tu color ideal pero era porque no te había visto todavía con un vestido negro —me guiñó un ojo, juguetón.
No estaba yo para juegos y menos cuando se trataba de él.
—¿No te cansarás de ser tan...?
—¿Condenadamente perfecto? —me interrumpió—. Espero que nunca.
A su lado, su acompañante soltó una risita.
—Oh, permíteme que te presente a Zabdiel —lo señaló—. Zab, ella no necesita ninguna presentación.
—Desde luego que no —murmuró, inclinándose para dejar un beso en mi mejilla—. Un placer, su majestad.
—Solo Elsa, por favor —pedí—. ¿Nos conocemos de algo? Es que me resultas familiar pero no recuerdo exactamente por qué, lo siento si estoy metiendo la pata.
Sonrió apenas, en sus mejillas se formaron dos pequeños hoyuelos que llamaron mi atención, no era una sonrisa de felicidad.
—Igual me vas visto antes, si, he pasado un tiempo con la familia real griega —aclaró su garganta, como si los recuerdos pesaran.
La familia real griega no tuvo un buen final, desde luego que no, ninguno se merecía todo lo que había pasado. Después de aquella masacre salieron a la luz cientos de asuntos confidenciales que alteraron a todo un país, aunque no tanto como la muerte de tantas personas. Creo que solo se habían librado dos, como mucho.
—Lo siento —susurré.
—Está bien, he aprendido a vivir con el dolor, todos lo hacen alguna vez en la vida.
Nunca sabía qué responder a estas cosas, yo era pésima subiendo los ánimos, seguro que si decía algo podía empeorar la situación.
—Elsa —desvié la mirada hasta Ulrik, que llegaba con dos vasos—, ¿cómo crees que se lo tomarán los invitados cuando te vean hablando con el hombre que detuvo lo boda?
—Ella puede estar muy tranquila, no sé si se puede decir lo mismo de ti —respondió Richard, sin darme tiempo a decir nada. Alzó sus cejas, retándolo a decir algo más, y le quitó ambos vasos de las manos—. Me voy solo porque no quiero incordiar, pero mis ojos no se despegarán de aquí en ningún momento.
Después me ofreció a mi uno de los vasos, sonriéndome.
—Salud, reina —alzó el suyo y acto seguido le dio un trago.
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No es frozen
RomanceEn el mundo hay lugares fríos como Noruega y Suecia. Personas frías como Elsa y Richard. Pero hasta el hielo se derrite cuando le llega el calor, ¿no?